LOS MALVADOS

EL ABUELO SALOMÓN

La influencia del mundo, cada vez más profunda y peligrosa, nos lleva a la compleja realidad de que terminamos admirando a quienes no son otra cosa que hacedores de maldad.

Tal vez esto se torna más posible, como consecuencia de que pareciera que esas personas a pesar de sus malos procederes, tienen impunidad o que la justicia de los hombres no los alcanza.

Y como en estas situaciones siempre hay algo de verdad, se torna más difícil todavía discernir qué aunque la maldad aparentemente prevalezca sobre la verdad, finalmente nunca será ese el resultado final.

Estos pensamientos nos deben hacer concluir que no está en nuestras manos la solución, porque somos demasiados pequeños y los poderosos demasiado importantes.

La única reacción posible es no aceptar estos hechos como buenos y por lo tanto nunca idealizar a quienes hacen el mal, porque debemos pensar que inexorablemente un día todos rendiremos cuentas.