La seducción del mundo nos obliga a tener conductas que no son propias de nuestra condición de hijos de Dios.
Una de ellas es la de aparentar lo que no somos y obrar como el mundo quiere que seamos, sin importar las consecuencias.
Por estas razones debemos de ser precavidos cuando miramos a nuestro alrededor. Es posible que nos equivoquemos con lo que estamos viendo.
Recuerdo que hace muchos años cuando era un joven inexperto, una persona fue juzgada por su apariencia y los resultados fueron sorprendentes.
Alguien mayor que yo, pensó que se trataba de una persona modesta y sin recursos, pero resultó todo lo contrario.
Entonces aquel el hombre que había sido duramente menospreciado nos dio una gran lección, que ha sido inolvidable para mí.
Luego de que casi fuera echado del lugar donde nos encontrábamos, volvió al cabo de unas horas, trayendo una cantidad de dinero que nunca hubiéramos imaginado que tendría.
Pero se negó a hablar con quién lo había maltratado y en cambio se dirigió a mí, que lo traté con corrección a pesar de todo.
Cuando la situación se convirtió en pasado, me quedé pensando en cómo me había equivocado con alguien que yo creía que era más sabio que yo.
Y cómo yo había sido guiado por el Espíritu a ser prudente en mi actitud de ser educado y respetuoso con otra persona.
La historia tiene más significado para mí, porque ignoraba en aquel momento la Obra del Espíritu y pensaba que se trataba de lo que llamábamos intuición.
Juzgar por las apariencias, nos puede llevar a cometer grandes errores. Seamos siempre prudentes!
Proverbios 14:15
El simple todo lo cree;
Mas el avisado mira bien sus pasos.
Provérbios 14:15
O simples dá crédito a cada palavra,
mas o prudente atenta para os seus passos.
Diego Acosta / Neide Ferreira