casualidad

CASUALIDAD

EL ABUELO SALOMÓN

Cuando nos ocurren cosas importantes en la vida, lo primero que hacemos es atribuirlo a la casualidad. Por asombrosas que sean y por inexplicables que resulten los razonamientos.

Muchas veces cuando afronto estas situaciones pienso que la casualidad no puede ser una explicación suficiente… para tantas casualidades.

Mi abuela en su sencilla visión de la vida decía: No sé que es, pero no lo entiendo…Y ahí terminaban sus preocupaciones, porque su sentido práctico de las cosas la hacía abandonar todo aquello que escapara de sus manos.

A veces suelo caer en la tentación de obrar de la misma manera, pero me parece que tratando de profundizar o de entender la cuestión, tampoco vale como explicación.

En el fondo siempre me queda la duda de por qué ocurren determinadas cosas, en momentos exactos y en circunstancias perfectas?

Tal vez haya que pensar que no existen las casualidades…?

Diego Acosta

decima plaga

DÉCIMA PLAGA

ESCUDRIÑAR

El proceso iniciado por Jehová para la liberación de su pueblo cautivo en Egipto, culminó con el anuncio de la décima plaga, que sería peor que la horrorosa novena de las tinieblas.

En este caso morirían todos los primogénitos de Egipto y las muertes no afectarían a los israelíes ni a sus animales, tal y como aconteció en las plagas anteriores.

La muerte el primogénito tenía especial trascendencia, pues en el caso de Faraón, era su heredero natural y daba continuidad a la dinastía, además de recibir el doble de la herencia de los bienes de su padre.

Jehová estableció la fiesta de la Pascua y mandó pintar con sangre todos los portales de las casas donde habitaban los israelitas, con el fin de que la muerte no los afectara.

La muerte de los primogénitos tuvo una gran repercusión en el aspecto religioso, porque muchas de las deidades egipcias estaban representadas por animales y su muerte, significaba la manifiesta falta de poder ante el Dios de Moisés y de los israelitas.

Finalmente Faraón tomó una decisión que se recoge en Éxodo 12:31-32 hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho. 32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.

Faraón no se había arrepentido pero sí admitido su derrota. Culminó así uno de los episodios más extraordinarios de la historia del Pueblo de Israel.

Diego Acosta