LA OTRA HISTORIA
Eran los descendientes de Het, el segundo hijo de Canaán. Dominaron el llamado Medio Oriente durante alrededor de siete siglos, utilizaban la escritura cuneiforme acádica y tenían muchos dioses a quienes ofrecían todo tipo de sacrificios, incluidos los humanos.
Su historia comienza alrededor de 1.800 a.C. y su ocaso se lo determina en torno a 1.200 a.C. La capital del reino fue encontrada a comienzos del siglo pasado a unos 150 kilómetros de Ankara, en la actual Turquía. Su escritura fue descifrada en 1915.
El reino Hitita se extendió al norte de la Mesopotamia, abarcando a Siria hasta el Líbano. La tierra de los heteos, como los llama la Biblia, Génesis 23:3, se extendía desde el Eúfrates hasta el Mediterráneo.
Ocuparon Canaán en la época de los patriarcas e incluso después de que los hebreos tomaran posesión de la Tierra Prometida, Génesis 15:20, Deuteronomio 7:1, Jueces 3:5.
El Pueblo de Dios tuvo relaciones con los descendientes de Het. Abraham les compró una heredad, Génesis 25:7-11, Esaú tuvo por mujer a una de las hijas de Het, Génesis 27:46.
Jerusalén tuvo su origen amorreo e hitita, Ezequiel 16:3, 45. La mujer que David tomó a uno de sus capitanes, era esposa de un hitita, Urías, 2 Samuel 23:39.
David en su huida de Saúl, tuvo por compañero a un hitita, Ahimelec, 2 Samuel 26:6. Otra referencia bíblica de los hititas o heteos, se registra en 2 Crónicas 8:7.
Lo concreto, es que los hititas o heteos, descendientes de Het, fueron uno de los pueblos que ocuparon Canaán desde los tiempos de los Patriarcas y no los árabes, como se argumenta con relación a Palestina.
Diego Acosta
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