En tiempos de doctrinas anti bíblicas relacionadas con la prosperidad, pareciera que debiéramos limitarnos en mencionar las bendiciones que existen sobre el tema.
Lo que evidentemente es diferente, es que lo hacemos sin convertirnos en mercaderes de la Palabra, ni en temerarios que se atreven a tergiversarla.
David, cuando llamó a su hijo para que edificara la Casa de Jehová, usó unas palabras preciosas: Entonces serás prosperado…!
Pero el Rey agregó el condicionante imprescindible para ese anuncio: Salomón debía cumplir con los estatutos y decretos que Moisés recibió para el Pueblo de Israel.
Como aplicamos esta enseñanza en nuestra vida?
Como debo entender estas palabras de David para que me sean de edificación?
En su infinita Misericordia el Supremo, siempre nos Guía hacia el entendimiento de las cuestiones más profundas, para que nada quede oculto.
El Espíritu revela que la gran promesa que había sobre la vida de Salomón, estaba condicionada para todo el tiempo que cumpliera con sus obligaciones delante del Eterno.
Esto significa que mientras yo sea fiel, las promesas del Todopoderoso se mantendrán sobre mi vida. El día en que deje de serlo, la Mano Poderosa se puede apartar de mí.
Tremenda realidad que debo asumir para darle sentido a mi vida diaria, porque es así como debemos obrar. Un día y otro día, siendo fieles y obedientes al Mandato recibido para poder ser aptos para cumplir el Propósito para el que fuimos Creados.
Siendo como somos hijos del mismo Padre, sus promesas son para siempre!
Y su cumplimiento, también!
1 Crónicas 22:13
Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes.
Diego Acosta / Neide Ferreira