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VELAR…AHORA

 

 

CONGREGACIÓN
SÉPTIMOMILENIO

Cuando Jesús dijo que no pasará esta generación hasta que estas cosas acontezcan, eran los primeros tiempos del cristianismo. Pasaron más de 1.900 años y ese anuncio comienza a concretarse.

La referencia como siempre es Israel, que obtuvo en 1947 un territorio para los judíos y se declaró Estado soberano en 1948.

Si contamos una generación por el término de cien años, no nos queda mucho tiempo, para que comiencen a concretarse los tiempos del fin, como anunció al Hijo del Hombre a los discípulos.

Hay otras evidencias?

Sí. El dominio de la maldad en el mundo, la frialdad de los creyentes, la tibieza de la Iglesia, la tolerancia al pecado, la creciente falta de compromiso del Pueblo de Dios.

Por eso estamos llamados a Velar, para que cuando lleguen los tiempos del fin estemos preparados para los acontecimientos anunciados por Jesús, tanto en lo personal como en lo colectivo relacionado con nuestra condición de hijos del Eterno.

Cada vez es más indisimulable que unos por conveniencia y otros por dejación, estamos abriendo las brechas para que el principio de Familia, sea vulnerado como nunca antes.

Dios estableció el Mandato de la Familia, formada por un hombre y una mujer!

Todo lo que lo contradiga, es una forma de rebelión contra el Supremo y una forma de ver menguar los principios y valores que nos distinguen del mundo, frío, cruel, oportunista.

Por eso estamos corriendo el riesgo de que las nuevas leyes, alteren el inalienable derecho y obligación, que tenemos los padres para educar a nuestros hijos.

Las dictaduras de cualquier signo, siempre intentaron controlar a los niños, porque era una manera perversa de asegurar el futuro del control del país.

Ahora, los métodos han cambiado, pero los objetivos son los mismos: Un grupo de iluminados o de perversos, intenta controlar el presente y el futuro de nuestros descendientes.

Por esto estamos llamados a VELAR por nuestra familia, nuestros hijos, porque solamente así seremos fieles al Mandato establecido por Dios. Y no debemos olvidar que ser fieles al Eterno es lo más importante para nuestra vida. Hoy y siempre.

Diego acosta / Neide Ferreira

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EL PRECIO

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En una congregación una pareja manifestó su deseo de retirarse durante un tiempo porque tenían muchas dudas, porque estaban confusos con relación a la iglesia y con relación a Dios.

Esta decisión provocó reacciones de todo tipo, desde la comprensión hasta la incredulidad, porque como es natural si alguien se aleja por esas razones, algo está ocurriendo que afecta a todos.

En medio de esos difíciles momentos, una de las más antiguas maestras bíblicas, dijo unas palabras que resultaron más sorprendentes todavía: Ese es el precio…

Con la máxima discreción ella explicó las razones de tan drástica frase!

Por qué nos sentimos confusos?

Por qué precisamos alejarnos de la iglesia?

Por qué ponemos a Dios en el medio de esta clase de situaciones?

La confusión se origina en nuestro interior y somos los causantes primeros de todo lo que nos ocurre. Por qué? Porque vivimos en un continuo movimiento buscando cosas nuevas, novedades que nos agiten, que nos llenen de esa forma de entusiasmo que llamamos…incentivos.

Esto significa que no tenemos las bases sólidas que deberíamos de tener luego de pasar un cierto tiempo, viviendo la vida de una congregación y en lo que se supone un crecimiento espiritual continuo.

Si creemos no precisamos estímulos que nos impulsen a nuevas sensaciones, sino todo lo contrario. Si creemos, nos podemos afirmar en la Roca y comenzar a ser ayuda y referencia para quienes se inician en el camino de la fe.

Esto origina confusión, porque siendo como se supone que somos personas con tiempo en los caminos del Señor, por qué tenemos estos altibajos?

Y también esta situación nos tiene por responsables. Porque no encontramos en la Palabra de Dios, aquello que buscamos, porque no sabemos muy bien qué es lo que buscamos.

No tenemos una religión, tampoco tenemos soluciones mágicas a los problemas, ni tampoco manifestaciones que nos hagan llegar al éxtasis, como muchos pretenden al buscar sensaciones, impropias de un creyente.

Y si nos alejamos del Eterno, finalmente estamos demostrando que todo en lo que hemos creído y en todo lo que supuestamente hemos aprendido, no tiene relación con lo que llamamos la Fe.

No busquemos soluciones ni sensaciones en las cosas de Dios. Busquemos el Camino que nos abrió Jesús, hacia el Reino donde solo prevalecerá la Verdad y entonces seremos libres. Y entonces tendrá sentido pagar el precio por la perseverancia, aún en medio de las humanas dudas.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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TEORÍA…?

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Siempre que tengamos en nuestras manos la Biblia, debemos recordar que además de las hojas que están ante nuestra mirada, esencialmente nos encontramos ante la Palabra de Dios.

Única. Irrepetible. Poderosa. Inmutable. Perfecta!

Por tanto debemos abandonar las prácticas del mundo de interpretar, de analizar, de comprender todo, para asumir la actitud reverente que nos enseñó Pablo: Temor y Temblor.

Temor ante la Majestad del Eterno, Temblor ante la responsabilidad que asumimos por ser sus hijos.

Ante la magnitud de estos pensamientos, no caben las teorías ni los ejercicios de racionalidad, sino la humildad para que sea el propio Dios quién se nos revele!

Así reemplazaremos lo falso con lo Verdadero, los sentimientos y las emociones con el Amor, la lástima por la Misericordia, la soberbia por la Mansedumbre.

No podemos ni debemos asumir que tenemos alguna capacidad para interpretar a Dios, porque sería cometer un acto de arrogancia y hasta de rebeldía, que nos alejaría tal vez eternamente de la sombra benefactora de su cobijo.

Pensando en estas cuestiones, me sorprendió como una y otra vez pretendemos ser más sabios que los sabios, ignorando que la única Sabiduría verdadera es la que se nos concede desde lo Alto.

Las alegaciones, justificaciones y explicaciones humanas, son meras muestras de la religiosidad que domina nuestras mentes y nuestros corazones.

Solo la religión se considera autoridad para interpretar al Todopoderoso y solo la religión convierte lo bueno en malo y lo Verdadero en dogmas y normas incumplibles.

Por eso es peligroso teorizar!

Más que peligroso, resulta de una osadía inaudita, más propia de hombres y mujeres mundanos, que de quienes nos consideramos que por haber dado los pasos a través del arrepentimiento y el perdón, estamos viviendo en el Camino de la Salvación.

No caigamos en la trampa legalista de sentirnos superiores a otros y creer que podemos ayudarles a interpretar lo que solo ÉL, nos puede revelar por su Gracia infinita.

La teoría es otra forma de la tradición que trata de humanizar lo que es esencialmente espiritual!

El único que nos puede llevar a la comprensión es el propio Dios y el único que se nos presenta en su Grandeza infinita es ÉL. Todo lo demás es vana-gloria y religiosidad humana.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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TRANQUILIDAD

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TRANQUILIDAD

Como vivimos envueltos en constantes mensajes y sugerencias, a veces buenos, otros irrelevantes o hasta contradictorios, cuando leemos alguno diferente nos llama la atención.

Uno de ellos decía que para dormir bien, lo único que precisaba era tener un millón de dólares!

Ironías aparte, sorprende que se pueda llegar a concebir la idea de que el dinero, pueda ser motivo suficiente como para dormir sin problemas toda la noche.

Que significa la tranquilidad?

Podríamos decir que la tranquilidad está relacionada con la condición de tranquilo, que significa pacífico, sosegado con una cierta dosis de quietismo, es decir la tendencia de permanecer quieto, sin hacer nada.

Me preguntaba en qué situación se encontraría quién formuló esta afirmación del millón de dólares, por cuánto es inocultable que precisamente en el dinero es donde no hallaremos ninguna clase de tranquilidad.

Si no lo tenemos, nos preocupa esa circunstancia y entonces nos sobreviene el afán por conseguirlo. Y en el caso opuesto, si lo tuviéramos estaríamos preocupados por conservarlo y naturalmente por aumentarlo.

Es evidente que tanto en una circunstancia como en la otra, el dinero nunca nos dará tranquilidad, muy por el contrario, solo nos dará problemas porque en la Palabra de Dios se nos anuncia que está en la raíz de todos los males del hombre.

Y siguiendo con la tranquilidad y el quietismo, es decir el no hacer nada, Jesús nos dejó un Mandato que debemos de cumplir y que evidentemente no nos permitirá estar quietos.

El Hijo del Hombre nos mandó llevar el Mensaje de Salvación a todas las personas y hasta los confines de la tierra, con lo que la posibilidad de estar inmóviles es opuesta a tan maravillosa tarea.

También la búsqueda de la tranquilidad es opuesta a la visión que Jesús nos enseñó, por cuanto nos anunció que tendríamos aflicciones, situación que es evidentemente lo contrario de lo que anhelamos.

Por que buscamos la tranquilidad?

Tal vez porque en el fondo lo que pretendemos es vivir cómodamente, tratando de no ver la realidad que nos rodea y por tanto ignorando las necesidades del prójimo.

Pero, que estamos haciendo con nuestra vida?

El Eterno nos mandó a vivir para servir, con Amor y Misericordia, precisamente para tener un Propósito para seguir hasta el último aliento.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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AMAR…!

 

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Seguramente todos ponemos en práctica lo que nos manda la Palabra, de hacer lo que Dios pone en nuestras manos. Y seguramente lo hacemos tanto si nos alegra como si no nos satisface tanto.

Pensamos que lo importante es cumplir!

Sin embargo el Espíritu a lo largo de los últimos años me ha mostrado y demostrado, que no basta con cumplir. Que aunque es bueno que así sea, el sentido de hacer está incompleto, tal y como lo practicamos.

Falta: Amar lo que hacemos!

Y seguramente nos podremos preguntar qué razón o qué razones habría para que además de ser fieles al Mandato, amemos la obra de nuestros talentos o capacidades?
Tan legítima es la pregunta que el propio Eterno nos responde a través del Texto, cuando habla de la bendición que significa que seamos fieles cumplidores y que en todo y por todo demos gracias.
En lo personal suelo aplicarme estos conceptos, cuando dudo o cuando cometo la torpeza de prestar mis oídos a los ataques del enemigo, que denigra y menosprecia aquello que hago sabiendo que lo hago para el Todopoderoso.
Y en esa lucha que siempre tendremos contra el enemigo, en cada día y en cada cosa, es cuándo podremos comenzar a comprender el sentido que tiene amar lo que hacemos.
Ese Amor nos diferencia del resto de los hombres, que trabajan para satisfacer sus afanes, su vanidad y su voluntad de sentirse superiores a quienes los rodean.
Amando lo que hacemos nos inmunizamos contra el desánimo, contra la queja, contra nuestra propia debilidad humana, contra el pensamiento de desear agradar y justificarnos ante los demás.
Si trabajamos para Dios y por ÉL, pongamos amor en nuestra obra, porque solamente así tendrá el verdadero significado de pasar de convertirse en algo convencional u obligatorio, en una auténtica Obra para contribuir al objetivo supremo de extender el Reino.
Ese Amor nos dará fuerzas y nos impulsará a ser buenos padres, esposos, hijos y también a ser los hombres y mujeres que el Señor precisa, para que llevemos las Buenas Nuevas, a otros que como nosotros vivíamos en la ignorancia y la oscuridad y ahora vivimos en la plenitud de la Verdad y la Luz.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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DURO…?

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Cuando llevaba pocas semanas de ser padre por primera vez, presencié una escena que me conmovió profundamente.
Un amigo de la familia que era bastante mayor, tuvo un incidente con un niño que le faltó el respeto. Y su reacción fue en un tono brusco, porque lo que había sucedido fue bastante desagradable.
La madre del niño reaccionó violentamente y a los gritos le reclamó que no tenía ninguna autoridad para tratar de esa manera a su pequeño.
Y allí comenzó la escena, inolvidable para mí.
Mi amigo le dijo: Señora, los mal educados en cualquier momento y lugar encuentran un padre que los educa como yo, con dureza. El problema es suyo, por no haberlo educado, con amor, como corresponde.
Para mi sorpresa hubo dos o tres personas que presenciaban el hecho, que aplaudieron las palabras de mi amigo. En mi condición de padre inexperto, también lo hubiera aplaudido…
Con el paso de los años este episodio siempre viene a mi memoria, cuando hay personas que me acusan de excesiva dureza en mis palabras, buscando que las suavice y las haga más llevaderas.
Pero es eso lo que debo hacer?
Tengo la fuerte convicción de que es precisamente esa actitud de ligereza, de falta de contundencia en afrontar las situaciones difíciles, la que nos lleva a criar hombres-mujeres-flanes, a los que no se les puede enseñar  nada ni reprochar inconductas, porque siempre encuentran defensores.
De qué los defienden?
De la dureza de algunas palabras o actitudes?
Lo de apelar a la figura de los flanes, no es peyorativo pero sí ilustrativo de la forma en que educamos a quienes debemos hacer crecer firmes y rectos como muchos arbolitos que precisan guía para luego permanecer erguidos y fuertes, ante la adversidad de los elementos.
La dureza de la educación debe ser necesariamente acompañada del Amor en su forma superior, para no dañar aquello que debemos educar, porque precisamente lo que deseamos como padres, es que nadie tenga que amonestarlos con el rigor que no tuvimos.
Mi recuerdo siempre me llama a la prudencia, para ser siempre amoroso para que las palabras construyan y no lastimen ni hieran a nadie. Así nos enseña la Palabra de Dios, para que nuestros hijos sean dignos de nuestro Padre.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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COMPASIÓN

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Después de muchos años sin escucharla ni utilizarla, inesperadamente un respetado pastor, mencionó la palabra compasión.
Fue muy grande mi sorpresa y también la necesidad de reflexionar sobre lo que había escuchado y su profundo significado, pues está estrechamente ligada al Ministerio Terrenal de Jesús.
Por qué me sorprendió tanto esta palabra?
Quizás porque sin advertirlo estamos perdiendo la sensibilidad frente a los hechos ante los que reaccionó el Hijo del Hombre y que ahora nos parecen lejanos. No porque dudemos de ellos, sino porque el corazón se está endureciendo como piedra.
En un sentido literal compasión significa sentimientos de pena y de ternura frente al prójimo y la identificación frente a los males, a pesares que está sufriendo.
Corresponde aclarar que cuando hablamos de sentimientos, estamos haciendo referencia a todo aquello que significa un orden superior, no a la vulgaridad con la que nos manifestamos y vivimos.
No estamos hablando de conmovernos hasta las lágrimas frente a un hecho o frente al sufrimiento de un ser humano. Estamos hablando de aquello que nos conmueve como hijos de Dios y que despierta el Amor y la Misericordia más profunda.
Si pensamos y miramos lo mismo que pensó y miró Jesús, tal vez comprenderemos por qué eligió estar junto a los marginados, a los despreciados por la sociedad.
Su mesa estuvo servida para los que verdaderamente sufrían y no encontraban respuesta en una sociedad dura y hostil, tal y como lo podemos advertir en nuestro tiempo.
Sentaríamos en nuestra mesa a los mismos con los que el Mesías compartió sus alimentos?
Difícilmente, porque nuestro corazón no está a la altura de poder identificarnos con quienes no reciben de la sociedad, otra cosa que no sea rechazo y condena.
En eso radica la cuestión. Jesús siendo Dios, no rechazó ni condenó a quienes eran los despreciables, porque tampoco lo hizo después ni ahora en nuestro tiempo.
La compasión es una actitud superior del corazón, ajena por completo a la sensiblería o a la oportunista mirada de quienes se sienten atraídos por tener una ocasión de ser vistos como hombres y mujeres con amor al prójimo.
La compasión es un bálsamo que se extiende sobre la vida y la realidad del prójimo, con la intensidad que se genera solamente en el corazón de Jesús. Busquemos ser sus imitadores para ser discípulos mejores.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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IDÓNEA

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Hay dos clases de personas: las que creen que lo saben todo y las que pensamos que siempre habrá un tiempo para aprender.
En una larga conversación con una querida amiga, me sorprendió cuando comentando un pasaje de su vida, habló de cómo había cambiado su concepto sobre la ayuda idónea..
Recordando el pensamiento de Dios en Génesis, llegamos a analizar la situación de esta señora, esposa del pastor de una pequeña congregación y con un enorme talento para su ministerio.
Sin embargo en ese lugar donde vivían era prácticamente imposible que pudiera desarrollar aquella maravilla de capacidad que el Señor le había concedido y que tuvo una gran repercusión.
Me dijo: Durante un breve tiempo me preocupé, me ofusqué, me entristecía. Pero por la Gracia el Espíritu me advirtió acerca de un nuevo tiempo de mi vida.
Y fue así como la cuestión de ser la ayuda idónea para un hombre, en este mi esposo pastor de una iglesia, se convirtió en una nueva dimensión de servir.
Ahora no solamente servía él, sino que yo lo ayudaba a servir!
Quedó atrás otro tiempo en el que pude servir con mi talento y ahora comenzaba uno nuevo en el que acompañaba de hecho y de palabra, a quién precisaba de mi esfuerzo.
Que significa esto?
Algo tan sencillo y tan profundo, como el de comprender que difícilmente podremos estar mucho tiempo haciendo una tarea, por muy capacitados que estemos para cumplirla.
Puede ocurrir que de tanto realizarla nos habituemos, nos acomodemos a una determinada forma de obrar, perdiendo el sentido superior de la misión de servir.
El Eterno nos ha concedido talentos para que los mantengamos vivos y capaces de ser dúctiles, de aplicarlos de maneras diferentes a lo que nosotros concebimos como normal y lógico.
Mi amiga se declaraba contenta por esta experiencia que había renovado su vida, desde el servir para estar firme al lado de su esposo, haciendo realidad el propósito del Creador de que sea la mujer la ayuda idónea para el hombre.
El ser apropiado para cumplir una tarea, es un entender el contenido profundo de lo que el Todopoderoso ha establecido para cada uno de nosotros.
Entenderlo es nuestra responsabilidad y cumplirlo debe ser nuestra alegría. Además de aprender en cada circunstancia.

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EL FRAUDE

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En un culto de hace bastante tiempo ocurrió un episodio que viene a mi memoria repetidamente, no porque quiera volver al pasado, sino porque fue de una gran enseñanza.
Estábamos en el momento de orar por la ofrenda, todo era mecánico, frío y lo que siguió fue peor todavía. La mayoría de quienes participábamos del culto éramos conscientes que no teníamos dinero para dar, por lo que ese momento de pasar entre los presentes se tornó en algo penoso, por las actitudes que exhibíamos.
Fue en ese momento cuando el Espíritu me inquietó y determiné, quizás con alguna brusquedad, que se terminara esa parte del culto, porque resultaba vergonzoso no para Dios, a quién no tenemos la capacidad y la altura para ofender, sino por nosotros mismos.
Siguiendo lo que el Espíritu dispuso, cambié el mensaje que tenía para la congregación y hablé sobre el fraude. Al comienzo no alcancé a entender que significaba esa palabra que sería la clave para la predicación.
Y pausadamente fui recibiendo, junto con los hermanos, la enseñanza que el Eterno nos quería dar a propósito de lo que significa la ofrenda y como pretendemos engañar a quién nos ha dado todo, comenzando por la vida.
Por qué hubo esa frialdad, esa indiferencia en el momento de levantar la ofrenda?
Por qué la mayoría no tenía dinero para ofrecer?
O por lo que había en nuestros corazones?

El Espíritu nos reveló que había engaño en nuestro interior, básicamente porque nos escudábamos en la circunstancia de no tener medios para colocar en la ofrenda.

Pero, eso era verdad?
Así que lo único que podemos ofrecer a Dios es dinero?
Y nuestro tiempo, y nuestra misericordia, y nuestra compasión, y nuestro Amor por el prójimo no cuentan para nada?
Sencillamente se trata de que cada uno se guarda miserablemente todo lo que Dios nos ha dado y cerramos nuestro puño, ignorando que podemos dar mucho más de lo que nuestra mente puede imaginar.

Solamente con dar Amor al prójimo, ya tenemos algo que ofrecer al Señor!

Aquel culto fue inolvidable, fue inolvidable creo que para todos quienes participamos. Pero para mí fue un severo llamado de atención por intentar cometer el fraude de la pobreza, de la falta de fondos, para no abrir la mano con generosidad, como la abre cada día Dios con su Misericordia.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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QUEDARSE ATRÁS…?

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Un día cualquiera nuestra mente viaja hacia el pasado y nos deja perplejos porque se repiten en una secuencia desordenada y dolorosa, los recuerdos que deberíamos haber dejado atrás cuando nos convertimos en nuevos hombres y en nuevas mujeres.
Para algunos este regreso no es el todo malo, porque en el fondo siguen teniendo una especie de ancla que los aferra al pasado, porque no están del todo convencidos de lo que les espera en el futuro.
Para otros, este regreso supone una vuelta a la emotividad que nos vuelve a enfrentar con situaciones que en su momento fueron penosas y con resultados peores aún.
Lo cierto es que cuando nos arrepentimos y nuestros pecados fueron perdonados, lo fueron de una vez y para siempre!
Por tanto debemos de pensar que no es Dios el que nos hace volver al pasado. Es precisamente el enemigo derrotado, el que intenta una vez más causar daño, el mayor posible.
Lo grave es que lo consigue porque pareciera que siempre estamos dispuestos a facilitarle esos tiempos de evocaciones, en la que nos encontramos repitiendo errores, fracasos y desilusiones.
Yo mismo me pregunto, como es posible que un hombre que se llama hijo de Dios caiga en una trampa tan evidente?
Y la respuesta no es menos contundente. El enemigo nos lleva a revivir lo malo, porque es una manera de hacernos dudar del Perdón del Eterno y de que su Amor cubre nuestra vida, incluyendo nuestro pasado.
Cuando dudamos que hemos sido perdonados, que nuestro pasado quedó en las aguas del bautismo, entonces abrimos la brecha por la que el enemigo nos hace revivir el pasado, primero con seducción y luego con dolor.
La antigua artimaña de seducirnos para que abramos nuestra memoria hacia todo lo que debemos de guardar en el olvido, es muy eficaz, sobre todo con quienes somos débiles en la fe.
Una y otra vez me repito que el enemigo no puede tener poder sobre mi vida, especialmente la que espero con la certeza de que será lo mejor porque está bajo la Soberanía de quién me ama y tiene Misericordia que derramará cada día hasta el fin.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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