Escribiendo a propósito de cuando Jesús llamó hipócritas a los discípulos, mencioné los problemas que tuvo Elí con sus hijos.
Unas horas después, para mi sorpresa escuché una predicación donde nuevamente se mencionaba la cuestión de los hijos.
Tanto en un caso como en el otro, el fondo del asunto era la falta de reprensión en el momento oportuno para evitar los males mayores, que se generan en la falta de autoridad de los padres.
Creo que serán muchos los que pensarán que se trata de una simple casualidad…que un tema tan importante como este sea mencionado con un doble llamado de alerta.
Quienes de ninguna manera aceptamos la frívola explicación de la casualidad, entendemos que es la Obra del Espíritu, en dos personas diferentes haciendo una severa advertencia.
Es de mi exclusiva responsabilidad entender que este llamado repetitivo no tiene otro propósito, que ponerme en alerta en torno a un problema que se agudiza cada día más.
Y no es otro que la falta del ejercicio de autoridad de los padres, con relación a sus hijos, cualquiera sea la edad que tengan.
Tenemos que entender que así como aceptamos la Misericordia de cada día, también debemos de renovar nuestro Pacto diario con el Eterno.
Y renovar el Pacto significa entre otras cosas que el ejercicio indelegable e indeclinable de nuestra condición de padres.
Es a nosotros a quienes se reclamará individualmente, al padre y a la madre, lo que hicieron o lo que dejaron de hacer con su Autoridad.
En mi caso estoy doblemente advertido sobre la cuestión y me siento doblemente responsable de todo lo que haga para que otros escuchen el llamado de atención.
Proverbios 13:24
El que detiene el castigo, a su hijo aborrece;
Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.
Provérbios 13:24
O que retém a sua vara aborrece a seu filho,
mas o que o ama, a seu tempo, o castiga.
Diego Acosta / Neide Ferreira