Cada vez que callamos
DEVOCIONAL
Cada vez que debiendo hablar, optamos por el silencio estamos siendo cómplices de cuestiones que un día se nos reclamarán.
Callarse, no solamente es una forma de cobardía, sino también una actitud perversa de nuestro corazón, que nos lleva a la complicidad, porque nos resulta más conveniente o menos comprometido.
Pero si esto no fuera lo suficientemente grave, si recordamos las palabras de Jesús, entonces sí que estamos haciendo algo mal y solo recogeremos malos resultados.
El Hijo del Hombre, nos mandó cuidar al Prójimo y callarnos cuando debemos hablar, es una forma de no cumplir con su Mandato y también de exhibir que no somos fieles a quién nos dio la Salvación.
Cada vez que me callo siento un profundo desasosiego en mi interior, lo que es una evidencia de que mi conciencia me está reclamando y lo que el Espíritu me está exigiendo.
Callar es una triste forma de no ayudar al Prójimo y una penosa demostración de que somos indignos de llamarnos hijos de Dios.
Isaías 62:6
ES – Sobre tus muros, oh Jerusalén,
he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás.
Los que os acordáis de Jehová, no reposéis,
PT – Ó Jerusalém! Sobre os teus muros pus guardas,
que todo o dia e toda a noite se não calarão;
ó vós que fazeis menção do Senhor, não haja silêncio em vós,
Diego Acosta / Neide Ferreira