Seguramente no hay un pajarito más sencillo y más humilde que un gorrión, seguramente porque sea el más común de los existentes en las ciudades.
Quién no los ha visto volar? Y comer de lo que muchas personas les tiran? Es muy grato sorprenderse verlos con que parsimonia comen, incluso hasta parecen jugar cuando lo hacen.
Los gorriones nos pueden dar un grandioso ejemplo de confianza. Saben por naturaleza que no pueden hacer nada para conseguir comida, pero cuando la tienen no se afanan por ella.
Pareciera que algo que se genera en su interior les otorga esa tranquila confianza que no morirán de hambre ni ellos ni sus poyuelos, por lo que sus movimientos son serenos y sin arrebatos.
Pensando en todo esto podríamos compararnos con ellos y llegaríamos a la conclusión que la confianza que exhiben no es la misma que podemos mostrar nosotros.
Ellos no se afanan y nosotros sí. Ellos disfrutan con placidez de su comida y nosotros difícilmente, siendo que tanto los gorriones como nosotros tenemos el mismo Proveedor.
No se trata de simplificar las cosas. Se trata de observar que la confianza que ponemos en el Señor no es tan grande ni serena como la que tienen estos humildes pajaritos que dependen totalmente de Él.
Jeremías 49:11
Diego Acosta García
