LA GRAN CAUSA

Inesperadamente una pareja con la que tenemos estrecha relación  anunció que habían tomado la decisión de separarse, de buscar el divorcio como solución para sus vidas.

Cuando superamos el impacto de la noticia, advertimos que en nuestro interior algo muy serio estaba ocurriendo, porque en definitiva situaciones como esta, también nos pueden ocurrir.

Cuál es la reacción más apropiada? Asumir que es una cuestión personal de un hombre y una mujer y dejarlos que lo resuelvan de la manera que consideren más conveniente?

O enfrentarlos ante la realidad que están viviendo? Lo primero es lo más cómodo y lo segundo lo más difícil, pero indudablemente lo único que podemos hacer.

La indiferencia es la madre de la comodidad personal, por lo tanto es la enemiga directa de nuestra fe, que debe estar siempre en acción como lo demostró nuestro padre Abraham.

Nos decidimos a hablar y le dijimos a la pareja que estaban siendo muy poco serios con su actitud de pretender divorciarse y además de serios muy cobardes.

Podría pensarse que actuamos con rudeza y sin amor y misericordia. Pero conociendo a los protagonistas, estas palabras duras eran las que los harían reaccionar. Y lo hicieron y luchan por la gran causa de sus vidas: su familia.

Génesis 2:24

Diego Acosta García

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