Meteorólogos alemanes formularon un anuncio que pone de manifiesto otro detalle asombroso de la Obra del Todopoderoso.
En algún momento a lo largo de este día en los países del hemisferio norte como en los del hemisferio sur, tienen la misma cantidad de horas de luz.
Una circunstancia asombrosa teniendo en cuenta las dimensiones de nuestro planeta y la órbita que realiza en torno al sol, que es el centro del sistema.
A partir del momento indicado, los días en los dos hemisferios serán diferentes en cuanto a la luz. Los del norte las verán disminuida y por el contrario los del sur los verán más alargados.
Otro fenómeno asombroso que pone de relevancia la Grandiosa Creación del Señor de Señores. Y otra situación que no tiene explicación para los que niegan su existencia.
El proceso iniciado por Jehová para la liberación de su pueblo cautivo en Egipto, culminó con el anuncio de la décima plaga, que sería peor que la horrorosa novena de las tinieblas.
En este caso morirían todos los primogénitos de Egipto y las muertes no afectarían a los israelíes ni a sus animales, tal y como aconteció en las plagas anteriores.
La muerte el primogénito tenía especial trascendencia, pues en el caso de Faraón, era su heredero natural y daba continuidad a la dinastía, además de recibir el doble de la herencia de los bienes de su padre.
Jehová estableció la fiesta de la Pascua y mandó pintar con sangre todos los portales de las casas donde habitaban los israelitas, con el fin de que la muerte no los afectara.
La muerte de los primogénitos tuvo una gran repercusión en el aspecto religioso, porque muchas de las deidades egipcias estaban representadas por animales y su muerte, significaba la manifiesta falta de poder ante el Dios de Moisés y de los israelitas.
Finalmente Faraón tomó una decisión que se recoge en Éxodo 12:31-32 hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho.32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.
Faraón no se había arrepentido pero sí admitido su derrota. Culminó así uno de los episodios más extraordinarios de la historia del Pueblo de Israel.
La terrible plaga de las tinieblas se abatía sobre los egipcios, pero no afectaba a los hebreos esclavos en el país, demostrando el Poder de Dios sobre todos los dioses que adoraban Faraón y sus súbitos. Diego Acosta – ESCUDRIÑAR
La novena plaga en forma de tinieblas, se abatió sobre Egipto, dejando a salvo a los hebreos, afectando todas las formas de vida, ya que la oscuridad se podía tocar aumentando el horror y el temor sobre los egipcios. Diego Acosta – ESCUDRIÑAR
Jehová mandó a Moisés que elevara su mano hacia el cielo para que hubiera tinieblas sobre Egipto. La aterradora novena plaga se abatió sobre los egipcios, era tan densa que se podía palpar y no afectó a los judíos. Diego Acosta – ESCUDRIÑAR
Faraón con el corazón endurecido, no solo no permitió que salieran los niños de Egipto junto con sus padres como se le había solicitado, sino que tuvo el atrevimiento de echar de su presencia a los enviados de Jehová.
Ante esta actitud de rebeldía, el Todopoderoso ordenó a Moisés que extendiera su mano sobre la tierra de Egipto, para traer la langosta, a fin de que consumieran todo lo que la plaga de granizo no había destruido.
Tras extender su mano Moisés, las langostas llegaron con el fuerte viento del este, probablemente el siroco y comenzaron su obra destructiva.
En el Libro de los Salmos 105:34-35 podemos leer a propósito de esta plaga y del Poder de Jehová: Habló, y vinieron langostas, y pulgón sin número; y comieron toda la hierba de su país
y devoraron el fruto de su tierra.
Las langostas se abatieron sobre Egipto en un número como no lo hubo antes ni lo habrá después. Fue de tal magnitud que se oscureció la tierra y no quedó nada verde ni para los hombres ni para sus animales.
Ante la magnitud del desastre Faraón pidió perdón a Moisés y Aarón, por haber pecado contra ellos. Y les pidió perdón a los hermanos y no al Eterno, para que la plaga dejara de afectar al reino.
Moisés oró a Jehová y el viento del oeste se llevó todas las langostas hasta el Mar Rojo. Advirtamos como el viento responde a las órdenes del Altísimo: Trajo las langostas con el viento del este y las quitó con otro, pero del oeste.
Jehová endureció el corazón de Faraón y pese a todo, no dejó libres a los israelíes.
El enfrentamiento de Faraón con Jehová comenzó a llegar a su final con el desarrollo de la octava plaga. Jehová mandó a Moisés, junto a su hermano Aarón, para que fueran a la corte con un fin específico.
El Todopoderoso anunció a sus enviados que había endurecido el corazón de Faraón y el de sus siervos, para demostrarles quién era ÉL que se revelaba a través de sus señales.
Esta vez las palabras de Moisés fueron categóricas: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.La pregunta de Jehová tenía el agregado de la advertencia: Si no se permitía que los israelíes se fueran, enviaría al día siguiente sobre Egipto la langosta.
Las consecuencias serían tremendas: las langostas cubrirían toda la tierra y comerían todo lo que escapó de los daños de la anterior plaga de granizo.
Además llenarían las casas de Faraón, la de los siervos y las de todos los egipcios, como nunca vieron los ojos de sus padres y abuelos, como nunca hasta hoy. Tras el anuncio se retiraron.
Entonces por primera vez los siervos de Faraón intervinieron para pedirle que aceptara los reclamos de Jehová para que no continuara la destrucción de Egipto.
Faraón aceptó e hizo llamar a Moisés y Aarón y les preguntó quienes serían los que se irían y la respuesta fue que serían los niños, los viejos, sus hijos e hijas, además de las ovejas y vacas para celebrar la fiesta solemne de Jehová.
Ante ello reaccionó Faraón anunciándoles que solamente permitiría que salieran los hombres, sin acceder a que también lo hicieran los niños. De esta manera pretendió asegurarse que regresarían tras la adoración a Jehová, rompiendo el acuerdo y desencadenando la octava plaga.
El Proceso iniciado por el Dios Todopoderoso para liberar a su Pueblo de Egipto, se estaba cumpliendo y afectando seriamente el poder de Faraón.
El soberano más poderoso de la tierra solo tenía un problema: Los judíos que habitaban en la rica tierra de Gosén. En contra de lo que había previsto su padre, no se integraron con los millones de habitantes del Reino.
Al contrario de 70 personas crecieron hasta ser cientos de miles y formando un núcleo poderoso, que se mantenía al margen de la vida de los egipcios.
Las siete primeras plagas tuvieron algunos detalles singulares. Las tres primeras fueron anunciadas por Aarón y de ellas dos pusieron en alerta a Faraón, que fueron la de conversión en sangre de todas las aguas y la presencia de millones de ranas.
La restante, la tercera, llegó sin ser anunciada y fue la de los mosquitos o piojos o pulgas. Faraón lejos de conceder el pedido de los enviados de Jehová, respondió endureciendo su corazón.
En la siguiente serie de tres plagas cambió el protagonista que pasó a ser Moisés, quién anunció las dos que azotarían a Egipto: tábanos y peste que afectó principalmente al ganado. La última llegó sin advertencia ninguna y fue la de las úlceras.
Moisés anunció el hecho sobrenatural que se abatiría sobre Faraón y su Reino: el del granizo gigantesco y el fuego, que desafió toda forma de lógica humana. Granizo y fuego, juntos…
Faraón se tendría que enfrentar a las siguientes pestes, que serían las finales hasta la liberación del Pueblo de Dios.
Jehová envió a Moisés para que aunciara a Faraón que si no liberaba a los israelíes, se abatiría la séptima plaga sobre Egipto afectando a personas y sus propiedades, quedando indemnes los judíos que vivían en Gosén. Diego Acosta – ESCUDRIÑAR
La actitud desafiante de Faraón ante Jehová, provocó un nueva reacción del Todopoderoso. La plaga de las úlceras se inició con el Mandato a Moisés y Aarón.
Era la primera vez que se vería afectada la salud humana y también otra circunstancia en la que los hermanos no tendrían que usar la vara.
Jehová ordenó que tomaran cenizas de un horno y que Moisés la esparciera delante de Faraón. Las cenizas se convertirían en polvo sobre todo Egipto y producirían dos consecuencias: provocarían sarpullidos y úlceras sobre los hombres y también sobre el ganado.
Los hornos que formaban parte de los trabajos excesivos que Faraón imponía a los israelitas, en este caso serían las proveedoras de las cenizas que utilizó Jehová en el cumplimiento de su Orden.
Cuando Moisés cumplió lo establecido por Jehová y las cenizas se convirtieron en polvo, los hombres fueron víctimas de sarpullidos y de úlceras.
El Libro de Éxodo revela que también las sufrieron los hechiceros, que habían dejado de ser mencionados a partir de la tercera plaga. Esto deja en evidencia que Faraón los seguía utilizando a pesar de los fracasos que habían tenido en su lucha contra las plagas.
En el Libro de Apocalipsis se menciona nuevamente al castigo de las úlceras cuando el primero de los siete ángeles derramó su copa cumplió la orden de derramar las siete copas de la Ira de Dios. Apocalipsis 16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
Faraón y tal como Jehová había anunciado a Moisés, no escuchó el reclamo de liberar a su Pueblo. Y en este caso fue el propio Dios quién volvió a endurecer el corazón del soberano de Egipto. De esta manera lo entregó a los malignos propósitos de su corazón