QUÉ GLORIA…?

Como la historia se repite una y otra vez, según enseña Eclesiastés, también la cuestión de la gloria, es un tema que a lo largo del tiempo sigue vigente.

Cuando los judíos rechazaron a Jesús, tenían sus motivos para hacerlo, aunque estuvieran equivocados en sus apreciaciones.

Ellos pretendían que el Mesías que esperaban cumpliera con las expectativas que se habían imaginado, en torno a su condición.

Es decir: Ellos creían que el Hijo de Dios que descendería a la Tierra, tendría algunas características que eran muy diferentes de las que Jesús mostró en su Ministerio.

No vino como un rey libertador, sino como un humilde y manso siervo, a enseñar sobre el Reino y su Justicia y sobre el mandamiento del Amor.

Por estas razones Jesús los amonestó!

Y lo hizo en torno a una cuestión que en aquellos tiempos y hoy mismo, tiene importancia para muchos hombres.

Se trata de la gloria personal, para el cumplimiento de todo lo que demanda la vanidad y el afán de distinguirse sobre el resto.

El Hijo del Hombre les advierte, que ellos ya tienen todo eso, pues se concedían y nos concedemos la gloria los unos a los otros.

Pero en esa actitud, se olvidaron y nos olvidamos de buscar la única Gloria verdadera, que es la que proviene del Eterno.

La gloria humana es efímera como nuestra propia condición de mortales. La Gloria del Supremo es Eterna, como corresponde a su propia condición.

Pensemos en esto. No dejemos que los afanes humanos nos desvíen de lo único Verdadero!

ES – Juan 5:44 – ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?

PT – João 5:44 – Como podeis vós crer, recebendo honra uns dos outros e não buscando a honra que vem só de Deus?

Diego Acosta / Neide Ferreira

LA BIBLIA – Juan 8:12-32

Jesús enseña que es el enviado del Padre y habrá Salvación para el que crea.

12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.

15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.

16 Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre.

17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.

18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.

19 Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.

20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.

21 Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.

22 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?

23 Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.

24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.

25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.

26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.

27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre.

28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.

29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.

30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

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LOS INCRÉDULOS

Quienes son incrédulos?

Es una inquietante pregunta, porque a veces me incluyo dentro de este grupo de personas, que tienen la facilidad de dudar, particularmente sobre Dios.

Por sorprendente que resulte, somos capaces de creer en relatos que se remontan a lejanos tiempos del pasado y que deberíamos considerar con una cierta reserva.

Acaso existieron determinados personajes?

O sus hechos?

O sus conquistas o sus derrotas?

O los lugares que visitaron y hasta donde murieron?

Pero generalmente los damos por ciertos, aún cuando los márgenes para la duda son mayores que lo razonables en cuanto a la seguridad histórica.

Lo mismo sucede con una teoría que muchos dan por válida, ignorando lo esencial: Ninguna teoría es cierta hasta que no se convierta en ley.

No obstante, sin ninguna clase de rigor consideramos válidos hechos y personajes y también teorías, que deben ser comprobados o demostrados.

Pero con Dios todo es diferente!

En el fondo, muchas veces he pensado que se trata de una manera de no aceptar su existencia, porque significaría que tendríamos que rendirnos ante su Grandeza y Majestad.

Somos capaces de adorar a cualquier tipo de ídolos, incluso personas carnales como nosotros, pero no aceptamos que fuimos Creados y tenemos la Vida por el Dios que negamos.

Lo más triste es que un incrédulo tal vez termine sus días viviendo en una duda que no será capaz de admitir, pero que en el momento final precise aclarar desesperadamente.

Pido perdón por mis dudas y clamo por los que niegan lo Único Verdadero.

João 5:44 – Como podeis vós crer, recebendo honra uns dos outros

                  e não buscando a honra que vem só de Deus?

Juan 5:44 – ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de      

                  los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?

Diego Acosta / Neide Ferreira

LABIBLIA – Juan 8:12-32

Jesús enseña que es el enviado del Padre y habrá Salvación para el que crea.

12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.

15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.

16 Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre.

17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.

18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.

19 Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.

20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.

21 Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.

22 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?

23 Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.

24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.

25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.

26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.

27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre.

28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.

29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.

30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

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AGUA

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

El día era caluroso, y el camino se hizo más largo de lo previsto. Tras una enorme caminata, pude al fin divisar un pequeño establecimiento donde pensé encontrar algún refresco que pudiera saciar mi sed.

Al acercarme, pude ver que no era gran cosa, y se veía descuidado y algo viejo. Me acerqué al mostrador con incertidumbre, y tuve que llamar a voces al dependiente, pues no parecía haber nadie. Al fin, un hombre de edad madura se acercó sin prisa y me preguntó:

– ¿Qué desea? ¿Algún aperitivo?
– Me bastaría con un poco de agua. Calculé mal el trayecto y agoté cuanto tenía. Comida llevo, y cuantos utensilios se imagine también, pero… Nada de beber.
– Bueno, le puedo ofrecer una botellita de esta marca, o si lo prefiere, un vaso de agua medicinal.
– ¿Agua medicinal? ¿Qué es eso?
– La que recogemos nosotros mismos del río que discurre tras esta finca.
– ¡Ah no, gracias! Prefiero la botella. No se ofenda, pero viene precintada, con registro de garantía y de sanidad…
– No siga, no es necesario: Todos dicen lo mismo, nadie prueba mi agua. La gente de la ciudad se cree que lo sabe todo.
– No se ofenda pero, las medidas de higiene que siguen en la elaboración de estas botellitas, seguro que son más estrictas que las que usted pueda ofrecer.
– ¿De veras? Usted bebe tranquilo ese agua porque tiene etiquetas que le hacen confiar. Mi agua no tiene etiquetas porque no las necesita…
– No estoy de acuerdo. Bebo tranquilo porque sé que es agua de manantial.
– ¿Acaso usted a visto de donde sale? ¿Ha comprobado si son tan limpios esos procesos como usted cree? Por eso le digo que usted bebe tranquilo por la etiqueta, porque se cree lo que en ella pone, pero nunca se ha planteado que la etiqueta pudiera ser mentira ¿Verdad?
– Bueno, si fuera así, los de sanidad ya habrían hecho algo.
– No continúe, esa canción la conozco. Venga conmigo y luego hablaremos si lo cree oportuno. De todos modos, tome esta botella y sacie su sed, pero no haga como todos los demás, que compran dos o tres botella y se marchan corriendo.

Mientras caminaba para alejarnos de la casa, pensaba cómo me habría dejado convencer tan fácilmente a acompañar a este hombre, quizás por no ser descortés, quizás por curiosidad… Curiosidad que me guiaría más tarde a descubrir una las realidades más importantes de mi vida.

Tras bajar un pequeño sendero, el camino se hizo estrecho entre la maleza, pero al poco, llegaba a un lugar que no pensé que pudiera esconderse en aquel paraje: Todo era verdor, y un paradisíaco lago nos esperaba quieto, sereno. Poco después, buscando el surco de un arroyo, subimos hasta el lugar en el que las grietas de la roca brotaban con abundancia formando un cristalino estanque. Era el lugar más relajante que jamás he conocido en la tierra.

El hombre metió un recipiente bajo aquel bucólico chorro, y me la dio a probar. Él tomó también, para mostrarme que el agua no era dañina. Reconozco que nunca había probado un agua tan suave, insabora y fresca como aquella. Entonces mi repentino compañero me preguntó:

– ¿Qué tal?
– Excelente (contesté) No imaginaba encontrar esto aquí.
– Yo no sé si la etiqueta de esa botella será veraz o no, pero le aseguro que usted está bebiendo ahora verdadera agua de manantial, recién salida de la madre tierra, filtrada por las nobles montañas que regalan sus minerales a este vital líquido. Usted, como tantos, está acostumbrado a que se lo den todo hecho, a leer las etiquetas y creer lo que dicen, a juzgar las cosas por las apariencias; hasta el día de hoy, usted no había venido al origen real de las aguas, usted creía beber agua de manantial, pero hoy puede estar seguro de que realmente lo ha hecho. En el origen de las cosas se encuentra su esencia, su pureza, y aún si me apura, la verdad misma. No beba del grifo si puede beber directamente del mismísimo manantial.

Yo no te voy a convencer de nada, pero quiero retarte a algo. Veamos la Biblia como si nunca nos hubiesen hablado de ella, encontremos la sencillez que esconde tras la fachada de complicación con la que algunos «eruditos» la han embotellado, y los más importante, usémosla para conocer a Su Autor de una forma vital y dinámica. No pretendo dar clases de erudición, pero sí abrir tus ojos a una realidad que quizás hasta el momento haya estado escondida por causa de una botella mal etiquetada.

Juan 4:13-14
13. Respondió Jesús y le dijo:Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
14. mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

Pr. José Gilabert – España

LA BIBLIA – Juan 5:30-47

Jesús afirma que su testimonio es mayor que el de Juan el Bautista, pues proviene del Padre.

30 No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.

31 Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.

32 Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.

33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.

34 Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.

35 El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.

36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

37 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,

38 ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.

39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;

40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

41 Gloria de los hombres no recibo.

42 Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.

43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.

44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?

45 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

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LA BIBLIA – 1 Juan 4

«Juan nos enseña que Dios es Amor y que si no amamos a nuestros hermanos, es porque no lo tenemos a ÉL en el corazón».

4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 
4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 
4:3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. 
4:4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. 
4:5 Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. 
4:6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
4:7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 
4:8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 
4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 
4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 
4:11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. 
4:12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. 
4:13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. 
4:14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. 
4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. 
4:16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 
4:17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. 
4:18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 
4:19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 
4:20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 
4:21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

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LABIBLIA – 1 Juan 2:15-29

“Juan recuerda que para enfrentar al anticristo hay que ser fieles para ser merecedores de la vida Eterna”.

2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 
2:16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 
2:17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
2:18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 
2:19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. 
2:20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 
2:21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. 
2:22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 
2:23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. 
2:24 Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. 
2:25 Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. 
2:26 Os he escrito esto sobre los que os engañan. 
2:27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. 
2:28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. 
2:29 Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.

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A BÍBLIA – 1 Juan 2:15-29

“João lembra que para enfrentar o anticristo é preciso ser fiel para ser merecedor da vida Eterna”.

15 Não ameis o mundo, nem o que no mundo há. Se alguém ama o mundo, o amor do Pai não está nele.

16 Porque tudo o que há no mundo, a concupiscência da carne, a concupiscência dos olhos e a soberba da vida, não é do Pai, mas do mundo.

17 E o mundo passa, e a sua concupiscência; mas aquele que faz a vontade de Deus permanece para sempre.

18 Filhinhos, é já a última hora; e, como ouvistes que vem o anticristo, também agora muitos se têm feito anticristos; por onde conhecemos que é já a última hora.

19 Saíram de nós, mas não eram de nós; porque, se fossem de nós, ficariam conosco; mas isto é para que se manifestasse que não são todos de nós.

20 E vós tendes a unção do Santo e sabeis tudo.

21 Não vos escrevi porque não soubésseis a verdade, mas porque a sabeis, e porque nenhuma mentira vem da verdade.

22 Quem é o mentiroso, senão aquele que nega que Jesus é o Cristo? É o anticristo esse mesmo que nega o Pai e o Filho.

23 Qualquer que nega o Filho também não tem o Pai; e aquele que confessa o Filho tem também o Pai.

24 Portanto, o que desde o princípio ouvistes permaneça em vós. Se em vós permanecer o que desde o princípio ouvistes, também permanecereis no Filho e no Pai.

25 E esta é a promessa que ele nos fez: a vida eterna.

26 Estas coisas vos escrevi acerca dos que vos enganam.

27 E a unção que vós recebestes dele fica em vós, e não tendes necessidade de que alguém vos ensine; mas, como a sua unção vos ensina todas as coisas, e é verdadeira, e não é mentira, como ela vos ensinou, assim nele permanecereis.

28 E agora, filhinhos, permanecei nele, para que, quando ele se manifestar, tenhamos confiança e não sejamos confundidos por ele na sua vinda.

29 Se sabeis que ele é justo, sabeis que todo aquele que pratica a justiça é nascido dele.

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VIVIR CON INJUSTICIAS

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

Pero José les respondió: No temáis, pues ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente. Génesis 50.19–20

Podemos convivir con muchas dificultades y sacrificios, pero cuando percibimos que hemos sido tratados con injusticia nos sentimos traicionados en lo más profundo de nuestro ser, especialmente cuando viene de aquellos que más amamos. La agonía de esta insoportable carga la capta el salmista: «No me afrentó un enemigo, lo cual yo habría soportado, ni se alzó contra mí el que me aborrecía, pues me habría ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, ¡mi guía, y mi familiar!, que juntos comunicábamos dulcemente los secretos y andábamos en amistad en la casa de Dios» (55.12–14).
El cristiano maduro deberá aprender a manejar correctamente las injusticias para evitar un proceso que le quitará el gozo y la paz y, eventualmente, pondrá fin a la efectividad de su ministerio. Nada ilustra esto con tanta fuerza como la vida de los hermanos de José. A pesar de que habían pasado 44 años desde aquella terrible decisión de vender a José como esclavo, seguían atormentados por lo que habían hecho, presos del miedo a la venganza. Piense en eso. ¡La mitad de la vida atormentados por algo que habían hecho casi 50 años antes!
No sabemos en qué momento José resolvió las devastadoras consecuencias de ser vendido por sus hermanos, pero el texto de hoy nos da pistas acerca de dos cosas que habían ayudado a José a superar la crisis. En primer lugar, José entendía que él no estaba en el lugar de Dios, y que juzgar a sus hermanos era algo que no le correspondía. Nuestros juicios siempre van a estar empañados por nuestra limitada visión humana. Solamente Dios juzga conforme a la verdad. Por esta razón, no le es dado a los hombres el emitir juicio contra otros. Aun Jesucristo se abstuvo de emitir juicio, diciéndole a los judíos: «Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie» (Jn 8.15).
En segundo lugar, José tenía una convicción profunda de que Dios estaba detrás de lo que le había pasado. Esto es algo fundamental para el hijo de Dios. Con demasiada frecuencia nuestra primera reacción en situaciones de injusticia es cuestionar la bondad de Dios, preguntando por qué Él ha permitido lo acontecido. Pasaron años antes de que José comenzara a ver el «bien» que el Señor tenía en mente cuando permitió que la tragedia tocara tan de cerca su vida. Mas la convicción de que Dios puede convertir aún las peores maldades en bendición siempre existió, y esto guardó su corazón de la amargura y el rencor.

Pr. José Gilabert – España

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