EL ORIGEN DEL TÉRMINO JUDÍO / I

LA OTRA

HISTORIA

La palabra que define al Pueblo de Dios, inequívocamente proviene de Judá, que era el antiguo reino que tenía por capital Jerusalén.

El patriarca de la tribu que derivó con su nombre, nació en Padan-aram, Génesis 29:35. La bendición que le otorgó Jacob en su lecho de muerte fue un anticipo de la trascendencia que tendría su familia.

Judá fue el jefe de su pueblo hasta el tiempo de Cristo, Génesis 49:8-12. Fue el antecesor de Isaí padre de David y de su descendencia nació Jesús para el cumplimiento de las profecías.

La mención más antigua del Reino de Judá es una tablilla encontrada en Nimrod, la capital del imperio Asirio. En ella probablemente datada en 737 a.C. se describen las hazañas del reino Tiglath- Pileser III, que entre otros venció a Joacaz de la tierra de Judá.

El reino original israelita recibió el nombre de Judá. Durante el dominio de los persas se convirtió en una provincia de ese imperio, llamada Yehud.

El nombre Judá, ha sido sometido a múltiples análisis y ha originado también grandes controversias. Una de las tesis más aceptadas destaca que el nombre proviene de dos palabras:Yehu, el nombre divino y Udah, que significa dar gracias. Esto en síntesis llevaría a la conclusión de que Judá significa: Gracias a Dios. O con más precisión: A Dios, por Yehu y gracias por Udah.

Para la secuencia del razonamiento, es importante recordar lo que ocurrió con el Reino de Judá. Parte II.

Diego Acosta

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VIVIR CON INJUSTICIAS

CONGREGACIÓN

SÉPTIMO MILENIO

Pero José les respondió: No temáis, pues ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente. Génesis 50.19–20

Podemos convivir con muchas dificultades y sacrificios, pero cuando percibimos que hemos sido tratados con injusticia nos sentimos traicionados en lo más profundo de nuestro ser, especialmente cuando viene de aquellos que más amamos. La agonía de esta insoportable carga la capta el salmista: «No me afrentó un enemigo, lo cual yo habría soportado, ni se alzó contra mí el que me aborrecía, pues me habría ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, ¡mi guía, y mi familiar!, que juntos comunicábamos dulcemente los secretos y andábamos en amistad en la casa de Dios» (55.12–14).
El cristiano maduro deberá aprender a manejar correctamente las injusticias para evitar un proceso que le quitará el gozo y la paz y, eventualmente, pondrá fin a la efectividad de su ministerio. Nada ilustra esto con tanta fuerza como la vida de los hermanos de José. A pesar de que habían pasado 44 años desde aquella terrible decisión de vender a José como esclavo, seguían atormentados por lo que habían hecho, presos del miedo a la venganza. Piense en eso. ¡La mitad de la vida atormentados por algo que habían hecho casi 50 años antes!
No sabemos en qué momento José resolvió las devastadoras consecuencias de ser vendido por sus hermanos, pero el texto de hoy nos da pistas acerca de dos cosas que habían ayudado a José a superar la crisis. En primer lugar, José entendía que él no estaba en el lugar de Dios, y que juzgar a sus hermanos era algo que no le correspondía. Nuestros juicios siempre van a estar empañados por nuestra limitada visión humana. Solamente Dios juzga conforme a la verdad. Por esta razón, no le es dado a los hombres el emitir juicio contra otros. Aun Jesucristo se abstuvo de emitir juicio, diciéndole a los judíos: «Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie» (Jn 8.15).
En segundo lugar, José tenía una convicción profunda de que Dios estaba detrás de lo que le había pasado. Esto es algo fundamental para el hijo de Dios. Con demasiada frecuencia nuestra primera reacción en situaciones de injusticia es cuestionar la bondad de Dios, preguntando por qué Él ha permitido lo acontecido. Pasaron años antes de que José comenzara a ver el «bien» que el Señor tenía en mente cuando permitió que la tragedia tocara tan de cerca su vida. Mas la convicción de que Dios puede convertir aún las peores maldades en bendición siempre existió, y esto guardó su corazón de la amargura y el rencor.

Pr. José Gilabert – España

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ABRAHAM

Leyendo con atención la Biblia, nos podemos encontrar con algunas situaciones tan extraordinarias, que además de sorpresa causan admiración.

Menciono esto pensando en nuestro padre Abraham. En realidad cuando Jehová lo llamó para que lo sirviera no se llamaba así, su nombre era Abram.

Así se lo conocía en la ciudad caldea de Ur, donde vivía y donde se había casado con Sarai. La expresión conocía, es correcta porque socialmente era un hombre reconocido, de bienes personales y con una vida establecida.

Pero a los 75 años Jehová interviene poderosamente en ese mundo del que seguramente disfrutaba. No solamente recibió el mandato de dejarlo todo, sino que fue enviado a una tierra que le sería mostrada.

Cuántos de nosotros hubiéramos obedecido un mandato semejante?

Si me hiciera la pregunta, comienzan mis dudas.

Lo hubiera aceptado?

Me marcharía dejando buena parte de mis bienes para ir a un lugar que ni siquiera conocía su nombre ni en qué lugar estaba?

Que hubiera hecho en lugar de Abram?

Lo concreto es que el Eterno le anunció lo que significaría en la vida de millones de personas: Sería una bendición y a través de él una nación grande.

Es evidente que esta situación es irrepetible, lo que agranda aún más la magnitud de la obediencia del caldeo.

Pero, como sería padre de naciones si no había tenido hijos con Sarai y los dos eran ancianos?

Ni siquiera esta sencilla pregunta lo detuvo en la certeza de que debía cumplir con lo que se le había mandado.

Debemos ser como Abram o Abraham!

Nuestra obediencia debe ser superior a todas nuestras dudas!

Génesis 12:1-3

PT Ora, o Senhor disse a Abrão: Sai-te da tua terra, e da tua parentela, e da casa de teu pai, para a terra que eu te mostrarei. E far-te-ei uma grande nação, e abençoar-te-ei, e engrandecerei o teu nome, e tu serás uma bênção. E abençoarei os que te abençoarem e amaldiçoarei os que te amaldiçoarem; e em ti serão benditas todas as famílias da terra.

ES – Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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HONRADAMENTE…!

Acabo de leer una frase que me dejó más que sorprendido y dice más o menos textualmente: Aquel que se gane honradamente su sustento, debe quedarse en paz, sin preocuparse…

Este mensaje estaba relacionado con la continua información que recibimos sobre los casos de corrupción, que se repiten en todos los países.

La advertencia de quedarse en paz, hacía referencia al peligro que corren algunas personas que por una mera cuestión sin importancia, pueden perder su libertad en una cárcel.

Este caso, frente a los que delinquen a sabiendas de lo que hacen y escondiéndose detrás de sus fueros o de sus cargos.

Con todo lo dramático y de repugnante que tienen estas situaciones, es necesario recordar que la Palabra de Dios nos advierte acerca de la condición de corrupto del corazón del hombre.

Por tanto frente a la corrupción solamente cabe reclamar el juicio legítimo, que muchas veces cuando son hombres los que juzgan, no se termina cumpliendo.

Sí debemos recordar que siempre hubo y habrá, un Juicio inapelable, un Juicio ineludible, un Juicio que afectará a todos por igual, ricos y poderosos y también a los pobres y desamparados.

El Juicio del Supremo afectará a todos por igual, solamente que se le reclamará más a quién más se le ha dado, a quién más se le ha distinguido con cargos y otros honores.

Entonces será el llorar y el crujir de dientes. Por mucho que ahora tengan a su alcance los frutos dañinos que brinda la corrupción.

Quedémonos en paz y no envidiemos a nadie. No sea que también seamos sancionados en el Juicio.

Génesis 3:19

 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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LOS CANANEOS, VIVIERON BAJO LA MALDICIÓN DE NOÉ

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LA OTRA HISTORIA

Canaán fue hijo de Cam y nieto de Noé, quién lo maldijo junto con su padre por haber visto su desnudez, Génesis 22:9, 18,22-27.

Sus descendientes formaban parte de los grupos que habitaban la actual Palestina y se los conocía por ser comerciantes o mercaderes.

Sus lugares de residencia eran la región costera con el Mediterráneo, los valles y también las llanuras del oeste palestino y el valle del Jordán. Como es notorio, los amorreos ocupaban las alturas de esta última región.

Los puertos de Canaán eran importantes por su movimiento comercial y eran los Tiro, Sidón, Beirut y Biblos. Los cananeos eran productores de papiro y también de madera.

Su presencia en la región se ubica en torno a los 3000 años a.C. y en ciertas etapas estuvieron dominados por los egipcios. Pero cuando Josué invadió su territorio, alrededor del año 1.230 a.C. el poderío de los egipcios había disminuido.

También los llamados pueblos del mar invadieron Canaán. Los filisteos que así se los identificaba, se ubicaron especialmente en el sur de la región, en la zona costera.

Los cananeos tenían un idioma de raíz semítica, eran buenos escultores, orfebres y también productores de telas de alta calidad.

Los judíos recibieron la orden de exterminar a los cananeos, pero su desobediencia provocó que este pueblo continuamente fuera un problema para Israel, Jueces, 1:27, 2:1-3.

La historia de los siete pueblos que habitaban la Tierra Prometida, revela sin ningún género de dudas, que no hubo árabes en la región.

Diego Acosta

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QUIENES ERAN LOS FEREZEOS

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LA OTRA HISTORIA

Este es uno de los siete pueblos que formaban parte de la población de Canaán, cuando Jehová introdujo a su Pueblo en la Tierra Prometida, Génesis 15:20, Deuteronomio 7:1, Josué 3:10, 9:1, Jueces 3:5.

A pesar de que el mandato era de destruirlas del todo, sin formar alianzas con ellas ni tenerles misericordia, en los tiempos de Salomón vuelven ser mencionados, 1 de Reyes 9:20. También permanecían en la región de Canaán en los tiempos del regreso del cautiverio babilónico, Esdras 9:1.

El término Ferezeo podría traducirse como aldeanos y sus orígenes los vincularían con los heteos y también con los Refaítas, que habitaban en la región oeste del río Jordán.

Esta relación con Refaim, sería la que identifica a los Ferezeos, como uno de los probables pueblos que tenían elevadas estaturas, como se revela en Deuteronomio 2:10, 3:11.

La historia de los Ferezeos confirma una vez más el celo de Jehová para que los hebreos no se mezclaran con ningún otro pueblo, tanto en las relaciones personales como en las espirituales.

Es decir para que no contrajeran enlaces con los nativos ni tampoco adoptaran sus ídolos, ya que eran politeístas y Jehová no comparte con nadie su Gloria.

Diego Acosta

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QUIENES ERAN LOS HEVEOS…?

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LA OTRA HISTORIA

Eran descendientes de Canaán, según se registra en Génesis 10:17 y en 1 Crónicas 1:15, aunque algunos especialistas afirman que bien podrían ser los heteos, pues la diferencia de su nombre es de una sola letra.

En tiempos de Josué vivían en Gabón, Josué 9:7 y fueron derrotados por los israelíes en una batalla librada junto al río Merom, Josué 11:3-8, 17, 19.

Los judíos violaron las normas de Jehová y además de no exterminarlos, se mezclaron con los heveos. También los hebreos adoptaron su régimen idólatra.

En tiempos del rey David todavía habitaban en la región del monte Hermón, 2 de Samuel 24:7. Salomón cuando se constituyó en rey impuso tributos a los heveos, 1 Reyes 9:20-21, 2 Crónicas 8:7-8.

Al no tener la práctica de la circuncisión se considera que no eran de origen semita. A los heveos también se los ubica como habitantes de la región de Gaza y en la costa del Mar Mediterráneo hasta el Líbano.

Remarcamos la completa ausencia de árabes y por tanto éstos carecen de los derechos que les adjudican quienes abogan por la causa de los palestinos.

Diego Acosta

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QUIENES ERAN LOS HITITAS?

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LA OTRA HISTORIA

Eran los descendientes de Het, el segundo hijo de Canaán. Dominaron el llamado Medio Oriente durante alrededor de siete siglos, utilizaban la escritura cuneiforme acádica y tenían muchos dioses a quienes ofrecían todo tipo de sacrificios, incluidos los humanos.

Su historia comienza alrededor de 1.800 a.C. y su ocaso se lo determina en torno a 1.200 a.C. La capital del reino fue encontrada a comienzos del siglo pasado a unos 150 kilómetros de Ankara, en la actual Turquía. Su escritura fue descifrada en 1915.

El reino Hitita se extendió al norte de la Mesopotamia, abarcando a Siria hasta el Líbano. La tierra de los heteos, como los llama la Biblia, Génesis 23:3, se extendía desde el Eúfrates hasta el Mediterráneo.

Ocuparon Canaán en la época de los patriarcas e incluso después de que los hebreos tomaran posesión de la Tierra Prometida, Génesis 15:20, Deuteronomio 7:1, Jueces 3:5.

El Pueblo de Dios tuvo relaciones con los descendientes de Het. Abraham les compró una heredad, Génesis 25:7-11, Esaú tuvo por mujer a una de las hijas de Het, Génesis 27:46.

Jerusalén tuvo su origen amorreo e hitita, Ezequiel 16:3, 45. La mujer que David tomó a uno de sus capitanes, era esposa de un hitita, Urías, 2 Samuel 23:39.

David en su huida de Saúl, tuvo por compañero a un hitita, Ahimelec, 2 Samuel 26:6. Otra referencia bíblica de los hititas o heteos, se registra en 2 Crónicas 8:7.

Lo concreto, es que los hititas o heteos, descendientes de Het, fueron uno de los pueblos que ocuparon Canaán desde los tiempos de los Patriarcas y no los árabes, como se argumenta con relación a Palestina.

Diego Acosta

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UN NUEVO TIEMPO

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LA BIBLIA ENSEÑA

Noé y su familia luego de más de un año de permanecer en el arca, descendieron a tierra y se encontraron en una circunstancia única en la historia.

Un tiempo único e irrepetible, junto a los seres vivientes que también permanecieron en el arca durante más de doce meses: La Tierra estaba desierta!

Jehová había hablado para asegurar que mientras la tierra permanezca no cesarán la sementera y la siega y que las cuatro estaciones se repetirían, así como el día y la noche.

Génesis 9:1

Bendijo Dios a Noé y a sus hijos,

y les dijo:

Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra.

Así como los padres Adán y Eva recibieron el mismo mandato, ahora Jehová lo repetía ante Noé y su prole. El antiguo tiempo había pasado y comenzaba uno nuevo, con la bendición del Eterno para que se pudiera cumplir su propio mandato.

Habría Suprema Benevolencia para los hombres pecadores y la certeza de que a pesar de sus rebeliones no se volvería a repetir el castigo del diluvio.

Debemos reparar que la Tierra está completamente despoblada y la familia del patriarca tiene la responsabilidad de poblarla nuevamente.

Génesis 9:2

 El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados.

Jehová coloca sobre Noé, que se convierte en un nuevo padre de la humanidad, la autoridad sobre todos los seres inferiores de las distintas especies que poblarán la Tierra desierta.

Podemos advertir que a pesar de las similitudes, hay diferencias entre las situaciones que se presentaron a Adán y Eva y a Noé y los suyos después.

Los primeros padres eran inocentes y por tanto tenían la misma autoridad sobre las especies inferiores, pero desde la perspectiva del amor.

Noé y su familia, siendo como somos los hombres pecadores y libres de inocencia, tenemos autoridad pero desde el temor y el miedo.

El Supremo concede a los hombres todos los elementos para vivir y también nos concede todo aquello que nos resulta necesario para vivir placenteramente, 1 Tito 4:4.

Comienza un Nuevo Tiempo para la humanidad y para los seres vivos de la Tierra.

Diego Acosta

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TRÁS EL DILUVIO NOÉ AGRADECE SER EL REMANENTE DE LA HUMANIDAD

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LA BIBLIA ENSEÑA

EL DILUVIO VII

Noé y los suyos han demostrado su plena conciencia de lo que es importante, por encima de todo lo demás.

Cuando el Patriarca comprendió que podía cumplir con el mandato de Jehová y salir del arca junto con todos los seres que la habitaron, tomó una decisión ejemplar.

No se preocupó por su cobijo ni el de su familia, en un medio inhóspito, hostil y devastado por los efectos de las aguas sobre la tierra.

Asumió que lo primero que debía hacer era dar gracias al Eterno por su cuidado en medio de tan mayúscula tragedia y testimoniar con sus hechos lo que guardaba en su corazón.

Por eso decidió levantar un altar y realizar sacrificios con animales limpios, que no resultaban tan sencillos de encontrar luego de la larga permanencia de más de un año sobre el arca.

Noé no se preocupó por el lugar donde vivirían ni donde morarían los seres que habían subido con él al ingenio mandado a construir por el Soberano. Se preocupó por honrarlo, primero que todo.

Las demás necesidades serían cubiertas luego, pero el altar y la honra al Creador, eran lo primero que debía hacer.

Pensemos en nuestra propia vida, cuál es el lugar que le concedemos al Dios Eterno!

Génesis 8:22

Mientras la tierra permanezca,

no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la

noche.

Jehová aceptó con benevolencia la actitud de Noé y los suyos, que constituían el remanente de su Creación. Las dudas que podía albergar el patriarca con relación a una probable repetición del castigo, quedaron disipadas por la solemne declaración del Omnipotente.

Resulta evidente que si una vez los hombres demostraron su capacidad para hacer el mal, era más que obvio que volverían a repetir su maldad con el paso del tiempo. Por esa razón Jehová miró con compasión a ese remanente y su descendencia futura y prometió que el diluvio no volvería a repetirse.

Además dejó claramente testimoniado que la Tierra tal y como la concebimos, algún día, quizás no muy lejano en nuestros tiempos, dejará de existir.

Los hombres solo encontrarán la Salvación por la obra del Espíritu y por sí mismos, seguirán siendo pecadores.

Jehová anuncia que a pesar del daño ocasionado por el diluvio a la tierra y a todo lo Creado, los ciclos vitales continuarán para hacer posible la vida y la continuidad del remanente elegido a través de Noé.

Diego Acosta

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