LO QUE IMPIDE

 

DEVOCIONAL

Siempre me ha impresionado como algunas personas se afanan buscan y rebuscan para calmar sus ansiedades o satisfacer sus necesidades o también solucionar sus dramas.

Lo que verdaderamente asombra es que luego de tantos fracasos, esas personas se nieguen a escuchar hablar de Dios y de su Hijo Jesús.

Por qué lo hacen?

Por experiencia personal podría decir que el impedimento es el orgullo, o la vanidad, o la confianza en la propia fuerza y que nos lleva a negar que  precisamos la ayuda del Todopoderoso.

Es muy triste comprobar que ha pesar de las evidencias haya quienes se sigan negando a tener la Verdad en sus vidas y que esa Verdad sea capaz de transformar el lamento en baile como decía David.

Es necesario admitir entonces, que no son nuestras palabras las que llevan convencimiento a la mente y al corazón, sino la Obra Poderosa del Espíritu Santo. Nuestra parte termina, cuando dejamos de hablar…

Efesios 4:14  Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error

Diego Acosta – Neide Ferreira

EL PELIGROSO ENGAÑO

DEVOCIONAL 

Jesús nos advirtió a propósito del final de los tiempos, que no nos dejemos engañar. Y si ponemos por pasiva la frase, no nos engañemos a nosotros mismos.

El riesgo de caer en estas sutiles tentaciones del mundo, se produce a partir del momento en que aceptamos los halagos que nos sorprenden, que nos agradan.

Por eso siempre recuerdo la amonestación que me hizo una predicadora, cuando elogié su mensaje: Si realmente me respetas, nunca más vuelvas a halagarme.

Confieso que me causó sorpresa esta reacción que consideré desmesurada y también poco amistosa. Pero los años me enseñaron cuánta razón tenía quién aparentemente había sido excesivamente severa.

Aprendí que una de las formas más perversas del engaño, es el elogio, aunque sea merecido. Porque afecta directamente a nuestro corazón que se envanece porque lo considera como una distinción.

Si Jesús me mandó que tuviera cuidado con esta cuestión, sería un necio si no le obedeciera.

EL SOBERANO

Quién tiene el Poder sobre todos los hombres
y sobre todas las cosas que vemos y las que no vemos,
sobre el pasado y sobre el futuro?
Solamente Dios!
Solo ÉL nos puede dar Amor y Consuelo.
Diego Acosta – MENSAJE
CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

SI ME AMAS…

DEVOCIONAL

Sabemos que hay enseñanzas qué con el tiempo, van adquiriendo más importancia, porque ayudan a establecer normas de conducta.

Una de ellas fue el de una querida maestra, que luego de que ponderara su predicación, me llamó aparte y me dijo: Si me amas, no me alabes…

En ese momento mi reacción fue de sorpresa y ella simplemente me respondió: Piensa en lo que te dije, porque lo que has dicho me estimula la vanidad.

Y naturalmente pensé y mucho llegando a la conclusión de que a veces la ponderación, puede resultar dañina. Y lo que se hace con buena intención, puede tener consecuencias impensadas.

Mucho más, cuando quién recibe el juicio favorable, tiene la certeza de la sinceridad de la opinión. Me resultó bueno saberlo y comprenderlo, porque alentar la vanidad no es bueno para nadie. Y si es malintencionada, peor todavía.

1 Samuel 12:21
No os apartéis en pos de vanidades
que no aprovechan ni libran,
porque son vanidades.

Diego Acosta – Neide Ferreira

 

PARA EL REINO

DEVOCIONAL

Pertenezco al grupo de personas que cada tanto se pregunto: para quién estoy trabajando?

Y no busco las respuestas fáciles ni las oportunas, sino aquellas profundas que sin ninguna clase de dudas, puedo presentar ante el Santo de Israel.

Esta forma de proceder solo busca controlar mi corazón, para que las influencias del mundo no me afecten ni me hagan acomodar a lo que resulta mejor para mis propios intereses.

En eso consisten las trampas que las seducciones mundanas nos pueden llegar a influir, porque dejamos de lado lo esencial y nos preocupamos por los mezquinos afanes de vana-gloria.

Cuando no tengo claro que las respuestas no son las correctas, me preocupo y pido ayuda al Eterno, para que me haga volver al Camino verdadero y poder esquivar los traicioneros atajos de Satanás.

Trabajar para el Reino y es lo único válido que debemos hacer, aunque todo lo demás nos pueda resultar conveniente o satisfacer nuestra vanidad.

Mateo 6:33
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas.

Diego Acosta / Neide Ferreira

LA EXCELENCIA

CONGREGACIÓN
SÉPTIMOMILENIO

Una de las máximas del mundo, es la de buscar la excelencia. Obviamente se está aludiendo a un nivel de calidad que se convierte en digno de ser elogiado.

De esta manera colocamos en un alto escalón, todo aquello que realizamos para sobresalir, para destacar la obra de nuestras manos o poner de manifiesto nuestros talentos.

Bien podríamos decir que en la sociedad se utiliza la excelencia como una de las herramientas más sofisticadas para obtener resultados que puedan ser admirados por encima de lo que consideramos la media de calidad.

Esta cuestión surge como resultado de una conversación que mantuve con un respetado pastor, que en una oportunidad me preguntó sobre cómo me encontraba.

Le respondí que muy bien, pero también muy cansado, argumentando que no solamente trabajaba mucho, sino que también buscaba en cada cosa que hacía llegar a la excelencia.

Él, por toda respuesta me dijo: Has pensado como está tú nivel de vanidad?

Esa noche, volví a pensar en el tema tratando de encontrar una explicación a lo que el pastor me había dicho. Y sobre todo a tratar de aclarar por qué había vinculado la excelencia con la vanidad.

En el fondo la cuestión es bastante simple: Si nos pasamos el día buscando la excelencia, lo más probable es que dejemos de hacer lo que es nuestra responsabilidad, porque estaremos más ocupados en exaltarnos que en cumplir con nuestras obligaciones.

En términos del mundo podríamos argumentar que por buscar la excelencia, estamos afectando nuestro rendimiento y en cierta forma estamos incumpliendo con nuestro deber.

En términos espirituales, llegados a este punto es cuando podemos advertir que efectivamente esa búsqueda de la excelencia, que supuestamente estamos ofreciendo a Dios, no es otra cosa que nuestra vanidad en acción.

El Eterno no nos demanda ni sacrificios ni perfecciones, nos demanda obediencia para que seamos fieles con aquello que es el Propósito para nuestra vida.

Al advertir esta relación entre excelencia y vanidad, no tuve menos que pedir perdón al Supremo por la necedad de mi actitud de disfrazar mi orgullo con la máscara de una falsa humildad.

Sirvamos al Señor con alegría, porque ÉL conoce la magnitud de nuestros talentos!

Diego Acosta / Neide Ferreira

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SIN NADA…!

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Sorprende como con el paso de los años, la cuestión del final comienza a tornarse en una realidad, en un pensamiento a veces preocupante, otra angustiante y otro reflexivo.

Me encuentro en este último apartado, esperando que cuando llegue mi final me encuentre con mis cuentas al día con el Creador.

De eso se trata: De cómo esperamos el final!

Y esto está relacionado con la forma en que hemos vivido, a qué cosas le dimos importancia y qué dejamos de lado por ser esclavos de nuestros afanes.

La Palabra de Dios es rotunda en explicarnos como debemos vivir!

Nos revela que es lo superfluo y que es lo importante, lo que verdaderamente tiene valor y aquello que solamente es producto de esa grave, gravísima enfermedad, que padecemos los humanos llamada vanidad.

Lo cierto es que si pensamos con objetividad, advertiremos que al mundo vinimos sin nada. Sin absolutamente nada.

Aunque alguno se engañe y diga que venimos con un pan bajo el brazo…Esta es mera palabrería!

Y así como vinimos sin nada, con nada nos iremos!

No habrá lugar en el momento del final, para nada que no sea nuestra relación con Dios, nuestra confianza en ÉL y nuestra certeza de que nos espera la Vida Eterna.

Todo lo demás, honra o deshonra, riqueza o pobreza, reconocimiento o ignorancia y todo aquello por lo que nos afanamos no cuenta para nada.

Nada tiene valor!

Me coloco delante de Dios y reconozco que lo único perdurable en mi vida, es aquello con lo que lo pude honrar, con la modestia de mis torpes hechos y con la fe que tengo en ÉL.

Sin nada, como vinimos, nos iremos!

Eclesiastés 1:11

No hay memoria de lo que precedió,

ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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