El Hijo del Hombre antes de ascender a los cielos para sentarse a la diestra de Dios Padre, prometió a los discípulos la venida
del Espíritu Santo sobre ellos, y les mandó que fueran sus testigos en Jerusalén y toda la tierra. PAN DE VIDA
Conmemoramos el Glorioso cumplimiento
de todas las Profecías sobre el Hijo del Hombre, sobre su sacrificio en la Cruz, su muerte y su Resurrección, que es la garantía de nuestra Salvación. Diego Acosta – MENSAJE
Los hombres nos hemos lanzado casi alegremente a explorar una tecnología que no sabemos que efectos producirá en el futuro. Recordamos lo sucedido con la energía atómica que provocó dos terribles experiencias. Diego Acosta – BLOG del TIEMPO
Conmemoramos en este día el Sacrificio Supremo
por los pecados de la humanidad, el último consumado por Dios hecho Hombre, por Jesús para el cumplimiento de las profecías y para un nuevo Tiempo trascendental en la Historia. Diego Acosta — MENSAJE
En la Carta a los Hebreos se reitera que está pendiente un reposo de Dios para su Pueblo, para que puedan descansar como ÉL lo hizo en el séptimo día. EN ESTE DÍA
Todas las veces que permito que la ansiedad me domine, los resultados son siempre malos y a pesar de eso, no dejo de sorprenderme como una y otra vez caigo en el mismo error.
Pareciera que es inherente a la condición humana, repetir los fallos, aún cuando las consecuencias son tan evidentes y tan repetidas.
Es necesario entender, que por mucho que alguien se afane, por mucho que lleve ese afán hasta los límites más extremos, nada conseguirá.
Lo triste es que en mi caso, persisto en el error, acaso porque en determinados momentos mi confianza en Dios comienza a decaer, ante la necesidad de respuestas y ante el silencio que recibo.
Pienso que debe ser la prepotencia, la soberbia de confiar en mis fuerzas lo que me lleva a afanarme una y otra vez, cosa que advierto cuando el desenlace se repite en la misma proporción que mis esfuerzos.
Tengo que aprender a no caer en la trampa del afán y a confiar definitivamente en el Todopoderoso.
Eclesiastés 3:9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja,
de aquello en que se afana?
Cada día tenemos la posibilidad de contemplar y extasiarnos con la Grandiosidad de la Obra del Autor de todo y de todos. Mientras disfrutamos del Infinito Hacedor lo honremos con alabanzas. LA CREACIÓN
El Hijo del Hombre cambió de argumento en el Sermón del Monte y se refirió a la cuestión de los juramentos y detalló lo que no debemos hacer.
MATEO 5:33-36 33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.
La primera advertencia estuvo relacionada con el hecho de no perjurar, fundamentado en Levítico 19:12 Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo Jehová. Y también en Éxodo 20:7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
Jesús determinó que no podemos jurar de ninguna manera ni por el cielo, que es el Trono del Padre. De esta manera rebatió las ideas de que había distintos grados de cumplimiento de los juramentos y también con el uso descuidado y hasta profano de esta clase de pronunciamientos.
Los otros juramentos que prohibió el Príncipe de Paz eran verdaderos timos que algunos judíos hacían al no mencionar a Jehová y por tanto evitando que sus mentiras estuvieran bajo el juicio divino.
Olvidaban con esas actitudes lo destacado en el Salmo 11:4 Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.
Nos pasamos gran parte de nuestra vida pidiendo
ignorando que Dios sabe lo que necesitamos,
lo que verdaderamente nos hace falta.
Seamos sabios y dejemos de pedir por nuestras vanas necesidades
y pidamos por el Prójimo.
Diego Acosta – MENSAJE
CONGREGACIÓN SÉPTIMOMILENIO