En los difíciles tiempos de mis luchas personales y también de mis fracasos, siempre venía a mi memoria una frase que recuerdo con especial cariño.
Un compañero de trabajo, bastante mayor que yo, me comentó un día acerca de lo corta que era la vida y de lo poco que valía vivirla.
Era desde luego un comentario muy propio de una persona próxima a la vejez y con la carga de frustración que significa no haber podido estudiar medicina y tener que ganarse el sustento en una radio a la que detestaba.
Otro de los compañeros que estaba escuchando nuestro diálogo intervino y dijo: Y si fuera…diferente de lo que Ud. cree?
El mayor de nosotros se quedó mirándolo sin saber muy bien que decir y allí acabó la conversación.
Pero me quedé con la idea: Y si fuera…
Siempre me he creído una persona con una cierta dosis de intuición, pero luego del milagro de la Salvación, creo que lo que llamaba de esa manera no era otra cosa que el Espíritu Santo obrando en mí.
Aquella frase fue como una señal inesperada en tiempos de afanes y de pequeñas victorias y grandes desilusiones. Es que había algo más que todo eso?
Por esta razón fue que el día en que fui por primera vez a una iglesia evangélica, todo ocurrió serenamente. Me sentí en mí lugar…y la frase comenzó a cobrar sentido.
Y si fuera…Jesús el Salvador?
Y si fuera…Dios el principio de una nueva vida?
Y si fuera…la fuerza poderosa del Amor la que acabara
con el pasado?
Juan 5:21
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida,
Cada vez que me encuentro en una situación extrema, clamo al Señor por su ayuda!
Siempre!
Lo hago con la seguridad que seré escuchado, que mi clamor será atendido y que tendré la respuesta esperada.
Esto significa total y plena confianza en el Señor!
Pero cuando la tormenta comienza a menguar, también ocurre lo mismo con mis oraciones. Ya no levanto un clamor sino que lo hago como cumpliendo con un requisito.
Cada vez menos busco el contacto con el Eterno!
Recordando esta situación que se repite una y otra vez, me detuve a reflexionar qué pensaría Dios de todo esto, de mis actitudes de clamor o de tibieza.
Y debo confesar que me sobrevino una enorme preocupación por esta forma de obrar. Y me hice una pregunta sobrecogedora: Qué ocurriría si el Soberano obrara del mismo modo que yo?
Es decir, si actuara exactamente al contrario de cómo yo obro. No habría clamores escuchados y sí, tiempos de sosiego bendecidos.
Esto evidentemente, no es otra cosa que falta de compromiso en mi condición de creyente, con el propio Creador.
Traerlo a la memoria cuando lo necesitamos y dejarlo en la tibieza cuando la vida pensamos que nos está sonriendo.
Alertado por el peligro que yo mismo he provocado, he decidido renovar mi Pacto, mi compromiso con el Altísimo!
En la paz y en la adversidad, SIEMPRE lo buscaré!
Con el temor y temblor que demanda su Majestad y con la confianza que inspira su Amor y su Misericordia!
Salmo 2:11
Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor.
Cuando no entiendo algo que ocurre, tengo la sensación de ser un poco ignorante, un poco torpe en mis pensamientos.
Principalmente cuando no entiendo algunas cosas de Dios!
Por qué ocurre esto?
Es una cuestión personal?
Esta situación de ninguna manera es algo que me afecta solamente a mí, puesto que he escuchado y he leído comentarios en la misma dirección.
Sabiendo esto es bueno interrogarse sobre los fundamentos de nuestra fe y los principios que la sustentan.
No resulta un poco osado pretender abarcar a Dios?
No resulta algo alejado de nuestras posibilidades tratar de interpretar sus decisiones?
Tal vez la respuesta afirmativa, sea el principio de llegar a una conclusión sobre la cuestión de entender lo que el Eterno hace o ha dispuesto.
Recuerdo que en una ocasión ante un hecho de dolorosa realidad de mi vida, me pregunté por qué ocurrían cosas como esas.
Y también recuerdo como lo único que recibí del Supremo fue su Consuelo!
No hubo ninguna respuesta ni nada que pudiera ser interpretado como tal. Solamente esa maravillosa e inolvidable percepción del Consuelo del Amor Superior.
Con el tiempo llegué a la conclusión que ese día en el que recibí el Consuelo, si me hubiera rebelado contra el Padre, no lo habría recibido, sencillamente porque mi corazón hubiera estado endurecido.
Creo que cuando no alcanzamos a comprender las decisiones del Todopoderoso, lo único que nos cabe hacer es mantener nuestra confianza en ÉL, recordando que aunque nos duela, ÉL está en el control de todas las cosas.
Así como agradecemos las bendiciones, seamos sabios y aceptemos lo que nos hace gemir.
Proverbios 16:20
El entendido en la palabra hallará el bien, Y el que confía en Jehová es bienaventurado.
El escritor Jorge Luis Borges formuló una magistral exposición sobre la soledad. Dijo que había nos clases de soledad: Una la no deseada… y la otra era la elegida.
Sobre la primera, queda entendido el mensaje.
Sobre la segunda, la elegida, es sorprendente como Borges se refiere por oposición a uno de los primeros pensamientos de Dios cuando Creó a Adán: No es bueno que el hombre esté solo.
Dejaba establecido el Soberano que la Joya de su Creación era esencialmente un ser sociable y por eso le dio su ayuda idónea.
Con Eva, de acuerdo con el pensamiento del Eterno, Adán dejaba de estar solo e iniciaba un tiempo inédito: La de la socialización y multiplicación de la especie.
Sin embargo hay quienes regresan con sus decisiones al tiempo en el que Adán era el único habitante del Paraíso, lo que representa volver a la soledad del hombre como individuo.
Pero que significa elegir la soledad?
Seguramente habrá muchos pensamientos para definir esta situación, pero podemos concluir algunas cuestiones relacionadas con esta, para nosotros, dolorosa decisión.
Un hombre solo o una mujer sola, no puede dar ni puede recibir amor, quizás el más importante sentimiento que está relacionado con la humanidad.
Tampoco podrán saber lo que significa la comprensión, el tratar de entender y de ser entendido.
Y más aún: el de soportar o ser soportado, como nos exhorta Pablo en una de sus Cartas.
Un hombre solo o una mujer sola, no tienen con quién hablar y por tanto perderán inexorablemente la capacidad de saber escuchar, porque solamente oirán y gustarán de su propia voz.
Además siempre decidirán por sí mismos, con lo que no podrán tener la posibilidad de saber que hay otras formas de obrar y de pensar.
Si algún día decidieran tener descendencia, no lo podrán de hacer de acuerdo a la naturaleza que nos ha sido concedida por el Gran Autor.
Pensemos con Amor y Misericordia, por quienes han elegido estar solos. Pensemos en ellos en nuestras oraciones, para que puedan superar este supremo acto de egoísmo que es la soledad elegida.
Oremos para que Dios también deposite sobre ellos una mirada milagrosa para que los haga recapacitar sobre su rebeldía, de la que son sus primeras víctimas.
Todos los hombres podemos ejercer el libre albedrío, que nos permite decidir lo que nos parezca mejor o aquello que más esté en línea con nuestras convicciones.
Una alta responsabilidad y una alta carga sobre nuestros hombros, porque al ser un planteo estrictamente personal debemos asumir sin atenuantes todas sus consecuencias.
Esta cuestión siempre estuvo en mi ánimo cuando pensaba acerca de lo que significa la decisión de aceptar al Señor como mi Salvador.
Es mucho más que una declaración!
Supone el perdón de mis pecados al haberme arrepentido de haberlos cometido!
Pero, también he pensado, qué hubiera ocurrido de mí si hubiera tomado la decisión contraria?
En principio llevaría la más que pesada carga de mis pecados y mis iniquidades y la convicción de saber que he renunciado al Amor y a la Misericordia de Dios.
Pero hay más consecuencias!
Quién decide vivir todo el tiempo con sus errores y sus equivocaciones que derivaron en pecados, decide también ser responsables de ellos.
Y la conciencia no dejará de reclamarnos por todos ellos!
Creo en Dios y eso me lleva a ser agradecido por la Gracia recibida, del perdón y también de la seguridad de la Vida Eterna.
Es decir vivo sin la carga insoportable de mis hechos de maldad y vivo sin la pesada carga que agobia a quienes están llegando a mis años y piensan en su destino final.
Y ese final es demasiado serio como para no arrepentirnos, cuando todavía estamos a tiempo, de ejercer el libre albedrío en la dirección absolutamente correcta.
Juan 3:36
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.