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YO HIPÓCRITA…TÚ…

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO 

Una admirada maestra nos sorprendió con un argumento que nunca nos habíamos imaginado.

Ella dijo que en muchas ocasiones lo mejor que podríamos hacer es leer la Biblia, pero en primera persona.

Con su humilde sabiduría nos guió en torno a esta nueva visión y desde entonces es algo que hago con suma frecuencia.

Leyendo como hacemos siempre, determinadas situaciones y las amonestaciones que ellas provocaban, me producían la errónea sensación que se trataba de otras personas, entre las que naturalmente no me incluía.

Si la Biblia hacía referencia a un caso de falta de humildad, yo pensaba que no era mi situación y seguía leyendo tratando de entender lo que doctrinalmente se enseñaba.

Pero cambiando el tiempo de verbo y leyendo en primera persona, no solo se modifica la forma de leer sino que también se modifica la forma de entender.

Percibimos que no estamos hablando de los problemas de las actitudes de Elí con sus hijos, por poner un ejemplo, sino que estamos recibiendo instrucción acerca de nuestros hijos.

Ya no hay terceras personas sino que directamente somos nosotros, en lo individual, que debemos afrontar tanto las lecciones como las consecuencias que de ellas se derivan.

Confieso que este ejercicio me resultó apasionante y a la vez muchas veces me deja en evidencia frente a cosas que digo y que hago que están profundamente erradas.

Tal vez uno de los ejemplos más sorprendentes de esta enseñanza, sea leer y volver a leer los pasajes en los que Jesús llamó hipócritas a sus discípulos.

Si cambiamos el tiempo de verbo y lo ponemos en la primera persona del singular, advertiremos que la cuestión tiene un contenido tan personal, que debo aceptar que efectivamente… soy hipócrita.

También lo eran los discípulos pero también lo soy yo y la amonestación del Dios hecho hombre, no solamente estaba dirigida a ellos sino también a mí, que me considero o busco ser otro discípulo.

Indudablemente estamos frente a una cuestión que debe ser analizada profundamente y sobre todo, examinada a partir de nuestra propia conciencia.

Hablando con el Eterno, decirle que asumo mi condición de hombre imperfecto y que por tanto asumo también las amonestaciones que me harán crecer.

Diego Acosta

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DE PEQUEÑO A GRANDE

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

Cuántas veces hablamos de Dios a partir de nuestra humana pequeñez?

Muchas, Demasiadas!

Así es como nos permitimos juzgar a nuestros propios hechos, entendiendo la mayoría de las veces que tienen poco relieve, que son insignificantes.

Si hablamos y pensamos sobre quienes nos rodean, los juicios pueden ser más severos todavía, porque el factor humano se potencia y la condescendencia que podamos tener con nosotros mismos, se torna en rigurosa con los demás.

Esto forma parte de nuestra naturaleza y solamente buscando la Sabiduría de lo Alto, podremos entender la magnitud de nuestro error, la gravedad de lo que hacemos.

Y es grave sencillamente porque omitimos que todo lo que ocurre o que nos ocurre forma parte del Grandioso Plan de Dios.

Partiendo de nosotros mismos, que fuimos Creados a Su imagen y semejanza, por lo que nos convertimos en joyas únicas de la Creación.

Para decirlo con otras palabras, cada uno de nosotros es una pieza esencial en el Plan de Dios y por tanto todo lo que hacemos forma parte de un Plan que es perfecto porque quién lo diseñó es Perfecto.

Recuperando esta Verdad, debemos obrar de una forma diferente, sin abandonarnos a la dudosa mediocridad que pensamos que somos.

Tampoco sin caer en la vanidosa idea de entender que somos superiores a los demás, por nuestros talentos o por nuestros logros.

Todo lo que somos y todo lo que hacemos, está bajo el control y la Autoridad del Eterno, por lo que debemos de tener la actitud de agradecer todo siempre, en cada circunstancia y momento.

Si alguna vez nos consideramos pequeños, estamos empequeñeciendo al propio Dios y si alguna vez nos consideramos superiores, estamos en rebeldía contra la Grandiosidad de quién nos ha Creado.

Por eso cuando leemos en Isaías el mensaje de Jehová a Israel, que haría de un pueblo pequeño una gran nación, así debemos de entender que está haciendo Dios con nuestra vida.

No importa cómo nos consideremos ni tampoco tiene validez lo que los demás piensen de nosotros. Lo único que tiene valor es lo que el Todopoderoso tiene en consideración de nosotros.

Sabiendo esta Verdad podremos ser verdaderamente felices!

Diego Acosta

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LA RAZÓN

 

 

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

 

La existencia de Dios o su negación, es una de las cuestiones más antiguas que han debatido los hombres.

La utilización de argumentos para afirmar o para rebatir la existencia de un Ser Todopoderoso, es lo que llamamos el uso de la razón.

La capacidad que tenemos los humanos para analizar según nuestro convencimiento, lo que es real de lo que no lo es.

Ese es el gran debate en torno a Dios!

Los hombres en nuestra casi infinita capacidad para discutir sobre cualquier asunto, lo conozcamos en profundidad o simplemente quedándonos en lo superficial y lo elemental.

Pareciera que más importante que llegar al fondo de la cuestión, lo importante es debatir.

Incluso existen métodos para afirmar la creencia de la existencia del Eterno o para negarla. Métodos que incluso llegan a tener el valor de verdaderas tesis.

Como es evidente, estamos hablando de la capacidad humana por debatir, por discutir, pero que no asegura que sea buena o que sea la mejor.

Pensando en esta cuestión tan profunda, hacemos memoria de los casos que conocemos en forma directa o por comentarios, acerca de cómo los humanos consideramos la existencia del Creador en situaciones extremas.

Quizás la más importante de todas, es la del momento en que lúcidamente sabemos que estamos afrontando el tiempo final de la existencia.

En el momento de la muerte, cuántos hombres duros, valientes, prepotentes  se sintieron con el miedo a lo desconocido.

Y entonces invocaron a Dios!

Al mismo Todopoderoso que negaron, que repudiaron, que fue objeto de burlas o de los más variados argumentos que la razón puede elaborar.

En ese momento crucial, Dios dejó de ser el Ser malo que permitía catástrofes o terribles dramas personales. Ahora en el final, apelamos a ÉL como recurso supremo para mitigar el terror lo desconocido.

Ya no hay tiempo para debates ni para argumentaciones. Solamente sabemos que lo necesitamos y que ÉL puede ser nuestro Consuelo.

La razón ha perdido la batalla con la fe!

No hay ningún argumento superior al de la necesidad de creer que Dios existe y que en Él la confianza ante lo desconocido, nos hace perder el terror y ansiamos solamente estar con ÉL.

Diego Acosta

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OSTENTACIÓN PARA DIOS…?

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

Hace un poco tiempo un amigo me comentó que en Estados Unidos se había publicado que muchas de las grandes obras del país, eran grande templos evangélicos.

Con cierta ironía me preguntó: Esa es la humildad que predican ustedes?

En mi respuesta expresé parte de mis pensamientos sobre el tema y espero y deseo que mi amigo los haya comprendido.

Esta cuestión que parece ser un tema menor, me llevó a una profunda reflexión acerca de lo que estamos haciendo muchos de los que nos llamamos creyentes.

A mí  amigo le comenté que infelizmente existen quienes se apartan manifiestamente de lo que Jesús ha dejado como Mandatos.

Uno de ellos es el de servir al prójimo y más concretamente de ayudar a los débiles, los huérfanos y las viudas.

En oposición a eso, se ha desarrollado una nefasta doctrina acerca de que los cristianos debemos ser prósperos, económicamente hablando.

Quizás esta sea una de las razones por las que se levantan gigantescos templos, que tienen como una notable singularidad el lujo desmedido y hasta ofensivo, que muestra el corazón ostentoso de quienes dispusieron levantarlos.

Por una simple asociación de ideas me vinieron a la memoria las humildes iglesias que honran al Señor, en muchos lugares de la tierra.

Incluso con gran dolor puedo afirmar que todas las veces que las mostramos a conocer, provocaron comentarios acerca de la pobreza, que son una auténtica rebeldía con el Hijo del Hombre.

Es legítimo que nos preguntemos: Dios es más Dios en un gran templo? Dios es menos Dios en un sencillo recinto?

Por qué desafiamos al Todopoderoso con nuestras ostentaciones? Quién resulta honrado con un lujoso y enorme lugar de culto?

Acaso el Eterno nos ha pedido que levantemos esos monumentos que tanto se parecen al que quiso levantar Nimrod y que conocemos como la torre de Babel?

Resulta urgente que volvamos a las fuentes, del mismo modo que debemos volver al primer amor!

Recordemos que Jesús nunca habló ni de templos ni de lugares de culto. Y mucho menos estos, que figuran entre las grandes obras en Estados Unidos.

A Dios lo honramos cada día con nuestros hechos, no con edificios, por ostentosos que sean.

Diego Acosta

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PODEROSO

En el Libro de Génesis en el Capítulo 10 se mencionan los descendientes de Noé y nos detendremos especialmente en uno.

Se trata de Cam, que engendró a Cus quién sería el padre del primer poderoso de la Tierra.

Nimrod es descripto como un poderoso cazador delante de Jehová, también fue protagonista de un episodio singular en la historia humana.

El Eterno había mandado a los descendientes de los tres hijos de Noé que se esparcieran sobre la Tierra luego de la destrucción que produjo el Diluvio.

Nimrod y los suyos cumplieron en parte el mandamiento, ya que cuando llegaron a una llanura, decidieron permanecer en ella.

Y no solamente eso, sino que además decidió Nimrod construir una torre que llegaría hasta el cielo.  Esta imagen encierra evidentemente un sentido figurado.

La razón es que en esa llanura de la actual Irak no había piedras, por lo que todas las construcciones debían con  barro que se secaba formando los ladrillos, por lo nunca podrían lograr una gran altura.

Pero esa torre que también podemos reconocer como el azimut característico de la región, era un símbolo de la actitud que había en el corazón de Nimrod.

Ante ello Jehová comprobó lo que hacían aquellos hombres y decidió castigarlos confundiendo sus lenguas, de manera que no pudieran comunicarse de la forma en la que lo venían haciendo.

De allí surgió la expresión de la torre de Babel, para hablar de las lenguas y de las dificultades que generaron a las generaciones futuras.

Llama la atención que recordemos a Nimrod por la construcción de la torre de Babel, que fue un desafío a Dios. Y no nos detengamos en el hecho principal por el que debemos reconocer al hijo de Cus, como el primer poderoso de la tierra.

Nimrod desafió al Altísimo, interrumpiendo su marcha e incumpliendo el mandato de dispersarse. En esa decisión radica que el nieto de Cam fuera el primer hombre que desafiara a Dios, por eso se lo designa como poderoso.

Este ejemplo nos debe hacer reflexionar acerca de nuestras actitudes,  para controlar al poderoso que guardamos en nuestro corazón. Para que no se rebele nunca contra Dios.

Diego Acosta

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CARGAR LA CRUZ

El instrumento en forma de cruz, que adquirió el carácter de símbolo para los cristianos, fue probablemente un invento de los persas, los actuales iraníes.

Era utilizado como un verdadero tormento para los ajusticiados y se lo consideraba tan humillante que los romanos, que lo aplicaban en sus condenas, no lo utilizaban entre sus pares.

Cuando Jesús amonestó a Pedro por ser piedra de tropiezo, por pensar solamente en las cosas de los hombres, pronunció un mandato: Para seguirlo deberíamos tomar nuestra propia cruz.

Qué significado tiene esta afirmación?

La debemos tomar literalmente?

Debemos tener una cruz de madera para seguirlo?

O representa una expresión de un alto contenido espiritual?

Seguramente la interpretación correcta es la última, la que supone una simbología muy especial, para indicarnos que la cruz en la que ÉL murió tuvo una condición singular.

No es solo por lo puramente material, que supuso una muerte cruel y dolorosa, sino porque fue una manera de ejecutar SU sacrificio supremo por la grandiosa causa de la Salvación de los hombres.

Si la interpretamos en ese sentido la cruz representa un símbolo de renuncia, de entrega, de vocación de servir al prójimo y a los demás hasta sus últimas consecuencias.

Y que mayor consecuencia para un ser humano, como era ÉL siendo Dios, que entregar su propia vida?

Desde entonces ya no fue necesario ofrecer sacrificios sangre por la expiación de los pecados, porque fue la Expiación Final, la última que se ofreció al Padre por las iniquidades y los fallos de los humanos.

Por eso para seguir a Jesús debemos cargar con nuestra propia cruz. Y cuál es la cruz con la que lo seguiremos?

Sencillamente la personal, la que significa una cuestión que probablemente solamente nosotros sepamos qué es y que arrastramos en nuestro interior cada día.

Esa es nuestra cruz, la que llevamos callada y sufridamente cada día y con la que debemos de seguir al Hijo del Hombre.

Sin lamentos, quejas  ni victimismo, como ÉL hizo. Esta es la única manera de seguirlo, en Espíritu y con Verdad, para entregarnos por completo al cumplimiento del Mandato de servirlo y de servir a los demás.

Diego Acosta

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EL MEJOR TIEMPO

Cuando nos aprestamos a leer la Palabra de Dios, debemos prepararnos, profundamente para un gran momento de nuestra vida.

No es solo prepararnos para una lectura sino también para adentrarnos en las revelaciones que el Espíritu pueda darnos.

Pero, debemos apreciar que son dos situaciones distintas. Una cosa es leer, con detenimiento, sin prisas. La otra es dejar pasar nuestra vista sobre Capítulos y versículos, buscando lograr de leer el máximo posible de páginas.

Como es comprensible, el Espíritu difícilmente podrá enseñarnos lo que tiene para nosotros, si solo pasamos  nuestra vista, con rapidez sobre las páginas como si estuviéramos compitiendo contra nosotros mismos.

Cuando leemos debemos elegir el mejor momento del día, aquel en el que estaremos más tranquilos, más serenos, para no tener ninguna clase de prisa ni caer en la tentación de hacerlo rápido para acortar los tiempos.

Estas cuestiones fueron momento, una gran revelación para mí, pues un día el Espíritu me mostró mi gran torpeza, mi auténtica necedad a la hora de leer el Texto Sagrado.

Un buen ejemplo de lo que estamos comentando, es el momento en el que Jesús habla de la semilla de mostaza y de lo pequeña que es.

Creo que todos nos quedamos en la primera parte del versículo, al que damos por sabido y por entendido, sin detenernos ni un solo instante en lo que podríamos llamar la segunda parte de lo que dijo el Hijo del Hombre.

Hablando de la calidad de nuestra fe la comparó con una semilla de mostaza y mencionó que podríamos cambiar a un monte de lugar.

Y pareciera que ese es el fin de la historia. Pero Jesús formuló una promesa: Si nuestra fe fuera mayor, podríamos hacer cosas mayores que esa.

Sería bueno que leyéramos el pasaje, en el Evangelio de Mateo, para comprender acabadamente la necesidad que tenemos de profundizar en el Texto y permitir que el Espíritu nos hable.

Con el paso de los años, he podido valorar la importancia de esta enseñanza. Cuando le dediquemos el mejor tiempo a la lectura de la Biblia, entonces nuestra vida comenzará a cambiar.

Mientras tanto caminaremos como si no tuviéramos una brújula y estaremos perdidos y sin rumbo.

Diego Acosta 

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DIOS DE VIDA

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

En estos días en los que muchos pueden llegar a dudar de Dios o a criticarlo por haber permitido el horror de la masacre de España, es importante reflexionar.

Es necesario obrar con serenidad, sin caer en la ofuscación de la justicia por mano propia, ni por hacer responsable al Eterno de lo ocurrido.

No es este el camino.

Quienes se valen del terrorismo como instrumento para demostrar el valor de sus ideas o de sus creencias, solo están demostrando lo contrario.

Qué valor pueden tener ideas o creencias que precisan del asesinato premeditado?

Incluso con la práctica de la muerte ciega y alevosa, que puede llegar a afectar hasta a quienes piensan o creen igual que los criminales.

Dios puede ser responsable de semejante barbarie asesina?

Si observamos sus mandamientos, hay uno que es perfectamente aplicable a la situación: No Matarás…y menos en mi Santo nombre.

Entonces por qué con deliberada mala intención se acusa al Eterno de las muertes de inocentes?

Quienes niegan su existencia, se rebelan contra ÉL o conociéndolo reniegan de su Majestad, encuentran en estas muertes tan dolorosas argumentos para clamar por su falta de Amor.

Hablan así de Dios, precisamente ÉL que es AMOR.

Estos torpes razonamientos ocultan que las muertes del terrorismo se producen bajo el nombre de otro dios, como un homenaje a su condición de tal.

Se oculta deliberadamente que todas las muertes que provocan los musulmanes se consagran a un determinado dios.

No indica esto que ese dios, es un dios de muerte?

Nuestro Dios nunca justificará un asesinato, porque está en contra de sus mandamientos. Y mucho menos aceptaría que se los ejecutaran en su Nombre.

Es importante reflexionar sobre todo lo que escuchamos, lo que se nos presenta como una semiverdad o lisa y llanamente como una mentira.

La única Verdad es que nuestro Dios es un DIOS DE AMOR!

ÉL en la hora de la angustia ante las pérdidas irreparables, es el que puede darnos el Consuelo sobrenatural y la certeza que Su Justicia obrará contra los criminales y sus inspiradores.

Diego Acosta

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PONIENDO LA MIRADA ARRIBA

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

Colosenses 3.1–2
1:Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2:Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

¿Has tratado alguna vez de hacer una hilera de pisadas perfectamente rectas en la nieve? ¡No es nada fácil! Ante este reto, la mayoría de las personas caminan de manera calmada, mirando hacia abajo y concentrándose intensamente en los pies. Siempre que alguien enfrenta este reto mirando hacia abajo, puedes estar seguro de que no lo logrará. Cuando caminamos mirando nuestros pies, no tenemos idea de adonde estamos yendo, porque la experiencia se centra totalmente en nosotros mismos. No hay ninguna perspectiva, porque no podemos ver el resto del entorno. No hay un foco verdadero, ya que la referencia de cada pisada es nuestra pisada anterior. Nosotros no nos vemos a nosotros mismos como parte de un entorno mayor. Por tanto, por más que lo intentemos, simplemente nos moveremos sobre la nieve sin tener un norte. La única manera para hacer una hilera de pisadas rectas es, literalmente, olvidarnos de los pies. El secreto es mirar hacia delante en línea recta fijando la vista en un poste o un árbol caído que esté a lo lejos. Luego, con la mirada puesta en ese objetivo, comencemos a caminar. Si fijamos nuestros ojos en algo que nos quede lejos, nos mantendremos caminando siempre en la dirección correcta. Lo mismo sucede con nuestra vida espiritual. Si vivimos concentrados en nosotros mismos, no veremos todo el panorama y, sin duda alguna, nos moveremos sin un rumbo fijo.
Necesitamos tener los ojos puestos en algo más inspirador que las circunstancias en las que nos encontramos. Quizás sea el cumplimiento de una Palabra que el Señor nos dio. Quizás sea la realización de una visión que recibimos. O bien podría ser la finalización de un proyecto en nuestras vidas que hará que veamos la Gloria de Dios. Sea cual sea el tema, esto nos inspirará y animará a seguir adelante cuando ya las fuerzas parezcan desvanecerse.
Pero, cuando nos enfocamos más allá de nosotros mismos, fijando nuestros pensamientos y nuestros ojos espirituales en Jesús y Su Voluntad, podemos confiar en que nuestro camino será recto. No nos desviaremos y estaremos seguros en cada paso que demos. ¡Haz la prueba!
Isaías 26:3
«Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado.»

Pr. José Gilabert

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RESCATE

Cada día se repiten más los mensajes relacionados con el rescate de la Iglesia, ante el advenimiento del fin de los siglos.

Cada día se repite con gran convicción esta afirmación, que se torna en un mensaje agradable sobre el futuro de quienes hacemos parte de la Iglesia.

Lo que sorprende es que nadie entre quienes hacen estos mensajes, haga referencia a aquello que deberíamos hacer en tiempos de la espera.

Nadie habla, por ejemplo, de las responsabilidades que tenemos como hijos de Dios, de servir a quienes nos rodean.

Tampoco se habla de la necesidad de cumplir con el mandato que nos dejó Jesús, de llevar el mensaje de las Buenas Nuevas hasta los confines de la Tierra.

Pareciera que con hablar del rescate, ya hemos cumplido la parte de nuestro Pacto!

Tal vez deberíamos reflexionar acerca de lo que el Hijo del Hombre espera de nosotros!

La comodidad de aguardar con la confianza puesta en ÉL, podría desaparecer si pensáramos quienes verdaderamente serán rescatados.

Seremos todos o seremos todos quienes cumplamos fielmente con el mandato de servir y llevar el mensaje del Evangelio?

Esta pregunta puede parecer polémica o incluso fuera de lugar, pero creemos que es necesario formularla, para no ser cómplices de la pasividad o la indiferencia.

Y si los rescatados fueran los verdaderamente fieles?

Que ocurriría con muchos de nosotros?

Ante las voces que se levantan hablando de la inminencia del rescate, bueno es que reflexionemos sobre esta cuestión.

Porque si verdaderamente pensamos en lo inminente bueno es que obremos con esa misma urgencia y no dejemos para otros días, lo que podríamos lamentar mañana mismo.

La vida cristiana no solamente se alimenta de buenas palabras, sino también de hechos que son frutos reveladores de nuestra fe.

No olvidemos que si es inminente el tiempo del rescate, en la misma medida lo será la necesidad de mostrar nuestra fidelidad al Señor.

Así como nos regocijamos en el cumplimiento del rescate, debemos obrar del mismo modo, con regocijo y firmeza haciendo lo que se espera de nosotros.

Diego Acosta

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