Juan el Bautista comenzó a predicar en el desierto de Judá, en la orilla del río Jordán y a una distancia de un día de viaje desde Jerusalén.
Su presencia, a pesar de la lejanía no pasó desapercibida, por varias razones. Una de ellas, era su apariencia y por la forma en que vivía
MATEO 3:4
Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre.
Para comprender el impacto que provocó su presencia, debemos citar el texto de 2 de Reyes 1:8
Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tisbita.
El diálogo se registra entre el rey Ocozías y los hombres que había enviado a buscar al profeta Elías. Jehová le anunció la muerte al rey y él identificó por sus vestiduras, que eran inequívocas.
El pueblo judío conocía sobradamente lo que representó en la vida de Israel el profeta Elías y la relación que tenía con Jehová. Esto justifica el impacto del hijo de Elizabet entre los suyos.
Cabe agregar que los profetas tambien usaban un manto de características muy especiales, como consta en Zacarías 13:4
Y sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profetizaren; ni nunca más vestirán el manto velloso para mentir.
La alusión de Elías como tisbita, obedece a que había nacido en la ciudad de Tisbé, en la región de Galaad, en las altas mesetas al este del río Jordán.
Cabe agregar que Juan el Bautista se alimentaba de miel y langostas, que era un alimento permitido según consta en Levítico 11:22
estos comeréis de ellos: la langosta según su especie, el langostín según su especie, el argol según su especie, y el hagab según su especie.
En medio del clima que se vivía en el Reino de Judá, por la dura forma de obrar de los representantes del imperio romano, la figura de Juan, se tornó cada vez más relevante.
Diego Acosta