LA ODIOSA INQUIETUD

EL ABUELO SALOMÓN

Sin razón alguna que podamos identificar rápidamente, a veces nos enfrentamos con algo en nuestro interior, que nos altera y nos preocupa.

Se trata de la inquietud que no podemos controlar, pero que un día tras otro, nos lleva a pensar que será lo que nos está ocurriendo, para que nos encontremos en esta situación.

Cuesta mucho esfuerzo tratar de encontrar las razones para la inquietud y lo peor, es que en la mayoría de las ocasiones que lo intentamos, no logramos ningún resultado.

Cabría entonces la pregunta: que estoy buscando, realmente?

Una explicación o una razón?

Si se trata de lo primero, es más que difícil que podamos hallar una explicación, porque no hay signos que nos lleven a tener claro, porque hemos perdido la paz.

Si se tratara de una razón, la respuesta es más compleja todavía, porque en principio no vemos nada que nos pueda clarificar el origen de la situación que nos aflije.

Finalmente podríamos preguntarnos: Y si estuviéramos buscando en las razones del mundo y nos estuviéramos equivocando?

AMIGOS O CONOCIDOS

EL ABUELO SALOMÓN

En cierta ocasión me encontré casi en la necesidad de hacer una especie de recuento relacionado con mis amigos. Y me llevé una gran sorpresa.

Estaba ante una situación complicada y me hice un listado imaginario y resultó que las personas a las que consideraba mis amigos, por diferentes razones no eran tantos como me había imaginado.

Y ahí descubrí la diferencia que existe entre amigos y conocidos. Gente con las que tenía trato, eran bastantes, pero aquellos a los que podía abrir mi corazón muy pocos.

A tal punto llegó esta especie de análisis desapasionado, que en mi mente comenzó a perfilarse la idea de que me había equivocado en mi planteamiento.

No tengo en realidad, prácticamente a nadie a quién considerar verdaderamente mi amigo. Y esto me llenó de tristeza, porque no pude encontrar con quién compartir mis momentos de dudas.

O a lo mejor, me había equivocado a quién debía buscar.

Diego Acosta

CASUALIDAD

EL ABUELO SALOMÓN

Cuando nos ocurren cosas importantes en la vida, lo primero que hacemos es atribuirlo a la casualidad. Por asombrosas que sean y por inexplicables que resulten los razonamientos.

Muchas veces cuando afronto estas situaciones pienso que la casualidad no puede ser una explicación suficiente… para tantas casualidades.

Mi abuela en su sencilla visión de la vida decía: No sé que es, pero no lo entiendo…Y ahí terminaban sus preocupaciones, porque su sentido práctico de las cosas la hacía abandonar todo aquello que escapara de sus manos.

A veces suelo caer en la tentación de obrar de la misma manera, pero me parece que tratando de profundizar o de entender la cuestión, tampoco vale como explicación.

En el fondo siempre me queda la duda de por qué ocurren determinadas cosas, en momentos exactos y en circunstancias perfectas?

Tal vez haya que pensar que no existen las casualidades…?

Diego Acosta

IMITADORES

EL ABUELO SALOMÓN

En los tiempos en que vivimos obramos compulsivamente y nos hacemos eco, de todo lo que se nos dice, insinúa, sugiere o directamente podríamos decir que se nos manda hacer.

Por eso es que seguimos las modas, las propuestas que muchas veces no tienen nada que ver con nuestra sensibilidad y que sin embargo las aceptamos porque otras personas lo hacen.

Nos estamos convirtiendo en imitadores de primera calidad, es decir lo hacemos muy bien, dando satisfacción al mundo por haber ganado un nuevo militante de sus métodos.

Por qué aceptamos que esto sea así?

Muchas veces por comodidad, por indolencia o simplemente porque no nos detenemos a pensar en cómo obramos y nos dejamos arrastrar por la vorágine en la que vivimos.

Es necesario que reaccionemos y que seamos imitadores, pero de los buenos ejemplos, que los hay y pueden transformar nuestras vidas para siempre.

Sólo es necesario pensar un poco y reflexionar.

Diego Acosta

EL MEJOR AMIGO

EL ABUELO SALOMÓN

Muchas veces nos habremos preguntado si verdaderamente tenemos lo que podríamos llamar el mejor amigo. Pero, hemos encontrado la respuesta?

Que caracteriza al mejor amigo?

Su fidelidad, como rasgo esencial. La fidelidad la comprobaremos a lo largo de los años y también de las situaciones que nos toque vivir. Y lo sabremos porque nunca nos traicionará.

También podremos saber quién es nuestro mejor amigo, cuando con el tiempo, nos demos cuenta qué es el que siempre ha hablado lo justo y que nunca ha pretendido ni ocultar la verdad ni disimular lo que no es bueno.

Este amigo es el que nunca nos abandonó y podremos estar seguros qué nunca lo hará, porque su relación con nosotros, no está basada en ningún concepto humano que se vincule con el interés o la especulación.

Tenemos un amigo con estas características? Si la respuesta es no, sigamos buscando porque ese amigo existe y nos está esperando.

Diego Acosta

 

NOVEDOSO Y PELIGROSO?

EL ABUELO SALOMÓN

No cabe la menor duda en que vivimos un tiempo complejo y lleno de continuas novedades. Algunas asombrosas y otras no tanto, pero que tienen el común denominador de lo impactantes que nos resultan.

La cuestión es saber si verdaderamente son novedosas y también tratar de determinar que pueden tener de bueno o de malo para nuestra vida.

Debemos tener especial cuidado en todo aquello que consideramos novedoso, porque podría haber sucedido en el pasado. No estamos hablando de cuestiones vinculadas con cualquier forma de tecnología.

Pero sí de consideraciones que se relacionan con la naturaleza humana y sus cambios. También de las conductas y de todo ese tipo de cuestiones que puedan resultar enormemente sorprendentes.

Pensemos: Esto es bueno para mí?

Lo acepto sin discusiones o por el contrario, me tomo mi tiempo para analizar cada cosa en concreto. Seguramente nos sorprenderemos cuantas cosas novedosas tienen sus antecedentes en el pasado y no resultaron buenas.

Diego Acosta

LOS DESECHADORES

EL ABUELO SALOMÓN

Quizás nos podamos sorprender cuando nos llamamos a nosotros mismos: desechadores.

Desechadores, de qué?

Pues desechadores de todo, principalmente de lo que nos dicen  nuestros padres o nuestros verdaderos amigos, cuando nos hacen reflexiones sobre algunas de nuestras decisiones.

Esto ocurre, porque nos consideramos más sabios que los sabios y por tanto no precisamos que nadie nos diga nada y mucho menos si se trata de cuestionar o modificar alguna idea que consideramos como la verdad absoluta.

Lo triste es que cuando nos damos cuenta de qué aquellos consejos o sugerencias estaban acertados y los nuestros muy equivocados, ya es tarde porque estaremos ante situaciones irreparables.

Ser sabio es una virtud que nuestra soberbia nos impide que tengamos, porque entender que el patrimonio de la sabiduría no lo tiene nadie, es el comienzo de una nueva forma de vivir. Mejor, claro está.

Diego Acosta

YO, EL PRÓJIMO

EL ABUELO SALOMÓN

Hace un tiempo estuve pensando acerca de lo que significa ayudar al Prójimo, ayudar a quién lo necesite, porque es un principio de solidaridad fundamental.

Y siguiendo con el hilo del pensamiento, vino a mi mente la idea de que un día, el prójimo puedo ser yo mismo. Y entonces, es cuando cambia la perspectiva y todo tiene otro sentido.

La idea de ayudar al Prójimo, sin limitaciones y sin especulaciones, tiene su importancia porque debemos pensar que nadie está exento de sufrir alguna situación, en la que precise de los demás.

O de una sola persona que extienda la mano solidaria, en momentos en los que a lo mejor lo único que pueda llegar a necesitar es alguien que me escuche.

No solo es de sabios ayudar al Prójimo, sino también el fundamento sobre el que un día, tal vez yo mismo sea el prójimo y entonces pediré, lo que a lo mejor he negado en más de una ocasión.

Diego Acosta

MUCHO O POCO

EL ABUELO SALOMÓN

Es curioso como el que mucho tiene siempre estará bajo sospecha cuando tiene un acto de generosidad. Siempre se dudará sobre lo que ha salido de su mano.

Se dirá que ha sido poco, que no ha sido generoso sino más bien lo contrario, rozando la categoría de miserable. Por mucho que haya dado.

En cambio el que poco o nada tiene, todo lo que ponga en la mano de otro, será siempre mucho. Simplemente, porque nadie pondrá en duda que está dando de lo que falta y no de lo que le sobra.

Pensando en esto, viene al caso saber que en el fondo se trata de tener buenos actos, no por el placer de hacerlo, sino por la necesidad espiritual de ayudar al Prójimo.

De allí que haya dadores alegres y personas que se piensan muy bien cuanto ofrecerán porque tratan de asegurar que ese hecho no afecte su tranquilidad futura.

La mano abierta siempre será generosa, aunque solamente tenga lo indispensable. Pero en una mano abierta, siempre es posible recibir de la generosidad de otro.

Diego Acosta