LA BOCA ABIERTA

DEVOCIONAL

Los tremendos acontecimientos que estamos viviendo nos acercan al anunciado tiempo del fin, que Jesús profetizó ante sus discípulos antes de los sucesos cruciales del Juicio y el Gólgota.

Frente a estos terribles hechos, no somos capaces ni de cerrar la boca, señal inequívoca de como NO estamos espiritualmente preparados para lo que vendrá.

Pensaba en esto, porque alarma el silencio de nuestras iglesias, de nuestras instituciones, escondidas o ignorantes de la realidad, refugiadas en la dudosa seguridad de los lugares de culto.

Jesús nos alertó, no para estemos con la cruda actitud de la boca abierta o distraídos, sino para que estemos preparados para seguir nuestro día a día, pero con el arma de la oración en el espíritu y en la boca.

NO para que dejemos la boca abierta, en señal de indiferencia o de no saber que hacer, cuando sin embargo nos seguimos declarando hijos de Dios.

Si tenemos la boca abierta, evangelicemos. Y si la tenemos cerrada, oremos clamando Misericordia.  No seamos tibios!

Mateo 24: 8 Y todo esto será principio de dolores.

Diego Acosta / Neide Ferreira

DÉBIL SOY

DEVOCIONAL

Con frecuencia tratamos de disimular realmente lo que somos y nos escondemos bajo la apariencia de un ser completamente diferente, cometiendo varios errores.

El principal de ellos es el de olvidar que el Todopoderoso, conoce a la perfección quién es cada uno de nosotros porque no solo es nuestro Creador, sino que es nuestro Padre.

Por tanto podremos engañar a muchos, pero sabiendo que nunca nos será posible esconder aquello que en verdad somos: Seres débiles tanto en lo espiritual como en lo material.

Pensando en esto, más de una vez me sorprendo en vanos intentos de parecer fuerte, recordando que en realidad por mucho que otros me crean, nunca me será posible eludir la mirada del Omnisciente.

Que torpe que soy con esos intentos, perdiendo el tiempo y también los esfuerzos, cuando en realidad debería humillarme ante Dios y clamarle para que me ayude en mi debilidad.

Romanos 6:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

Diego Acosta / Neide Ferreira

LA OFENSA

 

DEVOCIONAL

Si algo tenemos los seres humanos, es una notable capacidad para reaccionar ante cualquier forma de ofensa, que nos afecte en relación con aquello que nos creemos que somos.

Me incluyo entre quienes tenemos esa capacidad que aflora ante la menor circunstancia que la provoque y también en la rapidez con la que soy capaz de imaginar una respuesta adecuada.

En esta forma de obrar, me estoy olvidando de varias cuestiones fundamentales. Hay alguien que como hombre haya sido más ofendido que Jesús?

Cuál fue su reacción? Ninguna.

Si ÉL siendo quién era no esgrimió ninguna defensa ante las ofensas injustificadas, por que yo sí me creo con el derecho de reaccionar airadamente?

Por qué no sigo el Ejemplo maravilloso de Jesús?
Sencillamente porque ÉL era manso y humilde, como nadie lo ha sido y lo será. Que bueno resultaría para mi vida, sí mínimamente tuviera esa actitud ante el ofensor y lo perdonara.

Habría guardado mi corazón y hubiera abortado la terrible semilla de la amargura y el rencor.

Marcos 11:25
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.

Diego Acosta / Neide Ferreira

HACIA EL FINAL

DEVOCIONAL

Hablando con un hermano y amigo sobre lo que significa el fin de los tiempos, en lo personal, concluimos que era una auténtica Gracia vivir con la Bendita Esperanza.

Y nos recordamos de quienes no tienen esa tranquilidad, porque se la han negado apartándose de Dios o bien porque también se negaron a escuchar cuando les fue dado el mensaje de Salvación.

En definitiva las Buenas Nuevas son esas, aproximarnos al final personal, con la serenidad que tenemos de saber en quién hemos confiado y que no nos defraudará.

Coincidimos en lo penoso que resulta vivir con la angustia de ver como se acerca el final y como se acrecientan los miedos sobre lo que nos ocurrirá después.

Tengo la absoluta certeza que una de las grandes misiones que me queda hasta mi final, es el de orar por quienes no tienen la seguridad que mi amigo y hermano y yo tenemos, de saber que ese día estaremos con Dios y su Hijo Jesús.

Salmo 23:6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Diego Acosta / Neide Ferreira

BENDECIR A LOS HIJOS

DEVOCIONAL

El padre en su condición de autoridad espiritual de la familia, tiene la alta responsabilidad de ejercerla en todos los momentos importantes que vivan sus miembros.

Concretamente hablamos de bendecir a los hijos, cuando inician un tiempo trascendente en sus vidas, como es el comienzo de un año escolar.

Las imágenes de padres bendiciendo a sus hijos en Israel, al iniciarse un nuevo período lectivo, constituyen un recordatorio eficaz que no debemos dejar de ejercer.

Me resultó conmovedor ver como los padres de los niños israelíes bendecían a sus hijos, proclamando el Amor y el cuidado del Altísimo sobre la vida de quienes constituyen su heredad.

Las responsabilidades de los padres son indeclinables y se trata de cumplirlas cualquiera sean las circunstancias, en la intimidad del hogar y en la evidencia de las públicas.

Si no bendigo a mi hijo, lo estoy privando de la Bendición del Todopoderoso, para que crezca sabiendo que más importante que declarar, es obrar con Obediencia al Eterno.

Salmo 115:14
Aumentará Jehová bendición sobre vosotros;
sobre vosotros y sobre vuestros hijos.

Diego Acosta / Neide Ferreira

EL SILENCIO

DEVOCIONAL

Jesús enseñó en el momento de su juicio  en Jerusalén el alto valor del silencio. Lo que significa callar cuando seguramente la actitud natural de los seres humanos sería lo contrario.

El Hijo del Hombre no se defendió y ante las reiteradas preguntas siguió guardando silencio, para evidenciar que de nada vale que nos justifiquemos y mucho menos que nos defendamos.

Esto es válido si tenemos en nuestro corazón la certeza de que es Dios el que justifica, de que es el Padre quién nos defiende y qué confiando en eso, permanecemos callados.

Estas reflexiones me hacía a propósito de una situación en la que en otros tiempos y en las mismas circunstancias, hubiera tratado de defenderme y aclarar mi causa.

Teniendo la convicción de no haber hecho nada malo y de que el Todopoderoso lo sabe más que nadie, tengo que pensar que la justificación, llegará, pero nunca por mi propia defensa.

Marcos 15:4 Otra vez le preguntó Pilato, diciendo: ¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.

Diego Acosta / Neide Ferreira

LO QUE IMPIDE

 

DEVOCIONAL

Siempre me ha impresionado como algunas personas se afanan buscan y rebuscan para calmar sus ansiedades o satisfacer sus necesidades o también solucionar sus dramas.

Lo que verdaderamente asombra es que luego de tantos fracasos, esas personas se nieguen a escuchar hablar de Dios y de su Hijo Jesús.

Por qué lo hacen?

Por experiencia personal podría decir que el impedimento es el orgullo, o la vanidad, o la confianza en la propia fuerza y que nos lleva a negar que  precisamos la ayuda del Todopoderoso.

Es muy triste comprobar que ha pesar de las evidencias haya quienes se sigan negando a tener la Verdad en sus vidas y que esa Verdad sea capaz de transformar el lamento en baile como decía David.

Es necesario admitir entonces, que no son nuestras palabras las que llevan convencimiento a la mente y al corazón, sino la Obra Poderosa del Espíritu Santo. Nuestra parte termina, cuando dejamos de hablar…

Efesios 4:14  Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error

Diego Acosta – Neide Ferreira

EL PELIGROSO ENGAÑO

DEVOCIONAL 

Jesús nos advirtió a propósito del final de los tiempos, que no nos dejemos engañar. Y si ponemos por pasiva la frase, no nos engañemos a nosotros mismos.

El riesgo de caer en estas sutiles tentaciones del mundo, se produce a partir del momento en que aceptamos los halagos que nos sorprenden, que nos agradan.

Por eso siempre recuerdo la amonestación que me hizo una predicadora, cuando elogié su mensaje: Si realmente me respetas, nunca más vuelvas a halagarme.

Confieso que me causó sorpresa esta reacción que consideré desmesurada y también poco amistosa. Pero los años me enseñaron cuánta razón tenía quién aparentemente había sido excesivamente severa.

Aprendí que una de las formas más perversas del engaño, es el elogio, aunque sea merecido. Porque afecta directamente a nuestro corazón que se envanece porque lo considera como una distinción.

Si Jesús me mandó que tuviera cuidado con esta cuestión, sería un necio si no le obedeciera.