Pablo advirtió a los Corintios y a nosotros sobre el cuidado que debemos de tener con los incrédulos,
en nuestra relación personal con ellos,
porque la Justicia no es compañera de la injusticia y somos Templos de Dios y no de los ídolos que adora el mundo. Diego Acosta- MENSAJE
Jehová inspira a Jeremías para que nos anuncie que somos incrédulos y que tenemos más capacidad para hacer lo malo que lo bueno. Diego Acosta – MENSAJE
Es una inquietante pregunta, porque a veces me incluyo dentro de este grupo de personas, que tienen la facilidad de dudar, particularmente sobre Dios.
Por sorprendente que resulte, somos capaces de creer en relatos que se remontan a lejanos tiempos del pasado y que deberíamos considerar con una cierta reserva.
Acaso existieron determinados personajes?
O sus hechos?
O sus conquistas o sus derrotas?
O los lugares que visitaron y hasta donde murieron?
Pero generalmente los damos por ciertos, aún cuando los márgenes para la duda son mayores que lo razonables en cuanto a la seguridad histórica.
Lo mismo sucede con una teoría que muchos dan por válida, ignorando lo esencial: Ninguna teoría es cierta hasta que no se convierta en ley.
No obstante, sin ninguna clase de rigor consideramos válidos hechos y personajes y también teorías, que deben ser comprobados o demostrados.
Pero con Dios todo es diferente!
En el fondo, muchas veces he pensado que se trata de una manera de no aceptar su existencia, porque significaría que tendríamos que rendirnos ante su Grandeza y Majestad.
Somos capaces de adorar a cualquier tipo de ídolos, incluso personas carnales como nosotros, pero no aceptamos que fuimos Creados y tenemos la Vida por el Dios que negamos.
Lo más triste es que un incrédulo tal vez termine sus días viviendo en una duda que no será capaz de admitir, pero que en el momento final precise aclarar desesperadamente.
Pido perdón por mis dudas y clamo por los que niegan lo Único Verdadero.
João 5:44 – Como podeis vós crer, recebendo honra uns dos outros
e não buscando a honra que vem só de Deus?
Juan 5:44 – ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de
los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?