EJERCICIO DE HUMILDAD
DEVOCIONAL
Una tarde estaba lavando la loza o los platos que se habían utilizado para la comida del mediodía, me vinieron estos pensamientos que me fueron de gran ayuda.
Antes, había estado terminando un trabajo relacionado con la Biblia y sus enseñanzas. Y de golpe me encontraba haciendo algo tan sencillo como lavar los utensilios que habíamos utilizado.
Lo primero que me vino a la cabeza fue un pensamiento irónico, porque había pasado de las profundidades bíblicas, a las simples tareas cotidianas.
Desde lo alto había caído a lo bajo, haciendo un resumen de lo que estaba en mi cabeza. Pero pronto el Espíritu Santo acudió para enseñarme.
Nunca debe importarnos lo que hagamos ni en la forma en que se producen nuestros quehaceres. Lo importante es con qué actitud del corazón los enfrentamos.
Si nos alegramos por unos y nos lamentamos por otros, con toda seguridad no podremos servir al Prójimo como nos mandó Jesús. Porque a veces usaremos la Palabra y a veces nuestras manos.
Marcos 12:32 Y el segundo es semejante:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay otro mandamiento mayor que estos.
Diego Acosta / Neide Ferreira