rubillos septimomilenio

LA CONFESIÓN-3

ESTUDIO
BÍBLICO

Uno de los problemas principales de la confesión, es cómo y a quién hemos de confesar.

Santiago 5:16.

16Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.

La Biblia nos habla de confesar al ofendido, por tanto si hemos ofendido a alguien debemos ir y reconocer nuestra falta delante de él. Siempre que ofendemos a alguien, también lo estamos haciendo con Dios.

Mateo 5:23-24.

23Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

Para presentarte delante de Dios, debes de arreglar las cosas pendientes que tienes con tus cercanos. A veces queremos mostrarnos espirituales ante los demás y no hacemos lo que demostrará que realmente somos espirituales, estar en paz con todos.

1ª Juan 4:20-21.

20Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

No podemos dejar correr nuestros pleitos con los hermanos y escudarnos en que amamos a Dios porque la Palabra dice claramente que entonces estamos mintiendo. Si tenemos cosas pendientes con nuestros semejantes las tendremos con el Señor.

Pr. Ramón Ubillos

www.septimomilenio.com

 

 

rubillos septimomilenio

LA CONFESIÓN-2

ESTUDIO BÍBLICO

El profeta Daniel estaba delante de Dios en actitud de confesión y el Señor le envío su ángel dándole a entender que se agradaba de su actitud de confesar sus propios pecados y los de su pueblo. Nos es muy fácil reconocer los pecados de los demás, pero Dios quiere que reconozcamos y confesemos los nuestros.

Levítico, 5:5.

5Cuando pecare en alguna de estas cosas, confesará aquello en que pecó.

Desde la antigüedad el Señor dejó este principio en medio de su pueblo, por el cual el pecador debía de confesar sus pecados.

Salmos 32:3-5.

3Mientras callé, se envejecieron mis huesos. En mi gemir todo el día. 4Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. 5Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.

El principal perjudicado de la falta de confesión es uno mismo. El diablo toma ventaja en la ocultación de nuestros pecados y lo toma como acusación hacía nuestra vida. Nos acusa de hipocresía y nos roba la fe. Cuando confesamos nos reconfortamos en aquél que nos ama.

Salmos 51:1-4.

1Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

El rey David cuando fue amonestado por el profeta Natán, se dio cuenta de su pecado y se puso delante del Señor a confesarlo, pues su anhelo era poder ser tenido justo delante de Dios.

Pr. Ramón Ubillos

www.septimomilenio.com

sole septimomilenio

NUEVA AUTO-AYUDA…?

Blog del TIEMPO

Ahora los sabiondos de siempre, están sugiriendo abandonar propuestas como la meditación o la autocrítica, para reemplazarlas por lo que se supone en una nueva modalidad de auto-ayuda.

Se trata de la autocompasión!

Más peligrosa todavía que las anteriores porque supone que en lugar de apreciar la realidad tal y como es, se proponer analizarla desde la perspectiva de la conmiseración…hacia uno mismo.

Es lo mismo que decir: Que tristeza de vida que tengo…que penurias tengo que afrontar, nadie me ayuda, nadie tiene amor por mí, todos me ignoran y yo sufriendo.

Puede una persona vivir de esta manera?

Evidentemente que sí puede, lo que ocurre es que no llegará a ningún final porque siempre estará dependiendo de los demás para que lo ayuden, en la cruel visión de que no hay nadie más importante que uno mismo.

Las modas de auto-ayuda, son muy similares a los que limpian y guardan la basura debajo de una alfombra, en lugar de tirarla y dejar verdaderamente limpio el suelo.

Si los hombres seguimos negando a Dios, nos seguimos rebelando contra su Autoridad, seguiremos siendo esclavos de mal intencionadas propuestas, que no hacen otra cosa que confundirnos y hacernos perder el tiempo.

Romper las cadenas del pasado y convertirnos en hombres y mujeres nuevos, es la oportunidad que nos ofrece el Señor. Cuando lo aceptaremos?

Diego Acosta

www.septimomilenio.com

ESCUCHAR 2

CONTAGIO

DEVOCIONAL

En los tiempos difíciles, la responsabilidad de quienes nos llamamos hijos de Dios se aumenta en la misma proporción que los problemas.

Si nuestra misión es ser Luz para quienes nos rodean, no podemos caer en la tentación de contribuir a que los comentarios o las versiones preocupantes se extiendan.

Debemos de recordar permanentemente que nuestra confianza está puesta en el Señor y que por lo tanto, quienes no lo tienen en su corazón viven con angustia y con miedos que aumentan de forma desproporcionada.

Estas reflexiones surgieron, cuando una hermana me preguntó al borde del llanto, si las cosas que veía y escuchaba la iban a afectar a ella y a su familia y que eso lo aterraba.

Con Amor y con firmeza la respondí, que si ella se declaraba creyente no tenía derecho a tener esas dudas, porque debería saber que todo está bajo el control del Eterno. Incluso su vida y la de su familia. Y por añadidura, de la mía y la de mis amados.

El enemigo disfruta con el contagio de las malas nuevas. Pero sabemos que será derrotado.

Job 11:18
Tendrás confianza,
porque hay esperanza;
mirarás alrededor, y dormirás seguro.

11:18
E terás confiança,
porque haverá esperança;
olharás em volta e repousarás seguro.

Diego Acosta / Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

 

rubillos septimomilenio

LA CONFESIÓN-1

ESTUDIO BÍBLICO

1ª Juan 1:8-9.

8Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

La Palabra nos habla que para recibir el perdón de los pecados hay dos pasos importantes a dar, primero reconocerlos y segundo confesarlos.

Mateo 3:5-6.

5Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, 6y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.

Ante la predicación de Juan el Bautista muchos fueron movidos por Dios a prepararse para la venida del Mesías, ellos confesaban sus pecados antes de bautizarse.

Hechos 19:17-18.

17Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús. 18Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos.

En Éfeso, al ver la diferencia de tener al Señor o no en las vidas, muchos tomaron una actitud correcta delante de Dios y empezaron a confesar sus pecados.

Daniel 9:20-21.

20Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; 21aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.

Pr. Ramón Ubillos

www.septimomilenio.com

 

estudio septimomilenio

CRECER

CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

MENSAJE

Así como en la vida natural estamos en continuo proceso de crecimiento, en la vida espiritual debemos hacer exactamente lo mismo.

Pablo nos advirtió que no podemos ser siempre criaturas, sino que deberíamos acompañar la profundización de nuestra relación con Dios, en la medida en que profundizamos nuestros conocimientos sobre ÉL.

Con todo lo que tienen de lógica estas cuestiones, no siempre las entendemos y por consiguiente, tampoco las aplicamos. Lo que resulta evidente es que lo que se espera de nosotros es que seamos fieles en esta parte de nuestra vida de creyentes.

Cuando fuimos niños nos ayudaron, nos cuidaron y nos dieron las primeras lecciones. Es necesario que recordemos esto para tener actitudes buenas hacia quienes están comenzando el mismo proceso que iniciamos hace años.

Esta prudencia debe aplicarse especialmente en las congregaciones, en las que se registra un ingreso continuado de personas, que aceptaron a Jesús como su Señor y Salvador.

Cuando pienso en esta cuestión, tengo un especial agradecimiento a la mujer que Dios encomendó los primeros tiempos de mi conversión, porque fue gracias a ella, que el cambio en mi vida pudo dar frutos.

Lo sorprendente de este recuerdo, es que no está relacionado con las cuestiones gratas entre maestra-discípulo, sino que está vinculada con la dureza que a veces ella empleó en la enseñanza.

Recuerdo que una vez me dijo que ya no iba a orar más por mí, afirmación que me causó una profunda impresión e incluso una también profunda desilusión. Sin embargo, su condición de vieja maestra, le permitió abordar el tema para que la relación continuara y también mi necesario crecimiento.

Ella me dijo simplemente: Te ha molestado lo que te dije, verdad? Pero sí no lo hacía así, estarías siempre buscando intermediarios en tu relación con el Señor y ÉL no quiere eso. Desea que cada uno le hable, le honre, para que pueda obrar en tu vida. Dios no quiere intermediarios!

Así fue como comencé a crecer, de forma inesperada y gracias a esta lección de sabiduría que mi maestra me dio. La vida espiritual, no se corresponde con la física.

Cuando envejecemos, nuestro cuerpo lo evidencia. Pero en nuestra relación con Jesús, siempre deberemos ser como niños, porque así nos podremos postrar ante su Majestad, con temor y temblor, pero sin ninguna clase de miedos.

Diego Acosta / Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

 

diego2

HACEDORES

CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

MENSAJE

Pablo nos enseñó que debemos actuar como creyentes haciendo obras que demuestren nuestra fe.

Esta cuestión esencial es la que pone en evidencia que realmente somos hombres y mujeres nuevos, nacidos tras el bautismo, en el que demostramos públicamente nuestra aceptación del Señor como nuestro Salvador.

Con estos sencillos argumentos debemos mostrarnos al mundo como ejemplos vivientes de la transformación que ha cambiado nuestras vidas, en cosas tan evidentes como nuestro comportamiento, nuestra actitud, nuestra vocación de servir al prójimo.

Frente a estos planteamientos podemos analizar otra clase de situaciones, principalmente las que se verifican en muchas congregaciones. Según Pablo somos hacedores de obras que muestran nuestra fe.

Pero esa forma de obrar, se transforma en un vértigo de actividades que convierten a las iglesias en auténticos ámbitos donde pareciera que quienes no participen o lo hagan con menos intensidad, son menos creyentes o tienen una fe no tan grande.

Es esto correcto?

De ninguna manera. Pablo no nos demandó ser hacedores frenéticos, nos habló de que debemos de hacer obras, pero no convertirnos en máquinas que están siempre en movimiento.

Podría entenderse esto como una crítica, pero nada es más alejado de la intencionalidad con que ha sido formulada la idea. El propósito es llamar la atención sobre este frenesí de hacer cosas, todos los días a ser posible.

Las congregaciones tienden a mostrar su nivel de actividades como una medida de la fe que las mueve, pero esta afirmación es muy discutible, si la interpretamos con otra forma de entender la vida de creyentes.

Servir al prójimo, SÍ. Servirnos del prójimo, NO. Pero esto es diferente de caer en el frenesí de ocupar todos los días con actividades, que tal vez lo que demuestran en la voluntad de exhibirse como hacedores.

Y tal vez lo más importante: Qué tiempo le dedicamos a nuestra relación como congregación con el Señor?

Las actividades son buenas y necesarias, pero es fundamental que se vean respaldadas por tiempos preciosos de oración y comunión con el Eterno, porque entonces sí verdaderamente podemos crecer como hacedores de la fe.

Reflexionar sobre esto, puede parecer frustrante, porque significaría que estamos abandonando las actividades que nos tienen ocupados constantemente, pero el frenesí no es sinónimo de relación con el Señor.

Diego Acosta / Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

 

 

 

rubillos septimomilenio

LA CONDENACIÓN / 1

ESTUDIO BÍBLICO

Juan 3:19.

19Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

La Enseñanza de Jesús nos habla claramente de la condenación, que consiste, ni más ni menos, que en rechazarle a Él.

Juan 5:28-29.

28No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

Hay una condenación eterna para aquellos que mueran sin haber recibido la salvación, ya que sólo podemos hacer lo bueno si Dios nos da la gracia para ello, pues sino incluso nuestras buenas obras son trapos de inmundicia para el Señor.

Romanos 13:2.

2De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.

El que resiste a lo establecido por Dios se va procurando su propia condenación. Si andamos en el Espíritu, es decir, guiados por el Espíritu Santo, entonces, podremos decir confiadamente que estamos seguros de nuestra salvación. Tengamos en cuenta que el hecho de decirlo, si no tenemos la convicción de la fe, no será suficiente.

Pr. Ramón Ubillos

www.septimomilenio.com

 

 

 

 

bibliaantigua septimomilenio 1

LEER….

DEVOCIONAL

En el poco tiempo que dedico a la lectura de la Biblia, comprendí que era necesario hacer grandes cambios. El más importante de ellos, era el de dejar de mirar la hora a cada momento.

Este llamado a la reflexión me alertó acerca de algo que no era bueno, fundamentalmente para mí, porque sin desearlo, esa actitud me estaba alejando todos los días, un poco más del Eterno.

Pensando en esto, reparé que esos minutos que dedico a la lectura de la Palabra, son muy escasos con relación al que dedico, por ejemplo a otro tipo de lecturas.

Es decir, siempre tengo otras ocupaciones más urgentes, con lo que voy postergando lo que verdaderamente es importante parta mi vida, como hijo de Dios.

Por estas razones, desde hoy he cambiado mis tiempos y ahora me he propuesto leer la Biblia, sin pensar en lo que tengo que hacer y en las complicaciones de cada día. Estar cerca del Señor es lo más importante para mí.

Diego Acosta / Neide Ferreira

www.septimomilenio.com