LA FIDELIDAD

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La palabra fidelidad la podemos asociar con múltiples actitudes de los seres humanos. Pero en el caso del profeta  Daniel, adquiere dimensiones ejemplares.

Cuando el rey Belsasar y su corte celebraban una gran fiesta utilizando los bienes que habían robado del Templo de Jerusalén, ocurrió un suceso extraordinario.

Una mano escribió una frase en una de las paredes, por lo que Belsasar pidió que fuera interpretada y traducida para saber su significado.

El rey visiblemente turbado ofreció a quién le dijera el significado de esa perturbadora frase, le concedería el tercer lugar en el reino.

Varios fracasaron y llegó el turno de Daniel. Aceptó el pedido del rey pero declinó el ofrecimiento de los honores babilónicos.

Nos podemos preguntar: No era importante ser el tercer hombre del imperio babilónico?

Por qué lo rechazó Daniel?

En las respuestas hallaremos muchas reflexiones acerca de nuestra propia vida. Comenzando por mí, sería muy difícil de rechazar honores y menos de un imperio como el de Belsasar.

Pero Daniel nos enseñó de una manera radical, que quienes nos llamamos hijos de Dios, no podemos aceptar honores de nadie, que no provengan de ÉL.

Y mucho menos de los babilonios que habían menospreciado con el uso que le daban a los objetos del Templo, intentando denigrar y menoscabar al Eterno.

En la hora de asumir situaciones, pensemos que los honores afectan un lado muy vulnerable de nuestra condición humana: La vanidad!

Y debemos asumir como Daniel, que el único honor que es válido para los hombres, es el que proviene de Dios. Todos los demás son piedras de tropiezo, que nos harán caer y alejarnos de ÉL.

Daniel 5:17

Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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