JUAN EL BAUTISTA

ESCUDRIÑAR

Juan fue el fruto de la unión de Elizabeth que era estéril y mayor y de su esposo Zacarías, a quienes un ángel anunció su nacimiento. Fue consagrado para servir a Dios y adoptó la condición de nazareno.

Un hecho asombroso se registra en los Evangelios, cuando María fue a visitar a su prima Elizabeth, Juan se movió en el vientre de su madre, celebrando la presencia de la madre de Jesús.

Su nacimiento es paralelo con el de Jesús y se puede afirmar que él puso término a casi 400 años de silencio profético y es el puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Es también el último profeta de la era precristiana.

Su misión fue la de anunciar el nacimiento del Mesías y de poner de manifiesto la necesidad de arrepentirse pues se había acercado el Reino de los Cielos.

Razones por las que es considerado un profeta singular y también el primer evangelista de la nueva era determinada por el nacimiento de Jesús. De allí que se puede recordar a Isaías 40:3 Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

Al contrario de Jesús, Juan no se dedicó a buscar a la gente sino que esperaba que ellos se acercaran hasta el lugar donde predicaba y bautizaba en el desierto de Judea en uno de los márgenes del río Jordán.

Su mensaje fue claramente definitorio del comienzo de una nueva época en el Plan de Dios para la Salvación de los hombres. Su figura es teológicamente la más importante de los Evangelios.

Su autoridad escatológica queda demostrada por la imperativa necesidad de la acción inmediata al proclamar el Arrepentimiento, como algo necesario ante el advenimiento del Reino de los Cielos o del Reino de Dios.

Se declaró menor que Jesús y se subordinó a ÉL y los bautismos que practicaba contribuían a la purificación relacionada con el arrepentimiento.

La forma de proceder de Jesús provocó su confusión al punto que envió a sus discípulos para confirmar si Él era realmente el Cristo. Esta faceta lo muestra en su condición humana más rotunda.

Tras su trágica muerte ordenada por Herodes, sus discípulos se esparcieron por diversos lugares del mundo conocido. En cuanto a sus restos mortales, sobre el cráneo se asegura que se encuentran guardados en: Constantinopla en Turquía, Amiens en Francia, Roma en Italia y en Munich en Alemania.

En el Islam se lo considera como otro de los profetas. Juan el Bautista, es uno de los personajes más relevantes de la cristiandad.

 

LOS HIJOS DE ABRAHAM – XXIX

JESÚS Y MATEO

Juan el Bautista representó para los judíos que llegaban hasta la ribera del Jordán, un auténtico cuestionador de muchas de sus actitudes.

MATEO 3:9 Siguiendo con el tema de la fe, abordó la condición de hijos de Abraham, que muchos esgrimían para sentirse espiritualmente seguros. Era una forma de conferir a la descendencia genética la suficiente importancia como para sentirse herederos del Patriarca.

Tener a Abraham por padre, no significaba una herencia carnal, sino algo que estaba profundamente relacionado con su fe, como Pablo escribió en Romanos 4:16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros.

Jesús en el Evangelio de Juan planteó esta cuestión en profundidad al dejar establecido como obrarían quienes se llaman hijos de Abraham, Juan 8:39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.

Considerarse hijos de del hombre escogido por Dios en Ur, no era una cuestión de linaje, como podría suponerse, sino obrar como él con fe y con obediencia en todas las circunstancias.

Lo que Jesús estaba poniendo de manifiesto, era que los judíos incrédulos obraban precisamente en forma contraria a como lo hizo Abraham, principalmente la obediencia a todo lo que el Eterno le mandó que hiciera.

Así puede entenderse la dura manifestación del hijo de Elizabeth, de que Dios podría levantar hijos de Abraham, aún de las piedras que bordeaban el Jordán.

Diego Acosta

Juan el Bautista – Jesús y Mateo – 19

En el inicio del Capítulo III del Evangelio, se describe a un personaje de gran importancia que hace su aparición en la vida de Israel.

MATEO 3:1 En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea.

Juan era el hijo de Elizabeth, descendiente de Aaron, hermano de Moisés, en cuya vejez el ángel Gabriel, le anunció que tendría un hijo con su esposo Zacarías.

Elizebeth o Isabel, era prima de María, que sería la madre de Jesús, por obra del Espíritu Santo. En el Evangelio de Lucas, se narra el impresionante suceso que ocurrió cuando María fue a visitar a su prima que estaba embarazada de Juan.

Cuando el hijo de Elizabeth escuchó el saludo de María, saltó en el vientre de su madre, mientras ella decía, según consta en Lucas 1: 42-43:

42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?

El nacimiento de Juan el Bautista, se cumplió luego de la visita que se prolongó por alrededor de tres meses. Cuando hubo que ponerle nombre le pusieron Zacarías, como su padre. Pero al octavo día de nacido y cuando iba ser circuncidado, la madre dijo que el nombre del niño sería Juan. Consultado el padre, que era mudo, escribió: Juan es su nombre.

Zacarías recuperó la capacidad de hablar y bendijo a Dios. Su hijo, dio cumplimiento a la profecía de Malaquías contenida en su Libro 3:1:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.

La vida de Juan se desarrolló en el desierto de Judea, situada al oeste del Mar muerto, en una región absolutamente estéril y en donde vivían algunas tribus de los esenios.

Diego Acosta

www.septimomilenio.com