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DEFINICIÓN DE HOMOFOBIA

 

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO
Homofobia es el término que se ha destinado para describir el rechazo, miedo, repudio, prejuicio o discriminación hacia mujeres u hombres que se reconocen a sí mismos como homosexuales. De todas formas, el uso cotidiano del vocablo incluye a las otras personas contempladas en la diversidad sexual, como ocurre con los bisexuales y los transexuales. Incluso, a aquellos seres que mantienen hábitos o actitudes que suelen ser atribuidos al sexo opuesto, como los metrosexuales.
Cabe destacar que la homofobia carece de una definición precisa, ya que no se trata de un concepto de alcance estrictamente psiquiátrico. Hay quien considera homófoba a toda persona que no respalde o no se manifieste a favor de la homosexualidad. Sin embargo, la noción hace referencia a la discriminación, es decir, al rechazo o a la persecución.
«Ni rechazo ni persigo ni repudio a los homosexuales, bisexuales, transexuales o metrosexuales, cada uno vive su vida como quiere.
Exijo el mismo derecho para mi, yo creo en Dios, en lo que dice su palabra y en Jesucristo como Señor y Salvador.
Yo no acuso, ni ridiculizo, no persigo, ni fuerzo a nadie a creer lo que yo creo, porque no soy yo la que ha creado los cielos y la tierra ni todo lo que en ella hay.
Yo no establezco las leyes ni obligo a nadie a que las cumpla, todos seremos juzgados eso lo tengo claro y después nadie podrá decir ¡¡yo no lo sabía!! Aunque yo enmudezca tu realidad será la que es.
Dice la Palabra de Dios que nadie podrá (por mucho que se afane) añadir un codo a su estatura, y nadie podrá dejar de ser lo que es por mucho que lo quiera».

Lourdes Diaz

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TU SIERVO ESCUCHA…

La historia de Samuel es la historia de un milagro y también de la convicción que tuvo desde niño en que todo lo relacionado con Jehová era sobrenatural.

Cuando respondió al llamado del Supremo, estuvo totalmente dispuesto a obedecerle en aquello que le fuera mandado.

Pero, si nos detenemos precisamente en ese punto,  advertiremos que lo que se le reclamó a Samuel era además de importante muy grave.

Que le dijo Jehová a Samuel?

Le anunció nada más y nada menos que obraría en contra del supremo sacerdote Elí, por las iniquidades que cometían sus hijos y porque las permitía.

Samuel a pesar de ser un niño no tuvo ningún reparo en contar al propio Elí lo que el Supremo le había anunciado que haría.

Con esa firmeza fue que el hijo de Ana y Elcana, a medida que crecía en edad también aumentaba la consideración que se le tenía como profeta del Señor.

Leyendo y pensando me he preguntado más de una vez si hubiera sido capaz de hacer lo mismo que Samuel, obrando con valentía ante los hombres y con plena confianza en el Eterno?

Lo verdaderamente notable de la historia de Samuel, es que desde niño obró con total fidelidad a Quién lo mandaba y por eso también el Creador fue fiel con él.

Esta es la gran enseñanza que trato de aplicarme en cada uno de mis hechos. Sin pretender considerarme profeta, hago cada día lo que tengo la seguridad que me manda hacer el Señor.

Al final, al único que le tendré que rendir cuentas es a ÉL!

Como hizo Samuel!

1 Samuel 3:10

PT – Então, veio o Senhor , e ali esteve, e chamou como das outras vezes: Samuel, Samuel. E disse Samuel: Fala, porque o teu servo ouve.

ES –  Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: !!Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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VIVIR CON INJUSTICIAS

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

Pero José les respondió: No temáis, pues ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente. Génesis 50.19–20

Podemos convivir con muchas dificultades y sacrificios, pero cuando percibimos que hemos sido tratados con injusticia nos sentimos traicionados en lo más profundo de nuestro ser, especialmente cuando viene de aquellos que más amamos. La agonía de esta insoportable carga la capta el salmista: «No me afrentó un enemigo, lo cual yo habría soportado, ni se alzó contra mí el que me aborrecía, pues me habría ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, ¡mi guía, y mi familiar!, que juntos comunicábamos dulcemente los secretos y andábamos en amistad en la casa de Dios» (55.12–14).
El cristiano maduro deberá aprender a manejar correctamente las injusticias para evitar un proceso que le quitará el gozo y la paz y, eventualmente, pondrá fin a la efectividad de su ministerio. Nada ilustra esto con tanta fuerza como la vida de los hermanos de José. A pesar de que habían pasado 44 años desde aquella terrible decisión de vender a José como esclavo, seguían atormentados por lo que habían hecho, presos del miedo a la venganza. Piense en eso. ¡La mitad de la vida atormentados por algo que habían hecho casi 50 años antes!
No sabemos en qué momento José resolvió las devastadoras consecuencias de ser vendido por sus hermanos, pero el texto de hoy nos da pistas acerca de dos cosas que habían ayudado a José a superar la crisis. En primer lugar, José entendía que él no estaba en el lugar de Dios, y que juzgar a sus hermanos era algo que no le correspondía. Nuestros juicios siempre van a estar empañados por nuestra limitada visión humana. Solamente Dios juzga conforme a la verdad. Por esta razón, no le es dado a los hombres el emitir juicio contra otros. Aun Jesucristo se abstuvo de emitir juicio, diciéndole a los judíos: «Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie» (Jn 8.15).
En segundo lugar, José tenía una convicción profunda de que Dios estaba detrás de lo que le había pasado. Esto es algo fundamental para el hijo de Dios. Con demasiada frecuencia nuestra primera reacción en situaciones de injusticia es cuestionar la bondad de Dios, preguntando por qué Él ha permitido lo acontecido. Pasaron años antes de que José comenzara a ver el «bien» que el Señor tenía en mente cuando permitió que la tragedia tocara tan de cerca su vida. Mas la convicción de que Dios puede convertir aún las peores maldades en bendición siempre existió, y esto guardó su corazón de la amargura y el rencor.

Pr. José Gilabert – España

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BUSCAR…

Seguramente todos sabemos lo que significa buscar algo!

Pero seremos menos, los que sabemos lo que significa encontrar algo!

No es un juego de palabras, es mucho más que eso, Buscar es una cosa y encontrar otra!

La historia de la mujer que perdió, buscó y encontró un dracma, nos revela la importancia que tiene a no dar nada por perdido.

Y mucho menos rendirnos hasta encontrarlo!

Con esa misma intensidad debemos buscar a Jesús!

Si la mujer abandonó todo para buscar aquella moneda que se le había perdido, como no deberíamos abandonar todo para encontrar al Hijo del Hombre?

Pero que significa dejar todo?

Representa que tenemos que dejar de cumplir con nuestras obligaciones en el trabajo, en el hogar, los estudios o los compromisos que hayamos adquirido?

De ninguna manera!

Abandonar significa dejar de lado todo aquello que sobra en nuestra vida, todo aquello que nos aparta del Señor y que ocupa demasiado lugar en nuestro tiempo.

Si un día tomáramos la decisión de hacerlo, comprenderíamos mejor estas explicaciones y les daríamos el sentido que tienen.

Alguien diría que muy tarde, tomé la decisión de buscar a Jesús, abandonando todo lo que me sobraba o tal vez, abandonando la búsqueda de todo aquello que supuestamente me faltaba.

Pero así fue que con perseverancia no abandoné la búsqueda, que llegó cuando ya no era joven, pero sí en el tiempo de comprender lo maravilloso que había encontrado.

A veces pienso que en muchas ocasiones nos afanamos tratando de lograr aquello que no tiene ningún valor y por esa razón no lo encontramos.

Buscar a Jesús es lo más importante que podamos hacer!

Lucas:15:8-9

ES – ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?

Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.

PT – Ou qual a mulher que, tendo dez dracmas, se perder uma dracma, não acende a candeia, e varre a casa, e busca com diligência até a achar?

 E, achando-a, convoca as amigas e vizinhas, dizendo:  Alegrai-vos comigo, porque já achei a dracma perdida.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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VERGUENZA

He leído que una joven mujer comentaba que tenía vergüenza de hablar sobre quienes eran sus padres.

Primero con sutileza y luego con toda claridad, decía que esa vergüenza la afectaba en las relaciones personales y especialmente con la familia de quién era su novio.

Admito que la declaración me causó una profunda sorpresa, porque comprendía la situación, pero me costaba imaginar lo que ocurriría con esta hermana.

Podemos tener vergüenza de nuestros padres?

Quizás si la mujer de la historia hubiera pensado en la profundidad del mandato bíblico con relación a nuestros padres, no lo hubiera hecho.

De acuerdo a lo que dijo la hermana, tal vez imaginaba que una de las soluciones posibles era inventarse un pasado y con sus padres escondidos en un cajón profundo y con varias llaves para no ser abierto.

El caso me dio una gran pena!

Por ella y porque recordé cuántas veces he omitido hablar de mis padres, quienes eran, que hacían, de donde habían venido y donde estaban.

Acaso no fue advertido Pedro de que negaría a Jesús?

Si negamos a nuestros padres, un día haremos lo que el discípulo negó. Y ocurrió, no una sino tres veces!

Negar a nuestros padres, en el fondo no es otra cosa que negar la Autoridad de Dios!

Negar a nuestros padres es pretender corregir lo que el Eterno ha establecido como bueno, lo que nos coloca en una abierta posición de rebeldía.

Negamos a nuestros padres y no somos capaces de afirmar que somos hijos del Rey de Reyes!

Salmo 103:17

PT – Mas a misericórdia do Señor é de eternidade a eternidade sobre aqueles que o temem,  e a sua justiça sobre os filhos dos filhos.

ES – Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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reforma 1

AMARGA SORPRESA EN ROMA

500 ANIVERSARIO…A 260 DÍAS

NOTAS DE LA REFORMA / 47

20 de Febrero de 2017

Lutero era esencialmente un hombre nacido y criado en el temor a Dios y siendo sacerdote arrastraba la carga de las enseñanzas recibidas.

Por estas razones se conmovió al ver a la iglesia de Roma sumergida en un ambiente que la alejaba totalmente de lo que él esperaba.

El papa Julio II se encontraba en campaña contra el duque de Ferrara y esto llamó poderosamente la atención del joven monje agustino.

También lo afectaron las conductas de otras dignidades de la iglesia e incluso la de los propios sacerdotes que formaban la curia romana.

Se atribuye a Lutero esta frase:  Yo he visto en Roma celebrar muchas misas, y me horrorizo cuando lo recuerdo. Yo sentía grande disgusto al ver despachar la misa en un trist-tras, como si fuesen prestidigitadores. Cuando yo celebraba al mismo tiempo que ellos, antes que llegase a la lectura del Evangelio, ya habían concluido sus misas, y me decían: Despacha, despacha, hazlo brevemente. Envía pronto el hijo de nuestra Señora a casa. Y cuando tenían (según la doctrina de la Iglesia romana) el cuerpo del Señor en su mano, murmuraban: « Tú eres pan, y permanecerás pan ».

Lo concreto es según los biógrafos que Lutero realizó todo el viaje hasta Roma y durante la permanencia en la sede de la iglesia católica, bajo la impresión causada por una sola frase: «El justo por su fe vivirá.»  Esta frase trascendente sobre su vida la había leído en Habacuc 2:4.

Diego Acosta

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