DE DIOS…!

En los momentos importantes de mi vida, puedo decir que he podido ver la Mano de Poder del Altísimo!

Cuando aquello que anhelaba parecía más lejos que nunca, en las circunstancias más inesperadas, se concretaba delante de mí.

Es que el Amor de Dios se manifiesta cuando llega el momento Perfecto, que solamente Él conoce y sabe cuándo será mejor para cada vida.

En estos días agradezco un presente que casi había descartado y que permanecía en mí, como algo inalcanzable…pero sin perder todas las esperanzas.

El Eterno llama a confiar en su Autoridad y en su Omnipotencia!

Si confío mantengo viva la llama de mi fe y por tanto es posible que esa llama, por muy pequeña que sea, ilumine mi vida con un Grandioso Milagro.

Sabiendo esto, debemos ser más humildes que nunca para recibir y más agradecidos que nunca para honrar a quién nos ha mostrado una vez más, su Misericordia y su Amor.

Salmo 34:8

ES – Gustad, y ved que es bueno Jehová;

Dichoso el hombre que confía en él.

PT – Provai e vede que o Senhor é bom;

bem-aventurado o homem que nele confia.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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LA BIBLIA – Juan 5:30-47

Jesús afirma que su testimonio es mayor que el de Juan el Bautista, pues proviene del Padre.

30 No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.

31 Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.

32 Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.

33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.

34 Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.

35 El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.

36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

37 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,

38 ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.

39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;

40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

41 Gloria de los hombres no recibo.

42 Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.

43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.

44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?

45 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

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CONOCIMIENTO…!

En una oportunidad me preguntaron: Cómo se hace para conocer a Dios?

Fue un requerimiento directo, sin ninguna clase de preámbulo, que me obligó a razonar primero y a orar después para pedir ayuda al Espíritu.

Como siempre la respuesta proviene de la Palabra de Dios, a través de la Sabiduría que el Espíritu pone en nuestro corazón y en nuestra boca.

Como se hace para conocer a Dios?

Tal vez sea más sencillo de explicar que de concretar en hechos. De explicar es simple: Defender a los pobres y los oprimidos.

Hacerlo es tremendamente complicado, porque en esa acción siempre prevalecen nuestros intereses personales y nos olvidamos de aquello que tenemos la obligación de materializar.

Recuerdo sobre este punto, que la primera vez que tuve que salir en defensa de alguien que ostensiblemente no estaba en condiciones de intentarlo siquiera, dudé mucho, demasiado.

Mi mente argumentaba: Por qué te vas a involucrar en una situación que no has provocado y que tampoco te afecta directamente?

Y es precisamente en esa duda donde el enemigo puede ganar la batalla. Esa es la duda que finalmente puede apartarnos de hacer el bien, por defender nuestra causa personal y no la de quién necesita por debilidad, que alguien lo defienda.

Cambiar nuestro deber por nuestros intereses, conspira contra el Mandamiento del Soberano. ÉL es el que cuida nuestros intereses y nosotros debemos cuidar al necesitado, al desprotegido.

Si verdaderamente amamos al prójimo, entonces podremos ver como el Amor de Dios se derrama sobre nuestra vida. Que es una de las mejores formas de conocerlo!

Jeremías 22:16

El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? dice Jehová.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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TRADICIÓN…?

Por qué festejamos el nacimiento de Jesús?

Esta pregunta estuvo flotando en una conversación, en la que se debatía el propósito de una celebración, que ha pasado de ser Feliz Navidad, a Felices fiestas y más simplemente a decir: Felices días.

Tiene algún significado esto de decir felices días?

Alguien seguramente se lo buscará y a su modo tal vez lo encuentre, pero seguirá siendo una solemne tontería decir: Felices días…

El lado oculto de estas conversaciones-discusiones no es otro que pretender restarle importancia al acontecimiento más notable de la Historia de la humanidad.

Por utilizar un lugar común podríamos decir: Se pretende tapar el sol con las manos. O ignorar que el prodigioso orden que reina en la Creación, es obra de un proceso que nadie sabe cómo ha empezado ni como ha continuado.

El nacimiento de Jesús constituye por sí mismo, un hecho tan asombroso, que se merece respeto solamente por todas las profecías que lo anunciaron.

Aunque solamente fuera por eso, deberíamos inclinarnos ante la grandiosidad del alumbramiento de Belén.

Pero también es verdad que las tradiciones le restan valor a todo lo que verdaderamente tiene importancia. Y la Navidad, es una de ellas.

Pero no por eso podemos poner en duda, que el Glorioso Nacimiento, es un hecho maravilloso para cada uno de los hombres y las mujeres que a lo largo de la Historia poblamos la Tierra.

Es verdaderamente penoso imaginar, por qué hay quienes lo niegan, intentan denigrarlo o ignorarlo. Por mucho empeño que se ponga, en afirmar lo contrario, Jesús nació como prueba del Amor de Dios para cada uno de nosotros.

Isaías 42:2

He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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UN NIÑO…!

Quienes somos padres sabemos lo maravilloso que es el nacimiento de un nuevo ser!

También sabemos cuánto nos duele el sufrimiento de nuestro hijo!

Hablo en singular porque aunque tengamos varios hijos, siempre que tenemos alguna situación con uno de ellos, hablamos en singular por el problema que tenemos con ese hijo en particular.

Esto me hace reflexionar acerca del Nacimiento más notable de la Historia humana: El de Jesús!

Aún quienes lo niegan, no lo aceptan o lo repudian, deben aceptar que su presencia en la Tierra siendo Dios como Hombre, es tan extraordinaria, que marcó la época en el tiempo que medimos en años y siglos y milenios.

El Nacimiento de Jesús es el símbolo maravilloso del Amor de Dios por las joyas de su Creación y su preocupación por nuestra Salvación.

De allí el significado de este Nacimiento, Jesús nació para dejarnos el más importante legado que podríamos recibir: La Vida Eterna, tras el arrepentimiento, el perdón y el bautismo, que acredita nuestra nueva condición de Hijos.

Pensando en esto, es que creo que en estas horas debemos tratar de aislarnos del bullicio del mundo, para en silencio dar gracias por el Nacimiento Glorioso.

Podríamos decir que ese es el más grande presente que Dios nos ha dado a los hombres. Tal vez sea por eso que no somos capaces de valorarlo en su auténtica magnitud.

Hagamos de estas horas, un tiempo diferente en nuestra vida, con abstracción de si la fecha del 24 es correcta o no. Eso es lo menos relevante.

Lo importante es que un Niño nos es nacido!

Mateo 1:23

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

Diego Acosta/ Neide Ferreira

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