EL AFÁN DEL CORAZÓN

EL ABUELO SALOMÓN

Día tras día, luchas tras luchas, nos debatimos en la búsqueda de concretar los logros que se alimentan en los deseos más íntimos del corazón.

Y con el paso de los días y las heridas de las luchas, comenzamos a advertir que todo lo que ansiamos, quizás sea demasiado para nuestras fuerzas.

Entonces nos damos cuenta que los fracasos y los engaños provienen principalmente de nuestro interior, desde las fantasías de nuestro corazón que ansía cosas que son demasiados grandes para nuestra capacidad.

Y cuando llega ese día en el que comprendemos que todas nuestras luchas y nuestros afanes, al final son tan irrealizables como frustrantes por inalcanzables, pensamos todo de nuevo.

Y esos pensamientos nos guiarán hacia verdades que nos negamos una y otra vez, porque no aceptamos que haya nada superior a nosotros mismos.

Y aunque nos duela y nos rebelemos contra esta verdad, nada podremos hacer por cambiarla, pero sí podemos hacer todo por aceptarla.

LA VERDADERA SABIDURÍA

EL ABUELO SALOMÓN

Entristece pensar cuántos hombres se perdieron por haber sido necios y no haber buscado la sabiduría, cuando debieron tomar decisiones importantes.

Los que obran como necios se pierden en sus propios laberintos porque la capacidad humana para pensar es muy limitada y solo la verdadera sabiduría es la que nos libra del mal, aunque a veces pensemos lo contrario.

De allí la importancia de no creernos sabios por nuestra propia sabiduría, sino entender que debemos buscar, anhelar encontrar ese nivel superior de razonar, que se aleja de los sentimientos o las emociones de los hombres.

Cuando nos dejamos llevar por la ofuscación de la mente o la ira del corazón, es el momento de comenzar a cometer errores que muchas veces son irreparables.

De allí que se nos enseñe que la sabiduría verdadera nos guardará y si la deseamos fervientemente nos conservará. Nunca lo olvidemos para que no nos creamos sabios por nuestra propia sabiduría.

Diego Acosta