LA PESTE Y TRES MILLONES DE MUERTOS

BLOG del TIEMPO

Quienes hemos creído que lo que está azotando al mundo es una peste, recibimos con dolor la noticia de que el número de muertos ha alcanzado los tres millones.

Esta cifra está muy lejana de los alrededor de 60 millones que se cobró la última gran peste que diezmó literalmente a Europa, pero deben considerarse varias circunstancias.

El mundo no es como era y  las posibilidades de prolongar la vida son más grandes que nunca en la historia de la humanidad y por lógica consecuencia, hay mayores posibilidades de preservar la salud y de sanar.

Lo que sí creemos, es que esta peste ha afectado al mundo como ninguna otra, pues ha obligado a alterar una determinada forma de vivir, por otra radicalmente diferente.

Los tremendos excesos de la fantasía en la que vivíamos, han dado lugar a una realidad que tiene otros parámetros y que nos permiten centrarnos en forma directa, en las personas.

Seguramente nada será como en el pasado y también los hombres no seremos como éramos hasta hace poco más de un año. Tal vez podamos aprender a elevar nuestras miradas hacia lo Alto y vivir bajo la Soberanía de Dios.

Diego Acosta

La Familia y la peste

Estos meses de padecimiento de la peste
son muy especiales,

porque pueden permitir el reencuentro,
de los padres y de los hijos.
Es verdad que hay que lamentar momentos muy tristes,
pero también una visión distinta para los Nuevos Tiempos.
Diego Acosta – MENSAJE DOMINICAL

CONGREGACIÓN SÉPTIMO MILENIO

Nuevos Tiempos con Paz y sin miedo

Invirtiendo los términos de normalidad por Nuevos Tiempos,
podremos comprender el significado de la Paz
que nos dejó Jesús,

para vivir sin miedo, ni por el futuro ni por las necesidades.
Ante la incertidumbre tendremos certezas
y ante el miedo tendremos confianza.
Diego Acosta – BLOG DEL TIEMPO

La Buena decisión…!

MENSAJE

Es imposible volver a la normalidad perdida
pero si vivir nuevos tiempos
y en esto debemos centrar nuestra atención
para ser nuevos hombres y nuevas mujeres.
Si no podemos volver al pasado,
por que pretendemos ser los mismos

y no seres diferentes al aceptar a Jesús?
Diego Acosta – Berlín