SIN PLEITOS

SIN PLEITOS

El Príncipe de Paz continuó enseñando lo relacionado con el nuevo Mandamiento sobre el Amor que había establecido y que debía extenderse hasta nuestros enemigos.

MATEO 5:40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa.  Resultó impresionante en aquellos tiempos, semejante afirmación. En realidad, tal como sigue ocurriendo en nuestros días.

Jesús nos mandó no solo eludir la posibilidad de ir a litigar, sino que además de renunciar a nuestra túnica, deberíamos entregar a nuestro acreedor, no solo la túnica que nos demanda, sino que deberíamos entregar otra prenda.

En el caso de los tiempos del Hijo del Hombre, se trataba de dos elementos muy utilizados por los varones. La túnica que era una especie de camisa larga, que llegaba hasta prácticamente la altura de los tobillos.

La capa era un recurso contra las bajas temperaturas, que se utilizaba para cubrir el cuerpo hasta aproximadamente la cintura. Con lo que resulta obvio, que ambas prendas eran sumamente necesarias para la vida cotidiana.

En el Antiguo Testamento podemos encontrar en el Libro de los Proverbios dos referencias sobre este tema. En 3:3 leemos: Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón.

En Proverbios 11:17 aprendemos: A su alma hace bien el hombre misericordioso; más el cruel se atormenta a sí mismo. Jesús hizo referencia a uno de los atributos del Padre: la benignidad.

Diego Acosta

 

 

 

HABLEMOS: SI o NO

SI, SI. NO, NO.

El Hijo del Hombre formula otra categórica definición relacionada con nuestra conducta.

MATEO 5:37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. En algunas versiones o traducciones se introduce sustituyendo al párrafo completo el término: al diablo pertenece.

Jesús no deja ninguna duda con relación a nuestros comportamientos: no existe otra posibilidad de expresarnos que no sea inequívocamente si o no.

Lo que hagamos en contrario no está de acuerdo con esta afirmación y por tanto pertenece efectivamente al enemigo de nuestra fe, a Satanás.

En el Antiguo Testamento hay varias referencias a esta cuestión. En el Salmo 34:13 podemos leer: Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.

 En el Libro de Proverbios, hay dos advertencias. Una en 13:3 El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.

Y ampliando el concepto encontramos en 21:23 El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.

Si guardamos nuestra boca guardaremos nuestra alma y la libraremos de pesares. Queda manifiestamente claro la importancia de la forma en que nos expresemos.

En el Nuevo Testamento Santiago en 3:6 se refiere en duros términos a este asunto: Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.

 Nos advierte con relación a nuestra lengua que está en nuestro cuerpo para contaminarlo, porque tiene maldad y es un fuego que inflama inspirada por Satanás, a toda la Creación.

Diego Acosta