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SIN RESULTADOS

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Vivimos en una sociedad donde todo se cuantifica, aún las cosas espirituales. Y también en las congregaciones.

Hacemos estadísticas sobre:

Cuántas visitas realizamos,

Cuántas Biblias entregamos,

Cuántas personas convertimos con la Evangelización,

Cuántos hermanos participaron de los Estudios Bíblicos,

Cuántos hermanos asisten a los cultos,

Cuántas veces ensayaron los levitas de la congregación…

Si pensamos un momento, quizá podamos agregar nuevos datos a estas planillas que supuestamente reflejan la vida de una Iglesia.

La pregunta es: Que ocurre con los resultados?

Lo que ocurre con los buenos números, es una obviedad.

Pero que sucede cuando los números no resultan los esperados o demuestran una baja en lo que podríamos llamar la “productividad” de la Iglesia?

Me pregunto, que ocurriría si Jesús entrara en mi congregación y se le ofrecieran planillas y más planillas?

Las aceptaría?

Las rechazaría?

Pensando en estas cuestiones es que siempre recuerdo a un querido maestro que un día dijo, que la mejor forma de servir al Señor, era no ver nunca los resultados de nuestra tarea.

Es decir, trabajo…sin resultados!

He pensado y pienso que es muy difícil asumir esta forma de servir, pero también es necesario recordar que quienes siembran, casi nunca recogen las cosechas.

Si esta forma de obrar estuviera librándonos de la envidia o de la vanidad, tal vez sería buena como consejo. Trabajar sin ver resultados, puede resultar saludable para nuestra vida espiritual.

Tengamos mucho cuidado con aplicar los métodos del mundo en la Iglesia. Porque es otra manera de que el mundo prevalezca en lo que Jesús ha depositado en nuestras manos.

1 Corintios 3:17

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él;

porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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EL DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS

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En Estados Unidos se celebra hoy, esta jornada de especial significación, aunque haya sido devaluada por el mercantilismo y el oportunismo.

En este día se recuerda a los ingleses que huían de las persecuciones de los católicos a los protestantes. Como llegaron a territorio americano en Plymouth en 1620, a bordo del barco Mayflower.

Aquellos hombres y mujeres que además de protestantes huían de las duras condiciones de vida que debían enfrentar pudieron cultivar la tierra con la ayuda de los indios.

Con ellos dieron gracias al Señor por la provisión que les aseguraba la vida. Este es el verdadero sentido del Día de Acción de Gracias.

Honrar al Señor por su Misericordia por la Provisión!

No sería bueno que hiciéramos lo mismo?

Sin establecer ningún día en especial, pero reconociendo como el Eterno cuida de nosotros, de nuestra familia y de nuestros descendientes.

El Día de Acción de Gracias no debe ser devaluado por quienes devalúan todo lo que proviene de Estados Unidos.

Al contrario, demos Gracias con ellos por la Provisión. Por la de ellos y por la nuestra!

Diego Acosta

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LA CONFIANZA

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David es autor de numerosos Salmos, en los que deja claramente manifestada sus actitudes frente al Creador.

Pocos hombres como él pueden exhibir luchas personales y también tantas muestras de confianza en el Eterno.

Su vida se torna como una suerte de gran espejo donde se magnifican todos los hechos de un hombre y todos aquellos que lo convierten en un personaje ejemplar.

Así como en la vida del Rey hay cosas que cuestionar y alabar, pensemos que del mismo modo también en nuestra vida hay situaciones similares.

Es evidente que la idea del gran espejo, aleja toda posibilidad de comparación entre quién fue uno de los grandes hombres de Israel, con cada uno de nosotros.

Pero es bueno que consideremos un aspecto de David, que es digno de valorar como uno de sus más notables méritos.

Y no es otro, que a pesar de su humana condición, tuvo  siempre una ejemplar relación con el Señor.

Teniendo todo esto en cuenta, es bueno reflexionar en forma personal acerca de la vida de David y la de cada uno.

Bien podría decir, que como en la vida del Rey, en mi vida hubo dos tiempos claramente definidos. Uno en los que pensé que podía luchar contra el mundo y otro en los que comprendí que sin el Soberano nada podía hacer.

Así es como cuento mis errores, mis iniquidades y mis malos procederes, sabiendo que en el arrepentimiento de todo, está el principio del Perdón que es el único que nos redime.

Seamos como David: Que el amor y reverencia hacia el Supremo, sea más grande que nuestros errores.

Salmo 19:14

Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,
Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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COMPROMISO

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Cada vez que me encuentro en una situación extrema, clamo al Señor por su ayuda!

Siempre!

Lo hago con la seguridad que seré escuchado, que mi clamor será atendido y que tendré la respuesta esperada.

Esto significa total y plena confianza en el Señor!

Pero cuando la tormenta comienza a menguar, también ocurre lo mismo con mis oraciones. Ya no levanto un clamor sino que lo hago como cumpliendo con un requisito.

Cada vez menos busco el contacto con el Eterno!

Recordando esta situación que se repite una y otra vez, me detuve a reflexionar qué pensaría Dios de todo esto, de mis actitudes de clamor o de tibieza.

Y debo confesar que me sobrevino una enorme preocupación por esta forma de obrar. Y me hice una pregunta sobrecogedora: Qué ocurriría si el Soberano obrara del mismo modo que yo?

Es decir, si actuara exactamente al contrario de cómo yo obro. No habría clamores escuchados y sí, tiempos de sosiego bendecidos.

Esto evidentemente, no es otra cosa que falta de compromiso en mi condición de creyente, con el propio Creador.

Traerlo a la memoria cuando lo necesitamos y dejarlo en la tibieza cuando la vida pensamos que nos está sonriendo.

Alertado por el peligro que yo mismo he provocado, he decidido renovar mi Pacto, mi compromiso con el Altísimo!

En la paz y en la adversidad, SIEMPRE lo buscaré!

Con el temor y temblor que demanda su Majestad y con la confianza que inspira su Amor y su Misericordia!

Salmo 2:11

Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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