EL BUEN GESTO

DEVOCIONAL

Siempre admiré la humildad de un siervo de Dios, que mientras todos disfrutábamos de la koinonia de una reunión en el templo, él estaba solucionando un problema que había surgido en uno de los baños.

Lo hizo con discreción y en silencio, sin comentar ni una palabra cuando terminó y se volvía a poner la corbata y la chaqueta que vestía ese domingo.

Cuando me enteré lo que había ocurrido me acerqué a él y lo primero que me dijo, es que no hablara ni una palabra con nadie acerca del problema y de como lo había solucionado.

Pensando en esto, me produce una profunda tristeza cuando observo a quienes se supone que sirven a Dios, que más que al Eterno sirven a su propia vana-gloria.

También es verdad que cada uno tendrá su recompensa, recordando que los humildes de la Tierra, serán exaltados en al Reino, que es la más grande a la que podamos aspirar los humanos.

1 Juan 2:16
Porque todo lo que hay en el mundo,
los deseos de la carne, los deseos de los ojos,
y la vanagloria de la vida,
no proviene del Padre, sino del mundo.

Diego Acosta / Neide Ferreira

 

 

 

LAS AMARGAS DERROTAS

DEVOCIONAL

Pocas cosas me resultan más conmovedoras que escuchar a un hombre declarar que su vida es una simple y amarga historia de derrotas.

Es muy difícil dar alguna respuesta a una declaración tan llena de sufrimiento y también de realidad. Analizando su pasado y su presente con los ojos del mundo, no había nada de exagerado en lo que había comentado.

Y con los ojos del mundo también se podría decir, que tampoco había nada de ejemplar en lo que se suponía eran años y años de luchas y de derrotas.

Sin embargo en medio de mi conmoción, recordé mi propia vida. Tal vez hubiera tenido en el pasado, muchos puntos en común con lo de aquel hombre.

Pero le comenté como mi existencia había cambiado por causa de creer en Jesús. Así de simple, como es la Verdad, cuando sintetiza todo lo bueno que dio a mi vida el Hijo del Hombre.

Salmo 18:35
ES –
Me diste asimismo el escudo de tu salvación;
Tu diestra me sustentó,
Y tu benignidad me ha engrandecido
.

PT – Também me deste o escudo da tua salvação;
a tua mão direita me susteve,
e a tua mansidão me engrandeceu.

Diego Acosta / Neide Ferreira