Moisés y su hermano Aarón y el rey David,
son hombres que fueron perdonados por sus pecados,
pero no librados de sus consecuencias:
razón fundamental de la Justicia de Dios,
para que aprendamos sus Mandatos sobre los pecados. Diego Acosta – MENSAJE
Cuando celebremos el nacimiento de una nueva vida recordemos la Bendición de Jehová que confió a Moisés para que Aarón la hiciera llegar al Pueblo de Israel y a su descendencia. Diego Acosta – MENSAJE
María y Aarón hablaron contra Moisés porque había tomado una mujer cusita. Jehová los llamó y les advirtió que cuando tuviera un profeta se mostraría en sueños y María quedó leprosa. EN ESTE DÍA
Faraón con el corazón endurecido, no solo no permitió que salieran los niños de Egipto junto con sus padres como se le había solicitado, sino que tuvo el atrevimiento de echar de su presencia a los enviados de Jehová.
Ante esta actitud de rebeldía, el Todopoderoso ordenó a Moisés que extendiera su mano sobre la tierra de Egipto, para traer la langosta, a fin de que consumieran todo lo que la plaga de granizo no había destruido.
Tras extender su mano Moisés, las langostas llegaron con el fuerte viento del este, probablemente el siroco y comenzaron su obra destructiva.
En el Libro de los Salmos 105:34-35 podemos leer a propósito de esta plaga y del Poder de Jehová: Habló, y vinieron langostas, y pulgón sin número; y comieron toda la hierba de su país
y devoraron el fruto de su tierra.
Las langostas se abatieron sobre Egipto en un número como no lo hubo antes ni lo habrá después. Fue de tal magnitud que se oscureció la tierra y no quedó nada verde ni para los hombres ni para sus animales.
Ante la magnitud del desastre Faraón pidió perdón a Moisés y Aarón, por haber pecado contra ellos. Y les pidió perdón a los hermanos y no al Eterno, para que la plaga dejara de afectar al reino.
Moisés oró a Jehová y el viento del oeste se llevó todas las langostas hasta el Mar Rojo. Advirtamos como el viento responde a las órdenes del Altísimo: Trajo las langostas con el viento del este y las quitó con otro, pero del oeste.
Jehová endureció el corazón de Faraón y pese a todo, no dejó libres a los israelíes.
El enfrentamiento de Faraón con Jehová comenzó a llegar a su final con el desarrollo de la octava plaga. Jehová mandó a Moisés, junto a su hermano Aarón, para que fueran a la corte con un fin específico.
El Todopoderoso anunció a sus enviados que había endurecido el corazón de Faraón y el de sus siervos, para demostrarles quién era ÉL que se revelaba a través de sus señales.
Esta vez las palabras de Moisés fueron categóricas: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.La pregunta de Jehová tenía el agregado de la advertencia: Si no se permitía que los israelíes se fueran, enviaría al día siguiente sobre Egipto la langosta.
Las consecuencias serían tremendas: las langostas cubrirían toda la tierra y comerían todo lo que escapó de los daños de la anterior plaga de granizo.
Además llenarían las casas de Faraón, la de los siervos y las de todos los egipcios, como nunca vieron los ojos de sus padres y abuelos, como nunca hasta hoy. Tras el anuncio se retiraron.
Entonces por primera vez los siervos de Faraón intervinieron para pedirle que aceptara los reclamos de Jehová para que no continuara la destrucción de Egipto.
Faraón aceptó e hizo llamar a Moisés y Aarón y les preguntó quienes serían los que se irían y la respuesta fue que serían los niños, los viejos, sus hijos e hijas, además de las ovejas y vacas para celebrar la fiesta solemne de Jehová.
Ante ello reaccionó Faraón anunciándoles que solamente permitiría que salieran los hombres, sin acceder a que también lo hicieran los niños. De esta manera pretendió asegurarse que regresarían tras la adoración a Jehová, rompiendo el acuerdo y desencadenando la octava plaga.
La actitud desafiante de Faraón ante Jehová, provocó un nueva reacción del Todopoderoso. La plaga de las úlceras se inició con el Mandato a Moisés y Aarón.
Era la primera vez que se vería afectada la salud humana y también otra circunstancia en la que los hermanos no tendrían que usar la vara.
Jehová ordenó que tomaran cenizas de un horno y que Moisés la esparciera delante de Faraón. Las cenizas se convertirían en polvo sobre todo Egipto y producirían dos consecuencias: provocarían sarpullidos y úlceras sobre los hombres y también sobre el ganado.
Los hornos que formaban parte de los trabajos excesivos que Faraón imponía a los israelitas, en este caso serían las proveedoras de las cenizas que utilizó Jehová en el cumplimiento de su Orden.
Cuando Moisés cumplió lo establecido por Jehová y las cenizas se convirtieron en polvo, los hombres fueron víctimas de sarpullidos y de úlceras.
El Libro de Éxodo revela que también las sufrieron los hechiceros, que habían dejado de ser mencionados a partir de la tercera plaga. Esto deja en evidencia que Faraón los seguía utilizando a pesar de los fracasos que habían tenido en su lucha contra las plagas.
En el Libro de Apocalipsis se menciona nuevamente al castigo de las úlceras cuando el primero de los siete ángeles derramó su copa cumplió la orden de derramar las siete copas de la Ira de Dios. Apocalipsis 16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
Faraón y tal como Jehová había anunciado a Moisés, no escuchó el reclamo de liberar a su Pueblo. Y en este caso fue el propio Dios quién volvió a endurecer el corazón del soberano de Egipto. De esta manera lo entregó a los malignos propósitos de su corazón
A diferencia de las tres plagas anteriores, ya no es Aarón el que ejecutará las órdenes de Jehová, sino que ahora será el propio Moisés el que tendrá a su cargo el anuncio y la ejecución del cumplimiento de lo dispuesto por el Eterno.
Moisés fue temprano y habló con Faraón que acababa de salir del río y le anunció que si no deja salir a los suyos, habría una nueva plaga sobre Egipto.
Pero en este caso, Jehová le anunció que habrá una diferencia entre su pueblo que habita en Gosén y sus súbitos. Éxodo 8:23 Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal. Jehová cumplió su anuncio y hubo una molestísima plaga sobre todo Egipto.
Faraón llamó a Moisés y Aarón y les ofreció que los israelíes se marcharan a ofrecer sacrificios a Dios en la tierra. Pero los enviados de Jehová rechazaron y propusieron salir al desierto durante tres días.
Ellos no podían aceptar ofrecer sacrificios al Eterno en medio de la corrupción de Egipto, ni entre los ladrillos que fabricaban ni entre las ollas de carne que cocinaban.
Faraón finalmente aceptó que así se hiciera y pidió que oraran por él y que la plaga de las moscas terminara. Moisés oró a Jehová y el Todopoderoso retiró todas las moscas, pero Faraón no cumplió su promesa de liberar al Pueblo de Dios. Su corazón estaba endurecido por la soberbia y la codicia por las riquezas que le proporcionaban los cautivos.
En el Libro de Éxodo se nos revela como Moisés y Aarón por mandato de Jehová, pidieron a Faraón que liberara al pueblo israelita. Fue un reclamo y no una amenaza.
Cuando la respuesta fue negativa, la situación cambió. Los que debían ser liberados fueron sometidos a un régimen más riguroso que el que estaban soportando.
Moisés y su hermano Aarón fueron ante Faraón en el momento en el que estaba en el río y le dijeron, según consta en Éxodo 7:17:19 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.18 Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río. 19 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.
Este anticipo tenía el propósito de dejar establecido que lo que ocurrió luego, no fue debido ni a una casualidad ni a cualquier otra circunstancia. El Eterno siempre avisa para dar una oportunidad de cambio de actitud.
Pero los hechiceros hicieron lo mismo y el corazón de Faraón se endureció e ignoró los reclamos recibidos y también el hecho que los enviados de Jehová hubieran convertido las aguas de Egipto en sangre.
El pecado de la soberbia de Faraón fue el responsable de la situación que se enfrentaron los egipcios durante siete días. Los pozos y las aguas subterráneas aliviaron las penurias del pueblo.
Dos cuestiones deben ser remarcadas: Las aguas no adquirieron el color de la sangre sino que se convirtieron realmente en sangre. Además el Faraón no advirtió el detalle que sus hechiceros repitieron el milagro dispuesto por Jehová, pero no fueron capaces de restaurar el principio fundamental: convertir la sangre en las aguas de las que se servían los egipcios.
Jehová designa a Josué, hijo de Nun para que sea el sucesor de Moisés y le ordena que lo presente a la congregación para que le obedezca como antes le obedecieron a él. EN ESTE DÍA
Los israelitas reclaman a Moisés y Aarón
el haberlos sacado de Egipto para llevarlos al desierto donde no tenían ni agua para beber, ellos y sus bestias. Jehová mandó a Moisés tocar una peña con su vara y entonces fluyó el agua en manantiales. EN ESTE DÍA