COMIENZA EL SERMÓN

EL SERMÓN DEL MONTE

El Hijo del Hombre se apresta a pronunciar el primero de sus cinco discursos.

MATEO 5:1-2  Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.  Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo. Como todo tiene importancia con relación al Príncipe de Paz, es necesario remarcar que la postura de sentarse para pronunciar el sermón, era la que adoptaban los rabinos cuando enseñaban.

La ubicación del monte desde donde habló Jesús, es motivo de controversia, pero hay quienes desde alrededor de 1.600 lo señalan como el Monte Eremos, que se levanta en la orilla noroeste del Mar de Galilea, entre Cafarnaúm y Genesaret, cerca de Tabgha.

MATEO 5:3  Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Jesús en el comienzo de su discurso utiliza la palabra Bienaventurados, que debe entenderse por encima de su sentido literal: feliz, afortunado, dichoso, es decir superior a las emociones que se expresan con estas palabras.

En realidad la palabra hace mención a la idea del bienestar concedido divinamente y solamente a los creyentes. Este concepto marca la diferencia que existe entre la felicidad que proclama el mundo y el verdadero camino hacia las bendiciones espirituales.

Diego Acosta

EL ÚNICO INTERCESOR

DEVOCIONAL

Cuántas luchas estériles o cuántas derrotas humillantes me podría haber evitado si verdaderamente hubiera confiado en el Poder de quién es el único Camino para llegar al Padre.

El Hijo del Hombre es Abogado de las causas de los débiles frente a los poderosos de la Tierra, es también la Guía par las grandes decisiones que debemos afrontar.

De allí que es tan importante que el nombre de Jesús esté siempre en nuestro corazón, dominando y controlando nuestra mente y en nuestra boca para proclamar que solamente en ÉL confiamos.

Jesús nos ha dejado el Espíritu Santo, para que no estemos desamparados y para que cuidemos nuestro cuerpo es que su Templo.

Día a día busco saber más del Príncipe de Paz, que pisó la misma tierra que podemos pisar en nuestros días, como una certeza de que su presencia es imborrable y que su Majestad es nuestra seguridad.

Sentado a la diestra del Padre, en el Trono de la Gloria, nos guardará si tenemos la humildad de clamar ante ÉL por nuestros afanes humanos.

Juan 14:6
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí.
João 14:6
Disse-lhe Jesus: Eu sou o caminho, e a verdade, e a vida.
Ninguém vem ao Pai senão por mim

 Diego Acosta / Neide Ferreira