CUERDA ROTA

En su infinita Sabiduría la Biblia nos urge una y otra vez que tengamos nuestras cuentas al día con Dios.

Podríamos pensar: Por qué tanta insistencia?

Sencillamente porque es la única forma en que podamos vivir en paz y lo que es más importante, vivir en armonía con el Creador.

Estos conceptos que pueden resultar bastante complejos de asimilar, los podremos entender mejor con un sencillo ejemplo práctico.

Imaginemos que somos un instrumento musical de cuerdas. Imaginemos que el Gran Autor deseara hacer uso de ese instrumento, que somos nosotros mismos.

Imaginado esto, formulamos la pregunta: Podríamos ser un instrumento útil se tenemos rota una cuerda?

Con toda seguridad la respuesta es negativa!

Es por causa del Eterno?

No.

Somos los únicos responsables de tener una cuerda rota, que es lo mismo que decir que no tenemos nuestras cuentas acertadas con el Supremo.

Muchas veces he pensado en este tema, tratando de entender el por qué de la urgencia, el por qué de la necesidad.

Utilizando el ejemplo de la guitarra inútil, he entendido perfectamente como es mi vida de hijo de Dios y como soy de imperfecto para servir.

Reponer una cuerda es relativamente fácil. Arreglar nuestra relación con el Omnipresente también, siempre y cuando haya verdaderamente un propósito de arrepentimiento sincero.

Si se rompe algo en nuestro trato personal Padre-hijo, no dudemos ni un solo segundo en restaurarlo!

Pensemos que tal vez esa solución sea la última que hagamos antes de que nuestra vida se apague. Y nadie sabe cuándo ocurrirá eso!

Salmo 16:15

PT – Quanto a mim, contemplarei a tua face na justiça;

eu me satisfarei da tua semelhança quando acordar.

ES – En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;
Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

Diego Acosta / Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

LA SOLEDAD ELEGIDA

 

dfilar

CONGREGACIÓN SÉPTIMO MILENIO

El escritor Jorge Luis Borges formuló una magistral exposición sobre la soledad. Dijo que había nos clases de soledad: Una la no deseada… y la otra era la elegida.

Sobre la primera, queda entendido el mensaje.

Sobre la segunda, la elegida, es sorprendente como Borges se refiere por oposición a uno de los primeros pensamientos de Dios cuando Creó a Adán: No es bueno que el hombre esté solo.

Dejaba establecido el Soberano que la Joya de su Creación era esencialmente un ser sociable y por eso le dio su ayuda idónea.

Con Eva, de acuerdo con el pensamiento del Eterno, Adán dejaba de estar solo e iniciaba un tiempo inédito: La de la socialización y multiplicación de la especie.

Sin embargo hay quienes regresan con sus decisiones al tiempo en el que Adán era el único habitante del Paraíso, lo que representa volver a la soledad del hombre como individuo.

Pero que significa elegir la soledad?

Seguramente habrá muchos pensamientos para definir esta situación, pero podemos concluir algunas cuestiones relacionadas con esta, para nosotros, dolorosa decisión.

Un hombre solo o una mujer sola, no puede dar ni puede recibir amor, quizás el más importante sentimiento que está relacionado con la humanidad.

Tampoco podrán saber lo que significa la comprensión, el tratar de entender y de ser entendido.

Y más aún: el de soportar o ser soportado, como nos exhorta Pablo en una de sus Cartas.

Un hombre solo o una mujer sola, no tienen con quién hablar y por tanto perderán inexorablemente la capacidad de saber escuchar, porque solamente oirán y gustarán de su propia voz.

Además siempre decidirán por sí mismos, con lo que no podrán tener la posibilidad de saber que hay otras formas de obrar y de pensar.

Si algún día decidieran tener descendencia, no lo podrán de hacer de acuerdo a la naturaleza que nos ha sido concedida por el Gran Autor.

Pensemos con Amor y Misericordia, por quienes han elegido estar solos. Pensemos en ellos en nuestras oraciones, para que puedan superar este supremo acto de egoísmo que es la soledad elegida.

Oremos para que Dios también deposite sobre ellos una mirada milagrosa para que los haga recapacitar sobre su rebeldía, de la que son sus primeras víctimas.

Diego Acosta

www.septimomilenio.com