Como cada año se celebra la fiesta pagana del Carne-val o carnaval, tan antigua como algunos deseos de los hombres, de supuestamente liberarse de su vida cotidiana.
Vano propósito porque en realidad es un buen camino para la frustración, con el alto costo de haber complacido a la parte más oscura y primitiva de nuestro ser.
La exaltación de los instintos más básicos del hombre, conspira contra el elevado ideal para el que fuimos Creados.
Lo material nunca debe prevalecer sobre lo espiritual porque nos va en ello no sólo la pobreza elemental en la que podemos sumergirnos, sino que nos alejamos del plano superior en el que debemos vivir.
Seamos sabios y consagremos este tiempo a las cuestiones más elevadas para las que fuimos llamados, que no es otra cosa que acercarnos a Jesús, el Hijo del Hombre.
Casi a diario de pretende ofender la Grandeza del Mesías, ignorando que no estamos en nuestra humana condición
de alcanzar su condición de ser el Hijo del Hombre
y por tanto ninguno de nosotros puede llegar a su altura como parta injuriarlo. Diego Acosta – BLOG del TIEMPO
El Hijo del Hombre es la Cabeza de SU Iglesia
y nosotros formamos su Cuerpo, por tanto la Iglesia
no tiene propietarios sino hombres y mujeres que le sirven para salvar almas. Diego Acosta – MENSAJE
El Hijo del Hombre se apareció a los apóstoles
luego de su Gloriosa Resurrección y les habló
ante su incredulidad, dejándoles el Mensaje que se convertiría en el Gran Mandato.
PAN DE VIDA
El Hijo del Hombre nos anunció que el que persevere
hasta el fin será salvo, porque esa es la victoria de los que no desmayan, de los que no se rinden ante el enemigo porque confían
en la Bendita Esperanza. Diego Acosta – MENSAJE
No creer en Jesús y no reconocerlo
como Señor y Salvador, no tiene perdón y nos condena al sufrimiento Eterno. Si creemos
en el Hijo del Hombre, viviremos eternamente el Glorioso Reino de Dios. Diego Acosta – MENSAJE
En estas horas conmemoramos el Nacimiento de Jesús que vino al mundo a darnos la Vida Eterna,
entregando su Vida por el perdón de nuestros pecados,
con mansedumbre y humildad. Diego Acosta – MENSAJE
La joven nazarena que estaba desposada con José, cumpliendo el proceso hasta la consumación física del casamiento, recibió el anuncio celestial de que sería la Madre de Dios hecho Hombre, según leemos en Lucas 1:26-38.
La pregunta de María acerca de: Como será esto? Pues no conozco varón?, es decir que no había tenido relaciones físicas con ningún hombre, fue respondida de que sería por Obra del Espíritu Santo.
El debate sobre la pregunta de María, se cierra con el sencillo argumento de que en la vida de los judíos, no se contemplaba un casamiento sin que fuera consumado físicamente por sus miembros.
María respondió como lo hicieron siervos y profetas de Dios, según consta en Lucas 1:38, lo que demuestra la firmeza y profundidad de las convicciones de la nazarena.
La razón: Porque exponía su vida, al concebir un hijo sin estar casada según el rito judío y por lo tanto era digna de los castigos que se hacían a las mujeres en esa condición, es decir lapidación o apedreamiento.
José para evitar esta dramática situación decidió repudiarla, pero un ángel lo convenció de lo contrario y en obediencia aceptó a María, sabiendo que su maternidad era Obra Dina.
Tras ello María y José cumplieron fielmente con la demanda del imperio romano de censarse en Belén, pequeña población al sur de Jerusalén y que fue menospreciada por los hombres de su tiempo.
Allí llegaron y ante la falta de alojamiento nació Jesús en un establo, cumpliendo la promesa de Jehová Dios a David, según podemos leer en el Salmo 89:3-4.
La vida de María es la historia ejemplar de una Sierva de Dios que asumió ser la Madre del Mesías y luego formó una familia con José y sus cinco hijos. El hecho sobrenatural de la presencia del Hijo de Dios en la Tierra, tuvo materialización sobrenatural, a través de María.
El Hijo del Hombre nos dejó una maravillosa promesa en el Evangelio de Juan: De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también;
y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. PAN DE VIDA