Blog del TIEMPO!
Lentamente el impulso de cambiar la Navidad por el festejo del Solsticio de Invierno, se está transformando en una realidad.
Solamente que es imprescindible hacer notar, que este impulso de algunas sociedades tiene un sentido más profundo.
Se trata de ignorar o dejar de celebrar lo que verdaderamente importa: El Nacimiento de Jesús, el hecho histórico más importante de la Humanidad.
Haciendo un juego de palabras, se trata de pretender que haya otro sentido, donde la cuestión esencial es tan relevante que no se la puede ocultar.
Es verdad que el Nacimiento de Cristo no se produjo el 24 de diciembre y que fue una torpe acción de los papas católicos pretender cristianizar una fiesta pagana.
Pero aún así, la conmemoración del Nacimiento de Jesús es demasiado importante, como para que un error humano, le reste el sentido que tiene.
La fiesta pagana del solsticio era celebrado por los pueblos antiguos, entre ellos los celtas, que consideraban que el día 21 de diciembre era el nacimiento de un nuevo sol, al que simbolizaban con el tronco de un árbol.
De allí los bailes, las fiestas y las grandes comidas, que le dieron carácter a estas auténticas celebraciones paganas.
Desde el advenimiento de la Reforma en los países del norte de Europa, el Nacimiento de Jesús se convirtió en lo contrario de los celtas.
Es una reunión especial de la familia, para conmemorar el Nacimiento del Mesías. Serena, íntima, destinada a recordar el gran significado que tiene para los hombres el Nacimiento de su Salvador.
Las fiestas paganas, para quienes crean en ellas. El solsticio del invierno, es un hecho de la Naturaleza que Dios Creó y el Glorioso Nacimiento es el comienzo del Plan de Salvación para los Hombres!
Diego Acosta
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