YO, YO, YO…

CADA UNO

DEVOCIONAL

Todos o casi todos estamos tremendamente ocupados y preocupados por esa persona tan importante, que no es otra que nosotros mismos.

Casa cosa que nos sucede es motivo de nuestra máxima atención y de esta forma cultivamos esa peligrosa plantita que se convierte en un gigantesco árbol, que se llama egoísmo.

Que produce frutos que nadie más conoce, aparte de nosotros mismos, porque estamos centrados en que crezca junto con nuestra vida.

Así nos volvemos indiferentes, intransigentes con relación a las personas que nos rodean, sin pensar ni en un momento de la enseñanza de Jesús sobre el Prójimo.

Nunca nos atrevimos a pensar, que siendo Dios quién se ocupa y preocupa por nuestra vida, por qué no descansamos y comenzamos a preocuparnos por las personas que nos rodean?

Si yo fuera capaz de obrar de esta manera, comenzará a secarse el árbol llamado egoísmo y comenzará a crecer otro en su lugar, que deberemos llamar Amor. Y crecerá mucho más, si volcamos el Amor que recibimos por Gracia, en el Prójimo.

Proverbios 14:21

Peca el que menosprecia a su prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.

Diego Acosta /  Neide Ferreira

AMARÁS Y ODIARÁS

AMARÁS Y ODIARÁS

El Príncipe de Paz continuó hablando en el Sermón del Monte, acerca de las actitudes con relación al Prójimo.

MATEO 5:43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Jesús volvía a poner el acento en una cuestión que tenía profundas raíces en las convicciones de los israelíes.

Amar al Prójimo, ya había sido establecido por la Ley, según comprobamos en Levítico 19:18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.

Era el propio Jehová el que mandaba que no se debía hacer dos cosas con su Pueblo: no buscar la venganza por la propia mano ni tener actitudes rencorosas.

La segunda parte de la frase, relacionada con el aborrecimiento, estaba originada en la forma en que tanto los intérpretes de la Ley que eran los escribas, como de quienes se encargaban de hacerla cumplir, los fariseos, la interpretaban.

En realidad aborrecer al Prójimo no lo mandaba la Ley, pero podía verse sugerido en algunos Libros como el de los Salmos, más concretamente los versículos que encontramos en el 139:21-22.

Decía el Rey David: No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen, y me enardezco contra tus enemigos?  Los aborrezco por completo; los tengo por enemigos.

 En este Salmo el hijo de Elí deja expresado su asombro ante la inaprensible Sabiduría de Dios y su Omnisciencia, pues nada queda oculto, aún los más recónditos pensamientos de los humanos.

En ese contexto el rey de Israel declara que a quienes hablan contra el Eterno, los odia y los aborrece y los tiene por enemigos.

Diego Acosta