DEVOCIONAL
En otros tiempos tenía un amigo que siempre que le era infiel a su esposa, me decía: Menos mal que yo siempre me arrepiento después, nunca antes.
Tanto disfrutó de esta forma de olvido, que terminó por romper su matrimonio y ocasionar un grave daño a su familia. Un caso muy parecido al mío. Lamentablemente.
Haciendo memoria de estas situaciones, me vuelvo a colocar en la vida de aquel amigo que quedó en el pasado, cuando acepté a Jesús.
Y lo que veo me entristece porque fácilmente puedo advertir que el engaño, comienza por el propio engaño, por la mentira que nos hacemos a nosotros mismos, para perseverar en las malas acciones.
Ahora que mi vida ha cambiado radicalmente, entiendo que ser un hombre nuevo, implica entre otras cosas la libertad de cumplir con los Mandatos del Eterno y la alegría de ser libre de la tragedia del pecado.
Lucas 7:48
Y a ella le dijo:
Tus pecados te son perdonados
Diego Acosta / Neide Ferreira