El Primer Libro de Crónicas, comienza con varias genealogías que nos recuerdan quienes fueron los descendientes de Adán y de cómo fue creciendo la especie humana.
Sabemos por decisión del propio Dios, lo que ÉL considera importante en ese desarrollo y también el Espíritu de Orden que lo anima, para enseñarnos cuestiones importantes en nuestra vida.
Hay quienes sostienen que el orden atenta contra la libertad de las personas, porque las condiciona y les limita la capacidad de determinar lo que desean hacer.
Sin embargo esa invitación al caos, es contraria al Espíritu del Eterno, que nos ha dado un Orden para que vivamos mejor, para que el proceso de desarrollarnos tenga armonía y no sea auto destructivo.
Sobre esta cuestión, he pensado que está fuera de discusión que Dios siempre nos dará lo perfecto y por tanto debemos aceptarlo, porque creer lo contrario es intentar restarle Autoridad a quién nos ha Creado, que sabe como nadie que el caos es destructivo para el hombre.
1 Crónicas 1:1-4 Adán, Set, Enós, 2 Cainán, Mahalaleel, Jared, 3 Enoc, Matusalén, Lamec, 4 Noé, Sem, Cam y Jafet.
1 Crônicas 1-4 Adão, Sete, Enos, 2 Cainã, Maalalel, Jarede, 3 Enoque, Metusalém, Lameque, 4 Noé, Sem, Cam e Jafé.
En un culto de hace bastante tiempo ocurrió un episodio que viene a mi memoria repetidamente, no porque quiera volver al pasado, sino porque fue de una gran enseñanza.
Estábamos en el momento de orar por la ofrenda, todo era mecánico, frío y lo que siguió fue peor todavía. La mayoría de quienes participábamos del culto éramos conscientes que no teníamos dinero para dar, por lo que ese momento de pasar entre los presentes se tornó en algo penoso, por las actitudes que exhibíamos.
Fue en ese momento cuando el Espíritu me inquietó y determiné, quizás con alguna brusquedad, que se terminara esa parte del culto, porque resultaba vergonzoso no para Dios, a quién no tenemos la capacidad y la altura para ofender, sino por nosotros mismos.
Siguiendo lo que el Espíritu dispuso, cambié el mensaje que tenía para la congregación y hablé sobre el fraude. Al comienzo no alcancé a entender que significaba esa palabra que sería la clave para la predicación.
Y pausadamente fui recibiendo, junto con los hermanos, la enseñanza que el Eterno nos quería dar a propósito de lo que significa la ofrenda y como pretendemos engañar a quién nos ha dado todo, comenzando por la vida.
Por qué hubo esa frialdad, esa indiferencia en el momento de levantar la ofrenda?
Por qué la mayoría no tenía dinero para ofrecer?
O por lo que había en nuestros corazones?
El Espíritu nos reveló que había engaño en nuestro interior, básicamente porque nos escudábamos en la circunstancia de no tener medios para colocar en la ofrenda.
Pero, eso era verdad?
Así que lo único que podemos ofrecer a Dios es dinero?
Y nuestro tiempo, y nuestra misericordia, y nuestra compasión, y nuestro Amor por el prójimo no cuentan para nada?
Sencillamente se trata de que cada uno se guarda miserablemente todo lo que Dios nos ha dado y cerramos nuestro puño, ignorando que podemos dar mucho más de lo que nuestra mente puede imaginar.
Solamente con dar Amor al prójimo, ya tenemos algo que ofrecer al Señor!
Aquel culto fue inolvidable, fue inolvidable creo que para todos quienes participamos. Pero para mí fue un severo llamado de atención por intentar cometer el fraude de la pobreza, de la falta de fondos, para no abrir la mano con generosidad, como la abre cada día Dios con su Misericordia.
Una calle puede ser agradable o triste, según con los ojos con que se la mire. Puede ser también alegre o siniestra, según el estado de ánimo de quién la observe.
Hace unos días caminando en una gran ciudad, pude ver cuántas iban y venían, formando parte de esa especie de jungla, donde solo están seguros los más fuertes.
En esos momentos el Espíritu me advirtió sobre mi actitud, de ser solamente espectador, de ser solamente alguien que mira con una cierta preocupación.
No tengo el Mandato de llevar la Palabra de Salvación?
Y teniéndolo, por qué no lo llevo a esas personas que tanto me conmovieron?
Creo que estoy tan ocupado en mis hechos cotidianos, que no encuentro el tiempo necesario como para llevar a esos hombres y mujeres, la misma Palabra que cambió mi vida.
Que hubiera pasado conmigo, si la persona que me habló de Jesús, hubiera estado tan ocupada como yo lo estoy ahora?
Lucas 3:6 ES – Y verá toda carne la salvación de Dios.
Tomar conocimiento de situaciones graves, debe ser un ejercicio de extrema prudencia, porque podemos equivocarnos seriamente al formular nuestras opiniones.
Incluso podemos caer con facilidad en la tentación de juzgar a algunos de quienes son protagonistas de esas situaciones que nos dejan perplejos y preocupados.
Estos razonamientos estuvieron en mi mente y en mi corazón durante varios días, al recibir una información sobre una situación muy seria que se vivía en una familia de amigos.
Tras reprimir el impulso de abrir la boca para juzgar, vino el Espíritu a imponer Dominio Propio y en lugar de comentar, me puse a orar.
Sabio comportamiento, no por mí sino por el Espíritu, porque en muy poco tiempo recibí una información que había quedado oculta sobre el drama familiar que me inquietaba.
Entonces comprendí que sabio fue callar y que importante fue ser obediente a la Obra del Espíritu, para no pronunciar ningún juicio y esperar que lo oculto fuera revelado.
Esta actitud hubiera sido doblemente mala. Por juzgar y por hacerlo equivocadamente.
Mateo 10:26
Así que, no los temáis;
porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado;
ni oculto, que no haya de saberse.
Mateus 10:26
Portanto, não os temais,
porque nada há encoberto que não haja de revelar-se,
Hablar con otros hermano, siempre contribuye a contrastar las propias ideas con las de otros y de esta manera ampliar nuestra visión de Dios.
No se trata solo de contrastar sino de confrontar los pensamientos con lo que nos enseña la Palabra, para buscar ser cada vez mejores.
Recuerdo con mucho cariño a una anciana maestra que nos decía que el hablar es un arte que hay que preservar, porque en el fondo lo que significa es aprender a escuchar.
Jesús supo escuchar las inquietudes de los que estaban con ÉL, dejándoles el mensaje adecuado en cada circunstancia.
Si no sabemos escuchar no aprenderemos a interceder por las necesidades de quienes nos rodean, simplemente porque no sabremos cuales son.
Cada vez que tengo oportunidad de orar por las necesidades de otra persona, aprecio que estoy cumpliendo el Mandato del Hijo del Hombre, relacionado con el Amor y la Misericordia.
Por tanto pido Sabiduría al Eterno para que me ayude a luchar contra mi ego y me permita hacer partícipe de las necesidades del prójimo. Que me enseñe a llorar con el que llora!
Efesios 6:18
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu,
y velando en ello con toda perseverancia
y súplica por todos los santos.
Efésios 6:18
Orando em todo tempo com toda oração e súplica no Espírito