Jesús nos advierte que no obremos como los fariseos que buscaban el reconocimiento público en lugar de buscar la honra del Padre. El Hijo del Hombre nos advierte para que nuestra mano izquierda no sepa de la derecha. Diego Acosta – MENSAJE
El Príncipe de Paz siguió enseñando acerca de cuestiones fundamentales relacionadas con la ayuda a los necesitados, el ayuno y la oración.
MATEO 6:1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Rotundamente Jesús se enfrentaba a las actitudes públicas de los fariseos.
De esta manera advirtió acerca de la hipocresía de mostrar las acciones piadosas de los judíos de aquellos tiempos, para con los hombres y mujeres que precisaban ser ayudados.
Esas muestras de generosidad debían ser hechas como una forma de adoración a Dios y nunca como un medio para que los hombres pudieran exaltarlas.
Esta cuestión es tratada en el Libro de Deuteronomio 15:7 Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre.
Y sobre la cuestión de la recompensa, encontramos lo que dijo David en el Salmo 58:11 Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo; Ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.
La recompensa Divina siempre será mayor y más importante que la que los hombres podamos conceder.
En palabras del profeta Isaías, en 40:10 podemos leer: He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.
Podemos interpretar también que estas palabras están relacionadas con la venida de Cristo, el Mesías.
El Hijo del Hombre preguntó en la sinagoga ante escribas y fariseos: Es lícito en día de reposo hacer bien o hacer mal? Salvar la vida o quitarla? PAN DE VIDA
En el extenso versículo que vamos a analizar, el Hijo del Hombre deja patente el contenido de la Ley y destaca las diferencias, que existen con relación a lo enseñado por los escribas y fariseos.
MATEO 5:22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
Usando los términos Oísteis que fue dicho, enumera una serie de situaciones que adquieren su verdadero sentido con su explicación. Los sentimientos de ira y odio, son los que preceden a la violencia que lleva al asesinato.
El que se enoje se coloca en la situación destacada, ya que la Ley pone de manifiesto la actitud interna de la persona y por esa razón es susceptible de ser llevado a juicio.
Lo mismo ocurre con quién llame necio a su hermano, que es lo mismo que decir cabeza hueca o cabeza sin ninguna clase de idea, lo que era considerado un grave insulto.
El Hijo del Hombre se refiere a quienes acusen de Fatuo a un hermano, se considera que tienen la misma estatura moral que quienes cometen un asesinato.
Los reyes Acaz y Manases, permitieron los sacrificios humanos, en un lugar conocido como valle de Hinom, ubicado al Suroeste de Jerusalén, según consta en 2 Crónicas 28:3 y 33:6.
Esa región fue conocida como Valle de la Matanza, Jeremías 19:6 Por tanto, he aquí vienen días, dice Jehová, que este lugar no se llamará más Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza. La comparación con el infierno de fuego se origina a qué en tiempos de Jesús, en ese lugar había un vertedero de basura donde el fuego ardía de forma continua.
El Príncipe de Paz hizo mención a quienes controlaban la vida espiritual de Israel y al valor de la verdadera Justicia.
MATEO 5:20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. El Hijo del Hombre enfáticamente habló de las normas morales.
Cuando Jesús habló de la Justicia, dejó establecido que de ninguna manera la Salvación sería obtenida por las obras. La única manera de lograr la Justicia es la rectitud ante Dios, que solo se concede a los que creen. Tal y como le expresó Jehová a Abram en Génesis 15:6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Luego Jesús habló de los escribas que eran los maestros de la Ley, en Nehemías 8:1 y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel.
Y en Jeremías 8:8 es el propio Jehová quién habló de los escribas: ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. Estos son algunos de los fundamentos por los cuales Jesús enfrentó a los escribas.
Y luego se refirió a los fariseos, que eran más laxos en el cumplimiento de la aplicación de la Ley, centrándose en las actitudes externas, esencialmente en los ritos y ceremonias.
Estaríamos dispuestos a predicar en el desierto como lo hacía Juan el Bautista? Difícilmente, porque antes nos aseguraríamos qué alguien pudiera escucharnos.
Al hijo de Elizabeth venían vecinos de Jerusalén, Judea y de las poblaciones cercanas al Jordán y su mensaje era siempre el mismo: Arrepentíos.
No complacía a quienes llegaban hasta la ribera del río, sino que les reclamaba que se arrepintieran y dieran frutos que demostraran su arrepentimiento por los pecados cometidos.
Esa dureza que exhibía ante los fariseos y saduceos que venían para ser bautizados, demostraba que no estaba allí para lograr aceptación y por eso los llamaba generación de víboras.
Solamente estaba abriendo el camino para la llegada de quién él, Juan, se declaraba, que ni siquiera era digno de llevar su calzado. Y el que vendría los bautizaría con el Espíritu Santo.
La grandeza de Juan, es el testimonio de su humildad. De allí la pregunta si seríamos capaces de predicar en el desierto. Lo haríamos por Jesús o por nosotros?
Mateo 3:12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era;
y recogerá su trigo en el granero,
y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
El Príncipe de Paz describe en la siguiente Bienaventuranza, a quienes recibirán recompensa el Reino de los Cielos.
MATEO 5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Jesús asegura que las dos necesidades elementales del hombre, el comer y el beber, simbólicamente serían satisfechos en el plano espiritual.
Este versículo confronta de manera directa con los fariseos, que destacaban el valor de la autojustificación. Frente a ellos, queda expuesta la Justicia de Dios, que será brindada a quienes tengan una relación profunda con el Eterno.
Queda también descalificada la justicia practicada por la propia mano de los afectados por situaciones, que siempre debe resolver el Soberano sobre todos y sobre todas las cosas.
En el Libro de Amós, 8:11, podemos encontrar una referencia a esta cuestión, en tiempos en que Jehová permanecía en silencio ante el pueblo de Israel. He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.
Debe mencionarse para completar la idea sobre el tema, lo que nos revela el Libro de Proverbios, 21:21 El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra.
La confrontación de Juan el Bautista con los fariseos y saduceos, tuvo a Abraham por protagonista, tras reclamarles que dieran frutos de arrepentimiento.
MATEO 3:8 La condición de hijos del Patriarca que podían esgrimir quienes se oponían a Juan, quedó rápidamente desvirtuada cuando les dijo que Dios podía levantar de las piedras que bordeaban el Jordán hijos de Abraham.
Con esta declaración, estaba dejando en claro que los hijos de Abraham, no eran los descendientes naturales de él, sino aquellos que fueran ejemplares en el seguimiento de la fe y creyeran y cumplieran la Palabra de Dios.
Pablo dejó explicada magistralmente esta cuestión en su Carta a los Romanos en el capítulo 4 del 13-16: 13 Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. 14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. 15 Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. 16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros.
La confianza que tenían los fariseos y saduceos en su descendencia física, provocaba su muerte espiritual, ya que se apartaban de la fe en Dios.
Y si ponían su confianza en la Ley para ser herederos, convertían en vana la fe y por tanto quedaba anulada la Promesa que el Eterno formuló a Abraham.
Por tanto era la Justicia de la Fe la que conferió a Abraham y su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo. Que sea así, por Fe es para que sea por Gracia, abarcando a los de la Ley y a los que tienen la Fe de Abraham.
El enfrentamiento entre Juan el Bautista y los fariseos y saduceos, tuvo una implicancia especialmente llamativa, para las creencias de la época.
MATEO 3:7, en la segunda parte del versículo, tras llamarlos generación de víboras, les formula una pregunta: Quién os enseñó a huir de la ira venidera.
Esta cuestión representó otro duro ataque de Juan, porque aludía a dos referencias del Antiguo Testamento. Una de ellas era Ezequiel 7:9 Y mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia;
según tus caminos pondré sobre ti, y en medio de ti estarán tus abominaciones;
y sabréis que yo Jehová soy el que castiga.
La otra referencia es la de Sofonías 1:8 Y en el día del sacrificio de Jehová
castigaré a los príncipes, y a los hijos del rey,
y a todos los que visten vestido extranjero.
Esta manifiesta alusión a la ira prometida en el Día del Señor, debió haber afectado gravemente a sus destinatarios, por cuánto ellos creían que la Ira no estaba reservada a los judíos sino a quienes no pertenecían a su pueblo.
Esto puede ayudar a entender la gravedad que tenía para los fariseos y saduceos y también los escribas, el anuncio de que pronto vendría el Mesías y lo que podía significar para el poder que detentaban en la sociedad de su tiempo.
MATEO 3:8 Trás estas severas recriminaciones, Juan les pidió que hicieran frutos dignos de arrepentimiento. Debemos comprender que el arrepentimiento y la fe están indivisiblemente unidos y no son otra cosa que una manifestación de la conversión.
El arrepentimiento significa volver la espalda al pecado y la fe, volver a Dios. Por tanto los frutos dignos de arrepentimiento pueden interpretarse como una identificación con las obras que produce la fe, luego del arrepentimiento de los pecados.
La profundidad del tema, explica también la magnitud de la separación de las posturas entre Juan y los representantes del liderazgo judío de la época.
Jesús nos confronta ante la decisión
de oír su Mensaje o de no aceptarlo,
en cuyo caso caemos en la rebeldía. Los fariseos y los escribas
fueron llamados hipócritas por Jesús porque se negaron a escuchar sus Palabras y establecían normas que ellos mismos no cumplían. Diego Acosta – MENSAJE DOMINICAL