EL ABATIMIENTO

EL ABUELO SALOMÓN

Se podría decir que se entiende cuando una persona se muestra abatida, con una profunda tristeza y con el lógico desánimo que provocan estos estados de ánimo.

La cuestión es saber que produce el abatimiento?

Si logramos conocer el origen podremos intentar una solución, aunque a veces resulte tan difícil y hasta poco probable. Pero la cuestión es intentarlo.

Las humillaciones públicas o aún las que se producen en el más estrecho círculo de las relaciones personales, son las que muchas veces desencadenan estos episodios.

Sencillamente porque nos hunden y nos duelen tanto, que no somos capaces de reaccionar. O bien tratando de argumentar en contra de la humillación o bien tratando de superarla pese a lo inesperada que pueda resultar.

Puede ocurrir que hayamos sido víctimas de alguna bajeza que nos resulte incomprensible o intolerable, mucho más cuando provenga de una persona de la que nunca lo sospecharíamos.

El primer paso en la lucha contra el abatimiento, lo daremos perdonando a quién nos ha humillado o ha cometido alguna bajeza contra nosotros. El perdón, es también la mejor forma de volver a creer en nosotros mismos.

Diego Acosta

TIEMPO DE RESTAURAR

EL ABUELO SALOMÓN

Para todo hay un tiempo, para lo bueno y para lo malo, para la alegría y también para la tristeza. Y también hay un tiempo para sanar y para restaurar.

En los tiempos difíciles debemos pensar que no siempre habrá dolor y sufrimiento, ni tampoco desesperanza y amargura. A todo lo malo seguirá lo bueno.

Siempre ha sido así y seguirá siendo!

Restaurar, es un esfuerzo edificante porque borramos del pasado lo que nos hizo daño y también perdonamos a quienes nos hicieron ese daño.

Persistir evocando aquello que nos hizo doler, es una idea que nos destruye y también nos limita, hacia un mañana que debe ser mejor que el que tenemos.

No miremos las ruinas, sino miremos con los ojos de la esperanza, aquello que podamos construir, sobre lo que haya quedado de bueno. Esto es restaurar.ruinas, esperanza,

 

EL PELIGRO DE LA DESESPERANZA

 

ANTIVIRUS

La sociedad mundana desde distintas perspectivas y desde diversos países, muestra a diario como una sensación de tristeza se va instalando en el ánimo de las personas.

Que está ocurriendo?

Nos sentimos indefensos ante la adversidad que se convierte en algo tangible con la peste que nos está azotando. Y desde diversos foros se advierte sobre esta cuestión, reclamando cuidado y también prudencia.

Al parecer no son buenos tiempos para las decisiones drásticas ni para las determinaciones que nos comprometan para el futuro, que aunque incierto es insoslayable.

Frente a este panorama, resulta más necesario que nunca recordar que los humanos tenemos una alternativa válida, no como un remedio sino como una forma de vivir.

Jesús vino para nuestra Salvación y su mensaje de Amor permanece a lo largo de los siglos. Y también debería estar vigente en estos tiempos. No es bueno, negarnos la alternativa de vivir de una forma diferente.

Diego Acosta

 

El recuerdo de mi padre

DEVOCIONAL

Soy incapaz de precisar cuántos años hace que un día, caminando por la avenida de una ciudad donde vivía, pude ver de lejos, como un hombre que evidentemente era el hijo, pasaba su brazo por encima de los hombros de su padre.

En ese momento pasó por mi corazón un sentimiento que bien podría haber sido de envidia. Sencillamente me pareció hermoso el gesto, que yo no podía hacer pues a mi padre lo había perdido hacía un tiempo.

Recuerdo que casi instantáneamente, vino a mi corazón una voz que me decía: Yo soy tu padre!

Y aquel momento de tristeza, de melancolía, de envidia tal vez, se transformó en una alegría intensa, profunda, podría decir que sobrenatural.

Porque en realidad siempre fue así. Aunque pude disfrutar de la presencia física de mi padre, siempre tuve la certeza que había alguien que me cuidaba como nadie.

Al recordar a mi padre, lejano ya en el tiempo, puedo percibir cercano como nunca a mi Padre Eterno!

Diego Acosta / Neide Ferreira