COMPROMISO
Cada vez que me encuentro en una situación extrema, clamo al Señor por su ayuda!
Siempre!
Lo hago con la seguridad que seré escuchado, que mi clamor será atendido y que tendré la respuesta esperada.
Esto significa total y plena confianza en el Señor!
Pero cuando la tormenta comienza a menguar, también ocurre lo mismo con mis oraciones. Ya no levanto un clamor sino que lo hago como cumpliendo con un requisito.
Cada vez menos busco el contacto con el Eterno!
Recordando esta situación que se repite una y otra vez, me detuve a reflexionar qué pensaría Dios de todo esto, de mis actitudes de clamor o de tibieza.
Y debo confesar que me sobrevino una enorme preocupación por esta forma de obrar. Y me hice una pregunta sobrecogedora: Qué ocurriría si el Soberano obrara del mismo modo que yo?
Es decir, si actuara exactamente al contrario de cómo yo obro. No habría clamores escuchados y sí, tiempos de sosiego bendecidos.
Esto evidentemente, no es otra cosa que falta de compromiso en mi condición de creyente, con el propio Creador.
Traerlo a la memoria cuando lo necesitamos y dejarlo en la tibieza cuando la vida pensamos que nos está sonriendo.
Alertado por el peligro que yo mismo he provocado, he decidido renovar mi Pacto, mi compromiso con el Altísimo!
En la paz y en la adversidad, SIEMPRE lo buscaré!
Con el temor y temblor que demanda su Majestad y con la confianza que inspira su Amor y su Misericordia!
Salmo 2:11
Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor.
Diego Acosta / Neide Ferreira