Una pregunta que podemos contestar en la intimidad delante del Eterno, porque dando malos frutos seremos cortados y arrojados al fuego. Santiago preguntó: De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? PERSONAL
Juan el Bautista continúa con su prédica a los judíos que se acercaban hasta la orilla del río Jordán. Sus severas palabras, son aún más duras.
MATEO 3:10 Anticipa un juicio inminente al expresarles que el hacha ya estaba puesta en la raíz de los árboles, lo que significaba que solamente faltaba la decisión de desechar a los que estaban dando malos frutos, para cortarlos y echarlos al fuego.
Estas palabras acentuaban la urgencia que tenía su pedido relacionado con la actitud de humillarse y pedir perdón por los pecados.
MATEO 3:11 El hijo de Elizabeth y del sacerdote Zacarías, formula a continuación una impresionante demostración de su humildad y reverencia hacia Jesús. Explica que está bautizando en agua para arrepentimiento, que en este caso podría entenderse como una limpieza. Pero anuncia que el que viene tras él, que es más poderoso los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Esta forma de bautismo tiene un elevado contenido espiritual y el fuego, representa el Juicio que se abatirá sobre los no arrepentidos.
Además, Juan utiliza una expresión que puede resultar llamativa en nuestros días, al anunciar que el que viene tras él era más poderoso, porque ni siquiera era digno de llevar su calzado. Y este es el gran ejemplo de su humildad: Llevar el calzado era una de las obligaciones que tenían los esclavos en aquellos tiempos. Y él, ni siquiera tenía la posibilidad de ser digno de hacer un servicio, tan elemental y sencillo como ese.
Esto revela la verdadera dimensión de quién predicaba en el desierto.